Una decisi¨®n chapucera
Hace 25 a?os se crearon algunos hospitales que estaban entonces a la altura de los tiempos.Sobre esos hospitales, cinco a?os despu¨¦s, se crearon facultades de Medicina, siguiendo con ello una tradici¨®n universal de aprovechar para la ense?anza los mejores recursos hospitalarios. Algunos m¨¦dicos de tales hospitales fueron forzados a aceptar responsabilidades docentes especiales en funci¨®n del puesto hospitalario que desempe?aban.
Con el paso de los a?os, tales m¨¦dicos fueron forzados a adquirir una cualificaci¨®n especial, demostrada ante tribunales, que, con independencia legal de su puesto hospitalario, pero a partir de ¨¦l, les convert¨ªa en profesores numerarios de pleno derecho.
Estos m¨¦dicos recibieron desde su incorporaci¨®n a la ense?anza un modesto complemento docente, adem¨¢s de su sueldo asistencial, como natural compensaci¨®n a su doble responsabilidad y de modo id¨¦ntico, aunque mucho m¨¢s reducido en cantidad, a lo que ocurre en el resto del mundo.
Una disposici¨®n ejecutada el 1 de enero de 1989 funde ambas plazas, con las siguientes irregularidades:
A. P¨¦rdida importante de ingresos consolidados desde hace muchos a?os, sin disminuci¨®n de funciones.
B. Cambio de situaci¨®n laboral y de dependencia ministerial, sin claridad alguna sobre las consecuencias legales ni las repercusiones econ¨®micas en cuanto a jubilaci¨®n, Seguridad Social y trienios.
C. Desaparici¨®n de la vinculaci¨®n legal que en todo momento mantuvieron tales m¨¦dicos con los hospitales que, en uni¨®n con otros compa?eros, crearon y prestigiaron hasta hacerlos utilizables para la docencia.
D. Invento de una situaci¨®n ficticia piara apoyar el abuso legal producido, seg¨²n la cual estos profesionale son primariamente profesores que usan el hospital solamente para la ense?anza, sin actividades asistenciales propias, lo que no s¨®lo es demostrablemente falso sino que va contra la esencia misma de la filosof¨ªa en que se apoy¨® la creaci¨®n de las nuevas facultades.
Extra?os en su propia casa
Se lleva este argumento hasta tal extremo que, habi¨¦ndose erigido la Universidad en ¨²nico pagador de estos profesionales, los hospitales cargan sus muy disminuidos emolumentos en el apartado de "pagos por servicios de terceros", con lo que desde todos los ¨¢ngulos han sido convertidos en extra?os en su propia casa, ocupando un espacio indefinido, de responsabilidades y atribuciones tan nebulosas que ser¨¢ dif¨ªcil el desarrollo de las funciones que han de realizar o dirigir.
E. Discriminaci¨®n flagrantemente ?nconstitucional con numerosos profesionales:
1. Con sus iguales en Catalu?a y Canarias, que seguir¨¢n siendo remunerados por dos instituciones (!bajo el techo legal del mismo Estado!).
II. Con los profesores asociados de toda Espa?a, que, al menos de momento, ser¨¢n tambi¨¦n remunerados por dos instituciones, sin p¨¦rdida de ning¨²n derecho adquirido.
III. Con los profesores numerarios de otras universidades, a los que, por razones no explicadas, no ha sido aplicada esta norma.
. IV. Con los profesores numerarios de hospitales p¨²blicos y privados de esta misma universidad, a los que tampoco se ha aplicado esta norma.
V. Con alg¨²n profesor numerario de los mismos hospitales afectados, al que tampoco le ha sido aplicada esta norma.
VI. Con todos los ciudadanos espa?oles, que no son cambiados de situaci¨®n laboral contra su voluntad y menos a¨²n en funci¨®n de un rendimiento especial al que el propio Estado les forz¨®.
Y adem¨¢s: todo lo que antecede viene a ocurrir como culminaci¨®n a destiempo de una compleja, demag¨®gica y chapucera acci¨®n gubernamental, en la que sucesivamente se desposey¨® a los m¨¦dicos del derecho a ver enfermos privados en su puesto habitual de trabajo, aun en horas distintas; del derecho a tener dos sueldos de instituciones p¨²blicas en horas distintas; del derecho a tener dos puestos cualesquiera si uno era de instituci¨®n p¨²blica, y se orden¨® a cambio: a) una remuneraci¨®n especial a quienes cambiasen su horario de trabajo, alargando la jornada a la tarde (con renuncia evidente a otros trabajos); b) una injustificable supresi¨®n de la norma anterior, cuando el da?o ya era irreparable; c) la creaci¨®n de una exclusividad acompa?ada de complementos, pactados con sindicatos, que no se han puesto en marcha; d) una situaci¨®n especial, en inter¨¦s p¨²blico, para quienes fueran m¨¦dicos y docentes en la misma instituci¨®n, lo que ha sido convertido por los ¨²ltimos acontecimientos en una burla con una inacabable negociaci¨®n desde que la Administraci¨®n comenz¨® a interpretar torcidamente esta excepci¨®n, en la que ella no ha cumplido sus compromisos y s¨ª ha forzado la implantaci¨®n de sus criterios; e) unos trienios que no se pagan porque, a pesar de que su obligatoriedad est¨¢ fuera de duda, la Administraci¨®n atasca deliberadamente los tribunales de justicia, agotando prepotentemente los recursos legales frente a indefensos ciudadanos cuyo ¨²nico delito ha sido servir al Estado e intentar modernizarlo, a cambio de lo cual pueden hoy comprobar que los dineros, generosamente otorgados para la reflotaci¨®n de empresas privadas deficitarias, se niegan, contra toda justicia, a quienes han dedicado su vida al servicio p¨²blico.
Quienes pudieran encontrar hoy alguna oculta satisfacci¨®n en el vergonzoso trato dado por el Estado a los que algunos creen privilegiados, deben tomar nota de que no s¨®lo no ha habido privilegio alguno sino, bien al contrario, un sostenido abuso de poder, mediante el cual se han impuesto dobles funciones que se abonan como una sola, trasvase interministerial de personas como si fuesen objetos, promesas incumplidas, desconsideraci¨®n permanente, oscuridad de ideas asociada a rigidez y claro desprecio de los intereses docentes y sanitarios de la sociedad espa?ola.
Refugio desesperado
Y en cuanto a la huelga, que no habr¨ªa existido jam¨¢s si hubiese sido posible cualquier otra soluci¨®n, y que bien a nuestro pesar, y ante la indiferencia de las autoridades, da?ar¨¢ gravemente a los estudiantes, es el refugio desesperado de quienes s¨®lo han encontrado resultados adversos a sus argumentaciones, y se hace con un grave coste econ¨®mico de quienes la secundan, en algunos casos al l¨ªmite de sus posibilidades de subsistencia. Pero con ella no se defienden s¨®lo leg¨ªtimos intereses personales sino, de modo muy particular, el ¨²nico modelo posible para ense?ar la noble profesi¨®n de m¨¦dico que es acorde con los tiempos.
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