Berl¨ªn rojo y verde
BERL?N ES una ciudad con un estatuto excepcional y, en su condici¨®n de basti¨®n de la defensa de Occidente, est¨¢ cargada de un enorine simbolismo. Pues bien, en esa ciudad, el Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD) y los verdes de Berl¨ªn (Lista Alternativa) han llegado a un acuerdo, despu¨¦s de largas negociaciones, para constituir juntos el gobierno municipal. El hecho de que en estos momentos entre en el gobierno berlin¨¦s un partido que, como el verde, no esconde su antimilitarismo, ni su oposici¨®n a la OTAN y a la presencia de tropas de ocupaci¨®n aliadas, es muy indicativo del cambio que se est¨¢ produciendo en la mentalidad alemana occidental y demuestra hasta qu¨¦ punto va desapareciendo del paisaje el temor a una agresi¨®n del Este como fundamento de las futuras pol¨ªticas de seguridad en Europa.Cuando se conocieron los primeros resultados de las elecciones de Berl¨ªn el pasado 29 de enero, el dato que caus¨® m¨¢s impacto fue el avance de los republicanos, una formaci¨®n neonazi que, con consignas demag¨®gicas contra los extranjeros, logr¨® m¨¢s del 7% de los votos. Pero ahora salen a flote las secuelas pol¨ªticas m¨¢s profundas de la consulta. Por un lado, la grave derrota del partido del canciller Kohl, el democristiano, que ha perdido la alcald¨ªa. El CDU ni siquiera ha intentado una gran coalici¨®n con el SPD y ha dejado v¨ªa libre a la coalici¨®n que ahora se forma con la esperanza de que se produzca una r¨¢pida ruptura de la alianza roja-verde -como ha ocurrido en Hamburgo- para recuperar despu¨¦s los votos perdidos.
De forma que la gran e inesperada novedad que ha surgido de las elecciones berlinesas es que, a pesar de diferencias program¨¢ticas muy serias, se haya producido el acuerdo entre el S PD y los verdes. Es un aviso para el futuro. El significado de este acuerdo trasciende el marco berlin¨¦s porque responde a unas tendencias generales que se reflejan en los sondeos de opini¨®n realizados en el conjunto de la RFA, y que han empezado a causar p¨¢nico en los c¨ªrculos gobernantes de Bonn. Una encuesta publicada por Der Spiegel el 27 de febrero daba a los democristianos un 38% de las intenciones de voto, su resultado m¨¢s bajo de las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. En cambio, al SPD se le atribu¨ªa un 41%, y un 8% a los verdes.
Las elecciones generales tendr¨¢n lugar el a?o pr¨®ximo, tiempo suficiente para que puedan modificarse esas intenciones de voto. Pero desde ahora la vida pol¨ªtica en la RFA est¨¢ dominada por las especulaciones electorales, lo cual no dejar¨¢ de influir sobre la posici¨®n occidental en cuestiones de armamentos.
La opini¨®n de los electores alemanes occidentales sobre temas de defensa ha cambiado significativamente. Si a comienzos de los a?os ochenta un 50% de los consultados expresaba su preocupaci¨®n ante la amenaza militar del Este, ahora ese porcentaje ha bajado a un 20%. Ello explica la actitud negativa, o dilatoria, adoptada por el canciller Kohll en el tan debatido tema de la modernizaci¨®n de las armas nucleares de alcance corto, que la OTAN y EE UU consideran necesaria para la estrategia atl¨¢ntica. Con un electorado que no se siente amenazado, Kohl teme, con raz¨®n, que la discutida modernizaci¨®n polarice la pol¨¦mica electoral y le haga perder votos en una batalla ya de por s¨ª dif¨ªcil. Este argumento parece haber impresionado al secretario de Estado estadounidense, James Baker, en la visita que recientemente gir¨® a la capital alemana occidental.
El partido verde experiment¨®, en su reciente congreso de Duisburgo, un giro importante de orientaci¨®n. En, aquella reuni¨®n fue marginada la tendencia fundamentalista, que hab¨ªa triunfado en el congreso anterior y cuyas posiciones extremistas imped¨ªan toda posibilidad de cooperaci¨®n con el SPD. Ahora los realistas tienen las riendas del partido, y el dirigente de la Lista Alternativa berlinesa, Strobele, responsable de las negociaciones con el SPD, obtuvo el apoyo del congreso para constituir la coalici¨®n rojaverde. Es un signo m¨¢s -y no subestimable- de que el escenario pol¨ªtico de la RFA entra en una etapa de movimiento. En realidad, ya no se puede descartar la hip¨®tesis -hasta hace poco inveros¨ªmil- de que en 1990 surja en la RFA un Gobierno muy distinto del actual.
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