Blasfemia
La blasfemia siempre fue un spot, un anuncio, un eficaz medio de propaganda de las religiones oficiales para organizar en el momento preciso una escandalera que desv¨ªe las atenciones molestas hacia el chivo expiatorio. Las religiones necesitan de la blasfemia de la misma manera que el orden necesita el caos, que el Bar?a ser¨ªa inconcebible sin el Real Madrid, que la Pepsi tiene drogodependencia de la Coca. Quien funda un dogma funda la blasfemia, establece las reglas del cabr¨®n emisario que necesita cuando las cosas empiezan a ir mal. Lo primero que hacen todas las religiones es dise?ar con todo cuidado la figura del blasfemo. El que jura en vano el nombre de Dios, el que hace im¨¢genes y esculturas del Alt¨ªsimo, el que osa corregir su escritura divina o pregunta demasiado.Primero Rushdie y ahora Madonna. Un libro y un videoclip. La blasfemia de la palabra y la blasfemia de la imagen. Musulmanes y cat¨®licos rasg¨¢ndose las vestiduras como un solo hombre por dos ficciones profanadoras.
Pero la simetr¨ªa entre la blasfemia de Rushdie y la de Madonna s¨®lo es aparente. Wojtyla se solidariz¨® con Jomeini en buena l¨®gica monote¨ªsta. Dudo mucho que en justa reciprocidad el Imam se atreva a lanzar otra flecha envenenada hacia la chica de la cazadora. Los fundamentalistas del islam buscan a Rushdie desesperadamente; los integristas cat¨®licos organizar¨¢n protestas delante de las televisiones utilizando las mismas pancartas que enarbolaron contra Scorsese. Y la diferencia esencial: el cabr¨®n emisario elegido por Jomeini tiene como misi¨®n elevar el esp¨ªritu fan¨¢tico que exige el r¨¦gimen de Jomeini ahora que hay tanta distensi¨®n. Pero el chivo expiatorio cat¨®lico s¨®lo beneficia a la multinacional de las burbujas marrones. Ahora bien, ?a cu¨¢l de las dos? ?Abandonar¨¢n los cat¨®licos la fe en la Pepsi por culpa de la blasfemia de Madonna? ?Ser¨¢ un maquiav¨¦lico truco para desprestigiar la c¨¦lebre sed de Coca-Cola de los agn¨®sticos, los liberales, los intelectuales y dem¨¢s descre¨ªdos?
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