Marisa H¨ªjar, periodista
En Alicante, su tierra, se me ha muerto como del rayo Marisa H¨ªjar, a quien tanto quer¨ªa. Marisa H¨ªjar, compa?era del alma, compa?era de tantos afanes de la lucha feminista de estos ¨²ltimos y trascendentales 15 a?os. El cerebro que reg¨ªa aquella luminosa y enorme mirada azul, la incansable actividad de su peque?o cuerpo, las mil pulsaciones por minuto con las que escrib¨ªa las cr¨®nicas, las entrevistas, los reportajes, se ha roto, derramando su sangre en un minuto, en un luminoso minuto del lunes de Pascua, frente al mar que la vio nacer, y a cuya vera, en Barcelona, vivi¨® casi toda su vida. El cerebro de la peque?a Marisa se rompi¨® porque no pudo aguantar m¨¢s el acoso a que todos la sometieron. Su familia, tan celosa de la defensa de los valores tradicionales; el poder oficial, que nunca le dio una oportunidad de aplicar su val¨ªa al progreso de nuestro pa¨ªs; los jefes de televisi¨®n, que tanto le amargaron su trabajo en el programa Los marginados, de Carmen Sarmiento.Porque Marisa H¨ªjar era feminista, y nunca se avergonz¨® de serlo, y nunca lo escondi¨®, ni lo neg¨®, ni lo justific¨®. Diez a?os despu¨¦s de haberse deshecho el equipo que llev¨® adelante la revista Vindicaci¨®n Feminista, ella segu¨ªa exhibiendo en su presentaci¨®n el honor de haber sido su subdirectora. Cuando casi todas las que all¨ª escribieron y publicaron y se definieron como feministas lo han olvidado y negado y maldecido, Marisa, desafiante, con su luminosa sonrisa y su chispeante mirada azul, lo exhib¨ªa orgullosa. Con el mismo orgullo con que escrib¨ªa en la revista Poder y Libertad, del Partido Feminista, y enviaba las cr¨®nicas desde el M¨¦xico hundido en el terremoto para El Peri¨®dico de Catalu?a, y realizaba entrevistas para Diario 16, y organizaba los reportajes de TVE, y fundaba la Federaci¨®n de Clubes Vindicaci¨®n Feminista. Y con el mismo entusiasmo entregaba dinero para ayudar a la vieja lucha por la libertad que es el feminismo.
El feminismo oficial no se lo agradeci¨®; tan generoso con las m¨¢s contemporizadoras y las menos feministas, y tan adusto y despreciativo como fue con ella. Los que ten¨ªan poder la criticaron, intentaron marginarla, agotarla, hacerla renunciar. No lo consiguieron. Marisa no renunci¨® nunca a su convicci¨®n feminista. Ni aun para prosperar ni para sobrevivir. Antes que renunciar prefiri¨® morirse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.