Una buena 'Francesca'
Con Francesca, de Alfredo Aracil y Luis Mart¨ªnez de Merlo, estrenada el martes en la sala Olimpia, prosiguen el Teatro L¨ªrico Nacional y el Centro para la Difusi¨®n de la M¨²sica Contempor¨¢nea su pol¨ªtica de encargos a autores treinta?eros, lo que me parece un gran acierto, ya que se trata del ¨²nico camino para abrir el futuro a una producci¨®n oper¨ªstica nacional viable y exportable.Bueno ser¨¢ recordar los ¨¦xitos obtenidos en Portugal por Kiu, de Luis de Pablo, uno de los maestros de Aracil, y F¨ªgaro, de Encinar, que ascender¨¢ dentro de unas semanas al teatro de la Zarzuela.
Ha sido precisamente Encinar, madrile?o y nacido en 1954, como Aracil, quien ha llevado la direcci¨®n musical de Francesca con el buen criterio e imaginaci¨®n interpretativa que le caracteriza.
Francesca o el infierno de los enamorados
Francesca o el infierno de los enamorados, libro de L. Mart¨ªnez de Merlo sobre Dante, m¨²sica de A. Aracil. Int¨¦rpretes: A. Ricci, M. Cid, I. Fresan y P. P¨¦rez ??igo. Escenarios, figurines y luces: S. Su¨¢rez. Coreograf¨ªa: P. Ventura. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid. Titular del Teatro L¨ªrico Nacional. Direcci¨®n esc¨¦nica: Mar¨ªa Ruiz. Direcci¨®n musical: Jos¨¦ Ram¨®n Encinar. Sala Olimpia, 28 de marzo.
Con ¨¦l, Sim¨®n Su¨¢rez (escenarios, luces y figurines) se apunt¨® un nuevo tanto en su combinaci¨®n de sencillez y barroquismo; Mar¨ªa Ruiz sirvi¨® la escena con fidelidad a la letra y al esp¨ªritu de la obra, est¨¢tica por naturaleza, y Pablo Ventura traz¨® una sencilla coreograf¨ªa: la adecuada al texto y a la m¨²sica.
Excelentes todos los int¨¦rpretes en sus nada f¨¢ciles cometidos. Anna Ricci, un talento dram¨¢tico superior, realz¨® a la sombra; el tenor Manuel Cid resolvi¨® las partes de Dante y Paolo con gran nobleza, que en ocasiones alcanz¨® aut¨¦ntico virtuosismo; el bar¨ªtono I?aki Fresan revel¨® sus valores vocales e interpretativos en Virgilio, y Paloma P¨¦rez ??igo consigui¨® uno de los puntos m¨¢s altos de su densa carrera.
Entre todos crearon el ambiente adecuado para una pieza po¨¦tica compuesta con inteligencia y reveladora de honda sensibilidad.
Romanticismo
Me parece que desde La tragedia del beso, de Conrado del Campo y Fernando Shaw, estrenada en el Real en 1915, el tema de Francesca de R¨ªmini no hab¨ªa subido a la escena l¨ªrica espa?ola. No es extra?o, pues a pesar de los intentos de Sandonai, Napravnik, Rasmaninoff, Mancinelli, Leoni y Abranyi, en nuestro siglo, el canto quinto del Infierno, de Dante, fue asunto m¨¢s propio del romanticismo y su estela: entre 1825 (Carlini) y 1882 (Thomas) fue tratado por una veintena de compositores.
Hay que anotar de entrada la belleza del poema en verso que para la nueva ¨®pera ha escrito el madrile?o Luis Mart¨ªnez de Merlo (1955). M¨¢s interesante todav¨ªa cuando el esp¨ªritu del m¨²sico parece identificarse con el del poeta en su forma y en sus intenciones.
Alfredo Aracil es hombre de cultura, licenciado en historia del arte y buceador en los supuestos hist¨®rico-musicales que le antecedieron a la hora de componer su partitura. Que pens¨® mucho en Monteverdi est¨¢ claro por m¨¢s que cromatice su mel¨®dica recitativa.
Bebi¨® Aracil tambi¨¦n en otras fuentes madrigalescas, buena continuidad y dentro de un estatismo probablemente intencionado a fin de lograr el clima encantatorio que acaba por prendemos.
En la orquesta, la influencia de De Pablo (al que en uni¨®n de Encinar est¨¢ dedicada Francesca), practica Aracil una individualizaci¨®n o agrupaci¨®n de los timbres y rara vez aparecen los tutti. Opera resultado de diversas incitaciones, carece, como tantas otras de nuestro tiempo, de la palpitaci¨®n vital que aport¨® al g¨¦nero el melodrama rom¨¢ntico italiano.
En Francesca se guardan siempre las distancias, se sigue el c¨®mo m¨¢s que el qu¨¦, tal y como quiere el compositor, y a veces parece advertirse el combate del m¨²sico con una cierta falta de destreza, bien natural en una primera gran obra dram¨¢tica.
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