Tercera clase
Di¨¢logo sentimental: una muchacha con polineuritis progresiva; un escritor con una agorafobia que lo mantienen encerrado en su casa. Hablan por tel¨¦fono: ella, en Nueva York; ¨¦l, en Londres. En la traducci¨®n se pierde el contraste entre el lenguaje de la jud¨ªa neoyorquina con el ingl¨¦s culto del hombre mayor.Y m¨¢s cosas. L¨®pez V¨¢zquez pierde el personaje deprimido; se le va hacia el nervioso tartamudeante de sus trabajos c¨®micos. No encuentra nunca la palabra. Se trata de contrastar la imagen del enfermo imaginario con la serenidad de la enferma f¨ªsica y probablemente condenada a muerte: Ana Marzoa la logra con encanto y sensibilidad. Tras el primer acto telef¨®nico -dos ambientes en el decorado de Amadeo Sans- se produce el encuentro: el escritor falla, no sabe salir de su vida y expulsa otra vez a la muchacha a Nueva York. Contin¨²an las conversaciones telef¨®nicas, y en la ¨²ltima se decide otra vez que los dos compartan su vida. Final feliz, de teatro de tercera.
Separados
Tom Kempinski. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez y Ana Marzoa. Escenograf¨ªa: Amadeo Sans. Direcci¨®n: ?ngel Garc¨ªa Moreno. Teatro Marquina.
El director Garcia moreno no ha podido contener a L¨®pez V¨¢zquez, o quiz¨¢ lo haya incitado al t¨®pico del personaje que el p¨²blico espera de ¨¦l. No le es f¨¢cil tampoco conseguir la continuidad de las conversaciones: los oscuros se prolongan mientras los personajes cambian de ropa. El Marquina tiene su p¨²blico -lo ha creado Garc¨ªa Moreno-; llenaba menos de medio teatro en la segunda funci¨®n -s¨¢bado por la tarde- y aplaudi¨® al final de cada acto.
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