Curro y Julito
GONZALO ARGOTE, Discurr¨ªa la feria por los cauces de la normalidad. Era perfectamente predecible que Espartaco rematara su ajuste con una gran faena, plet¨®rica de conocimientos y desahogo. Entraban en el nimbo de los or¨¢culos, las dos faenas, finas y elegantes, de Julio Robles. Ambos acontecimientos se incardinaban en el terreno de las conjeturas.
En ese pl¨¢cido discurrir, nadie hubiera apostado por el prodigio, por lo misterioso o lo enigm¨¢tico. Saltaba a la arena el octavo y ¨²ltimo toro que hab¨ªa de matar Curro Romero en el presente abono. Los fieles militantes de la religi¨®n currista se conformaban con seguir hablando del aseo con el que el Fara¨®n hab¨ªa despachado al manso condenado a banderillas negras, en su actuaci¨®n anterior. La condesa de Barcelona, augusta palad¨ªn de la causa currista no se encontraba en el Palco del Pr¨ªncipe, queremos suponer que por obligaciones ineludibles, antes que por tibieza en su fe romerista.
Muchos aficionados que no asistieron al prodigio, nos preguntan: ?De verdad fue tanto lo de Curro? Y resulta dif¨ªcil expresar con palabras los sentimientos que nos embargaron. Pero, sin embargo, s¨®lo puede explicarse desde el sentimiento. Los criterios convencionales de valoraci¨®n de una faena no nos sirven. No fue una faena completa. No cort¨® orejas. No acert¨® con la espada. ?Entonces? Ser¨¢ dif¨ªcil introducir ecuanimidad en el an¨¢lisis. Los lances tuvieron una profundidad estremecedora. La media ver¨®nica dicen que fue un cartel de toros. Tardar¨¢ en nacer, si es que nace, un pintor que sepa plasmar tanta donosura, tanta verdad, tanta belleza. Y con la muleta en la mano diestra, adem¨¢s de la pl¨¢stica, de la est¨¦tica, del arte, en suma, la verdad y el valor. S¨ª el valor, al cargar la suerte , al aguantar el par¨®n del toro en el embroque en dos ocasiones. En definitiva, el toreo sin trampa ni cart¨®n.
Y cuando los aficionados, casi todav¨ªa con la ¨²ltima copa en la mano de la madrugada en el real, entraban por la ma?ana en la Maestranza, ensofiando en el duermevela, ver¨®nicas alhel¨ª, lleg¨® el segundo prodigio. Todav¨ªa los que no consiguieron ganarle la batalla a Morfeo se tiran de los pelos. Y tambi¨¦n preguntan: ?Fue tanto lo de Julito? S¨ª, fue tanto. El rigor cr¨ªtico nos obliga a aclarar que fue con dos novillitos. Hecha esa reserva , aquello fue mucho m¨¢s de lo que pueden imaginarse los que no lo vieron. En ese oc¨¦ano de monoton¨ªa que invade hoy la fiesta, en donde las tandas de redondos se swceden a las tandas de naturales, para volver a empezar otra vez, la inspiraci¨®n, la creatividad, la improvisaci¨®n, la frescura, el garbo, el donaire, el buen gusto, la plasticidad, la est¨¦tica, el sentimiento, la armon¨ªa, la obra de arte, en definitiva, irrump¨ªeron en el albero del Baratillo con Julio Aparicio. ?Y no est¨¢bamos preparados! Fueron dos aludes de arte, casi seguidos. ?Puede ser Julito el torero que Sevilla lleva esperando para, en su d¨ªa -tampoco hay que precipitarse- suceder a Curro? ?Ojal¨¢! Pero una cosa son los deseos y otra la cruda realidad. Por lo pronto, sus mentores no deben precipitar la alternativa. Ser¨ªa un error. Sus conocimientos t¨¦cnicos deben alcanzar un nivel paralelo a su madurez art¨ªstica. Y para ello hay que ir, poco a poco, enfrent¨¢ndole a novillos de progresivo respeto y de m¨¢s variadas divisas. S¨ª no se hace as¨ª, el salto al toro puede ser un salto en el vac¨ªo. El da?o para la fiesta ser¨ªa irreparable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.