A pesar de todo
EL ABRUMADOR triunfo -un 75% de los votos, seg¨²n los ¨²ltimos datos- del general Andr¨¦s Rodr¨ªguez en las elecciones celebradas el lunes en Paraguay no ha sido una sorpresa. Era una victoria cantada, dadas las condiciones en que ha tenido lugar la consulta. A pesar del golpe militar que puso fin en febrero a la larga dictadura de Stroessner, el aparato del viejo r¨¦gimen sigue en pie, sobre todo en el campo. Con menos dureza, pero con las mismas personas y con la herencia de una pr¨¢ctica pol¨ªtica viciada por la ausencia de la m¨¢s m¨ªnima democracia. Por eso tampoco han constituido ninguna sorpresa las numerosas denuncias de irregularidades, que llevaron a todos los partidos de la oposici¨®n a convocar una reuni¨®n de urgencia la noche del lunes al martes.Probablemente el general Rodr¨ªguez no hubiese necesitado de ayudas suplementarias para ganar las elecciones por una amplia mayor¨ªa. Contaba a su favor con el argumento decisivo de haber dirigido el golpe militar que termin¨® con la dictadura. Y por si ello fuera poco, ten¨ªa la ¨²nica maquinaria pol¨ªtica engrasada del pa¨ªs, la del Partido Colorado, y la inercia de un pueblo para el que, hasta ahora, elegir ha sido sin¨®nimo de votar por el poder. Por otra parte, el general Rodr¨ªguez ha conseguido convencer a muchos, durante la campa?a electoral, de la sinceridad de sus prop¨®sitos de restablecer las libertades.
El valor de estas elecciones, a pesar de sus debilidades desde criterios de pureza democr¨¢tica, estriba en que son las primeras que tienen lugar en condiciones de relativa libertad desde tiempo inmemorial. Para juzgarlas no es posible descartar la realidad profunda de Paraguay. Por su estructura econ¨®mica y su nivel cultural, es uno de los pa¨ªses m¨¢s atrasados de Latinoam¨¦rica; cerca del 70% de sus habitantes dependen de la agricultura, y menos del 1% de los propietarios son due?os del 75% de la tierra. En cuanto a los sectores modernos de su econom¨ªa, han crecido en medio de la corrupci¨®n, el contrabando y el tr¨¢fico de drogas, fomentados por Stroessner para su provecho propio y para repartir prebendas entre los sectores que le apoyaban. Paraguay no ha sabido nunca lo que es un r¨¦gimen democr¨¢tico. Las elecciones de ayer han sido un primer paso en una experiencia in¨¦dita y sobre cuyo futuro permanecen zonas de duda y de preocupaci¨®n. Por ello, la oposici¨®n ha anunciado el inicio de acciones legislativas, jur¨ªdicas y pol¨ªticas para atajar los fraudes cometidos, pero ha mostrado suficiente prudencia para no a?adir m¨¢s dificultades a las ya existentes.
Los resultados dotan al general Rodr¨ªguez de un poder considerable, y con ¨¦l, el riesgo de caer en una de las modalidades de populismo tan frecuentes en Am¨¦rica Latina. Pero tal evoluci¨®n no tiene por qu¨¦ ser fatal. Hasta ahora, la acci¨®n del general Rodr¨ªguez merece cierto respeto. Dadas las caracter¨ªsticas de Paraguay, no hab¨ªa m¨¢s salida hacia la democracia que desde dentro del sistema. Probablemente nadie sino el propio Rodr¨ªguez, pariente y colaborador ¨ªntimo de Stroessner, pod¨ªa haber acabado con la dictadura de forma incruenta y en apenas 24 horas. Ahora tiene por delante la tarea dificil¨ªsima de deshacer el maridaje de Gobierno, Ej¨¦rcito y Partido Colorado en que se basaba el r¨¦gimen anterior. Rodr¨ªguez ha prometido que no volver¨¢ a presentarse y que entregar¨¢ el poder al presidente elegido en las urnas en 1993. Ser¨¢ el momento de la verdad. Pero desde ahora sus m¨¦todos de gobierno indicar¨¢n su disposici¨®n a facilitar la transformaci¨®n democr¨¢tica que el pa¨ªs necesita.
En este orden, la debilidad de los partidos democr¨¢ticos es un factor negativo. El m¨¢s votado de ellos, el Partido Liberal Radical Aut¨¦ntico, que encabeza Domingo La¨ªno, s¨®lo ha obtenido el 20% de los votos en las elecciones del lunes. Esa debilidad no deber¨ªa impedir, en todo caso, la contribuci¨®n pol¨ªtica de la oposici¨®n a reconstruir el sistema democr¨¢tico, y para ello es urgente que el Parlamento elegido se erija en Asamblea constituyente para dotar al pa¨ªs de un nuevo texto fundamental. El proceso hacia la democracia debe ser prudente y gradual, pero no puede quedar encerrado en las normas de un pasado familiar al fascismo.
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