Los estados mayores desconciertan a la base
Las maniobras realizadas por las c¨²pulas de los principales partidos pol¨ªticos, en busca de nuevas mayor¨ªas para ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas, han sido lo suficientemente r¨¢pidas como para que los dirigentes medios y los militantes de base hayan tenido dificultades para asumir los violentos giros. En algunos casos, como en el CDS, se niegan a aceptarlos.El momento en que pudo materializarse la alianza de conservadores y centristas -despu¨¦s de las elecciones municipales y auton¨®micas de 1987- el l¨ªder del CDS ha cedido a los requiebros del Partido Popular. "Su¨¢rez no ten¨ªa otra salida que coger la mano que le tend¨ªa Fraga", dice uno de sus colaboradores: o se resignaba a quedarse como un partido estancado, o se agarraba al que le tend¨ªa una mano.
Pero la sorpresa fue may¨²scula en las filas de todos los partidos, incluidos los militantes populares y los centristas, puesto que muy pocas personas estaban en el secreto de que la operaci¨®n en ciernes iba en serio.
Federico Trillo, el hombre que lleva la negociaci¨®n en nombre de Fraga, no cree que haya nada que temer: "?Pero si lo importante es el principio de acuerdo!", afirma. All¨¢ los centristascon sus problemas: lo que le interesa a Fraga es que ahora tiene mucho m¨¢s amarrado a Adolfo Su¨¢rez. Y Jos¨¦ Ram¨®n Caso, que ha sudado lo suyo en los ¨²ltimos d¨ªas para restablecer el orden entre sus filas, se muestra ahora m¨¢s tranquilo: "Lo de menos es la fecha en que se presenten las mociones. La censura pol¨ªtica a los socialistas ya est¨¢ lanzada. Barranco y Leguina ya no pueden hacer nada", afirma, quiz¨¢ con exceso de confianza.
La operaci¨®n de su vida
La contraofensiva montada por el alcalde de Madrid, Juan Barranco, no fue el desencadenante de la operaci¨®n de acercamiento entre el CDS y el Partido Popular, sino un intento de bloquear esa posibilidad. El fracaso de esa operaci¨®n se convirti¨® en el gran catalizador de las intenciones de los centristas, que hasta ese momento hab¨ªan caminado muy despacio hacia el PP.La prueba del inter¨¦s de la c¨²pula del PSOE por cortar el paso a la moci¨®n de censura en Madrid es el entusiasmo que embargaba a la direcci¨®n de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a (FSM) tras la captaci¨®n de dos concejales centristas. Cre¨ªa haber hecho la operaci¨®n de su vida, como se demostr¨® en la reuni¨®n celebrada por su comit¨¦ regional el 16 de abril, tres d¨ªas despu¨¦s del anuncio de que Soto y Mart¨ªnez Parrondo se integraban en el grupo socialista.Mientras el alcalde Juan Barranco estaba ausente de Madrid ese d¨ªa, discutiendo el futuro con Javier Soto en la tranquilidad del campo, Joaqu¨ªn Leguina se felicit¨® ante sus compa?eros por la nueva situaci¨®n creada, al tiempo que reiter¨® su criterio de que tambi¨¦n hac¨ªa falta que el Gobierno rectificara ciertos aspectos de la pol¨ªtica econ¨®mica, para dar satisfacciones a UGT despu¨¦s del 1? de Mayo.
A pesar de la alegr¨ªa general, Joaqu¨ªn Leguina no las ten¨ªa todas consigo. Sobre la mesa del Comit¨¦ Regional dej¨® una advertencia: el CDS iba a plantearse la venganza, y eso pod¨ªa provocar problemas en la comunidad. El presidente de la federaci¨®n madrile?a, Jos¨¦ Acosta, -miembro le la ejecutiva federal del partido-, no habl¨® de esos pactos en la reuni¨®n, si bien no ocult¨® su euforia en los pasillos. Muchos de los asistentes no sal¨ªan de su asombro, seg¨²n han informado algunos de ellos. A las 24 horas, la operaci¨®n socialista se vino abajo. Desaparec¨ªa as¨ª la p¨®liza de seguros contratada por los dirigentes socialistas con los tr¨¢nsfugas del CDS, y se abr¨ªa el abismo para la FSM.
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