Muerte de un pacifista

LA OPINI¨®N p¨²blica internacional condena el asesinato de Jean-Marie Tjibaou, quien contribuy¨® decisivamente -hace un a?o- a la firma de los acuerdos de Par¨ªs por los que Michel Rocard, que acababa de asumir la jefatura del Gobierno franc¨¦s, consigui¨® evitar el estallido de una guerra civil en Nueva Caledonia. En momentos dram¨¢ticos, Tjibaou entendi¨® que la v¨ªa gradual y pac¨ªfica era la ¨²nica posible para que Nueva Caledonia alcanzara la independencia, actitud acorde con sus convicciones pacifistas, arraigadas en las tradiciones melanesias; y a la vez realista, ya que Rocard necesita para legitimar la presencia francesa en el Pac¨ªfico una plataforma que no tenga significaciones descaradamente colonialistas. Los acuerdos de 1988 otorgaron a Francia un papel tutelar durante 10 a?os, despu¨¦s de los cuales Nueva Caledonia podr¨¢ optar a la independencia en un refer¨¦ndum.Los asesinos de Tjibaou pertenecen a un grupo extremista cuyos m¨¦todos criminales y ceguera pol¨ªtica s¨®lo pueden poner en peligro el ideal que pretenden defender. Con su l¨ªnea pacifista, Tjibaou abri¨® un camino que puede conducir razonablemente a la independencia. Con pistolas y extremismo, la meta es inalcanzable. Cabe esperar que el movimiento canaco siga fiel a las ense?anzas de Tjibaou y que puedan cumplirse los acuerdos de Par¨ªs.