El congreso de los abogados
Como muchos otros compa?eros, yo no he querido asistir a las reuniones del V Congreso de la Abogac¨ªa Espa?ola en calidad de abogado.Lo que ha sucedido en el congreso no es ni m¨¢s ni menos que lo que nos esper¨¢bamos quienes estamos disconformes con la gesti¨®n de la actual junta de gobierno.
Sin embargo, los propios abogados somos culpables de que el equipo dirigido por el se?or Pedrol contin¨²e durante tantos a?os gobernando, porque cada vez que hay elecciones, los ¨²nicos colegiados que acuden masivamente a las urnas son los que, en efecto, votan a su favor, actitud que, por otra parte, nos invitar¨ªa a una larga reflexi¨®n sobre la importancia de la abstenci¨®n en cualquier instituci¨®n democr¨¢tica.
Por consiguiente, los profesionales hemos de aceptar las reglas del juego y tratar de poner los medios para que, dentro de la legalidad, las cosas puedan cambiar.
En el acto de inauguraci¨®n del congreso, todos los participantes estuvieron fuera del lugar que les corresponde; el se?or ministro de Justicia acudi¨®, invitado por el congreso, y fue tratado con grave incorrecci¨®n. El decano, se?or Pedrol, con la actitud que le caracteriza de saber nadar entre aguas, afirm¨® en presencia del ministro M¨²gica que los abogados eran los anfitriones, y que ten¨ªan un deber de respeto y consideraci¨®n hacia el orador; pero tal afirmaci¨®n no fue sincera y, en consecuencia, una vez el se?or ministro hubo abandonado el auditorio, Pedrol se dirigi¨® a los asistentes y dijo: "Queridos compa?eros, ya estamos solos", lo que indudablemente no s¨®lo es una falta de consideraci¨®n personal hacia el orador ya ausente, sino tambi¨¦n un acto de mala educaci¨®n.
Pantomima
En verdad, el congreso ha pretendido ser una pantomima plebiscitaria a favor del sector llamado oficialista, y precisamente el abandono de los cr¨ªticos, al dejar solos a los primeros, ha conseguido que as¨ª sea. Una vez realmente solos el se?or Pedrol y quienes le apoyan, las ponencias fueron aprobadas mayoritariamente, sin modificaciones ni problemas de importancia.Han faltado en el congreso los verdaderos problemas de la abogac¨ªa, con exclusi¨®n de los que corresponden a la Administraci¨®n de justicia, que por graves y de muy urgente soluci¨®n que parezca su tratamiento y estudio, no son de la competencia de la presente asamblea.
A este respecto, quiero aprovechar este momento para hacer constar que el intento y la voluntad de solucionar los problemas de la justicia por parte del Gobierno est¨¢ siendo estimable, y su mal desarrollo en la pr¨¢ctica ha sido consecuencia de la poca colaboraci¨®n de todos los funcionarios, en gran medida, y fundamentalmente de la inercia del mal hacer al que desde hace muchos a?os est¨¢bamos acostumbrados.
La mayor¨ªa de los verdaderos problemas de la abogac¨ªa ni siquiera han sido objeto del programa del congreso; podr¨ªamos haber hablado de la libertad de creaci¨®n de colegios de abogados debidamente reglamentados, con el fin de que haya una sana y libre competencia, por ejemplo.
Tema de gran inter¨¦s ser¨ªa pensar que no parece muy coherente, ante la posibilidad de quedespu¨¦s de la incorporaci¨®n a la Europa comunitaria, que los abogados de toda Europa puedan ejercer en cualquier lugar de Espa?a y los colegiados de una provincia espa?ola no puedan ejercer libremente en todo el territorio espa?ol, ni siquiera en todas las provincias de su propia comunidad aut¨®noma y, en determinados casos, tampoco en todos los pueblos de su propia provincia, como sucede, por ejemplo, en Madrid, en que los miembros del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid no pueden ejercer en el territorio del no menos Ilustre Colegio de Abogados de Alcal¨¢ de Henares.
Marionetas
Este es realmente el principal problema de la abogac¨ªa. Los colegios de abogados y mutualidades que administran enormes cantidades de dinero, salidas no s¨®lo de los propios colegiados, sino tambi¨¦n de la sociedad entera, las manejan al libre albedr¨ªo unas juntas de gobierno que no defienden a los abogados, construyen costosos edificios para oficinas, grandes despachos y salones para uso de sus decanos y juntas de gobierno, y tratan a veces al resto de los colegiados como si fueran marionetas cuyos movimientos est¨¢n sujetos al radio de acci¨®n de los hilos que las sujetan.La ¨²nica soluci¨®n verdadera a este problema ser¨ªa la disoluci¨®n de los colegios actuales y la libertad de los abogados para agruparse en asociaciones competitivas que realmente defiendan y protejan sus intereses.
Hay en Espa?a demasiados abogados para una sola corporaci¨®n, y en la situaci¨®n actual siempre habr¨¢ minor¨ªa, a veces muy importantes, que no se muestren conformes con las mayor¨ªas que hayan elegido las juntas de gobierno.
No he querido con este breve comentario ni personalizar ni entrar en la casu¨ªstica de los sucesos que diariamente son motivos de queja para los compa?eros que tienen que soportar las arbitrariedades de una junta de gobierno que no protege sus intereses.
Recientemente hemos le¨ªdo que la junta de gobierno del Colegio de Abogados de Madrid se ha reunido para intentar sancionar a un profesional por pretender defender acaloradamente al se?or Ruiz-Mateos.
Enrique S¨¢nchez-Prieto es abogado.
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