El vasquismo directo de Larrauri

La violinista holandesa Emmy Verhey, el compositor bilba¨ªno Ant¨®n Larrauri y el director Enrique Garc¨ªa Asensio protagonizaron el ¨²ltimo concierto de la Orquesta Nacional. Un programa brillante que se inici¨® con la obertura de Candide, opereta de Bernstein con muchas menos nueces que ruido. La versi¨®n fue viv¨ªsima y brillante.Emmy Verhey es una excelente violinista que posee un sonido aterciopelado y c¨¢lido, sin llegar a ser m¨®rbido, y que se beneficia de la extraordinaria calidad de su magn¨ªfico Stradivarius, de 1723. Interpret¨® el segundo concierto de Max Bruch, dedicado a Sarasate, obra con no escasas bellezas pero que, aun siendo m¨¢s personal, carece de la rotundidad del concierto primero. La Verhey obtuvo un triunfo bien justificado por su t¨¦cnica clara y l¨²cida y su criterio musical incisivo aunque renuente a la menor demagogia expresiva.

Ant¨®n Larrauri present¨® Maritxu, una serie de transformaciones orquestales sobre el tema Marylla nora suaz, que figura en diversos cancioneros y que Pedrell utiliz¨® en su ¨®pera La Celestina, desde la que pas¨® a la Pedrelliana de Falla y a la de Gerhard.

Con tantos y tan ilustres antecedentes, Larrauri ha sabido dar soluciones diferentes aun dentro de un estilo tradicional, tal y como conven¨ªa a la ¨ªndole del tema y al prop¨®sito de la partitura escrita como homenaje a la parapsic¨®loga donostiarra Maritxu Guler. Gust¨® la obra al p¨²blico e hizo saludar a Larrauri, compositor original y polifac¨¦tico, escarbador constante en el mundo del pasado y en el de una modernidad que nunca olvida las ra¨ªces y dedicado con af¨¢n a la explotaci¨®n expresiva y human¨ªstica de los recursos electroac¨²sticos. Garc¨ªa Asensio hizo el estreno con claridad y logr¨®, para terminar el programa, una versi¨®n bien matizada y potente de Los pinos de Roma.