Los reyes de Espa?a inician hoy su segunda visita oficial a Portugal

Los reyes de Espa?a, Juan Carlos y Sof¨ªa, inician hoy una visita de Estado a Portugal de cuatro d¨ªas de duraci¨®n en la que no se abordar¨¢n tenias concretos. Servir¨¢ para el mantenimiento de las buenas relaciones; bilaterales existentes entre los dos pa¨ªses y para conjurar la existencia de viejos fantasmas inconscientes que han venido enturbiando la convivencia. El viaje es devoluci¨®n de la visita efectuada a Espa?a en diciembre de 1987 por el presidente de Portugal, Mario Soares, acompa?ado, de su esposa, Marta Barroso.

Las relaciones entre Portugal y Espa?a son "mejores que nunca", seg¨²n lo manifestado por ambos Gobiernos. No existe contencioso importante entre Madrid y Lisboa, y las peque?as divergencias se resuelven sobre la marcha en las instancias europeas y en las cumbres anuales o, a¨²n m¨¢s directamente, en los contactos regulares entre las respectivas administraciones.Hace tan s¨®lo unos d¨ªas, el ministro portugu¨¦s de Exteriores, Jo¨¢o de Deus Pinheiro, elogi¨® p¨²blicamente la presidencia espa?ola de la CE. Pinheiro agradeci¨®, tambi¨¦n p¨²blicamente, el respaldo de Madrid a la postura portuguesa en materia de defensa (le la producci¨®n europea de textiles contra las importaciones extracomunitarias, respaldo que fue "decisivo" para vencer las oposiciones del Reino Unido, la Rep¨²blica Federal de Alemania y Holanda. Adem¨¢s, el sector privado teje d¨ªa a d¨ªa relaciones m¨¢s. directas e intensas y se esbozan estrategias regionales o sectoriales comunes.

Pero en las relaciones entre las naciones, como entre los individuos, hay a veces reacciones y desconfianzas que escapan al dominio de la racionalidad. El recelo que Portugal manifest¨® siempre hacia el poderoso vecino, la sospecha, siempre presente, de supuestas intenciones expansionistas o protectoras pertenecen a esta clase de reacciones. El m¨¦rito de esta segunda visita de los Reyes es tratar de combatir este estado de cosas con afecto y comprensi¨®n.

Monasterio de Batalha

El Rey acept¨® con la mayor naturalidad que *la ratificaci¨®n solemne del Tratado de Amistad y Cooperaci¨®n, firmado el 22 de noviembre de 1977 por Mario Soares y Adolfo Su¨¢rez, se realizase en su primera visita a Portugal en mayo de 1978 en Guimar¨¢es, cuna de la nacionalidad portuguesa. De la misma manera, acept¨® incluir en el programa de este segundo viaje una visita al monasterio de Batalha, pante¨®n de la dinast¨ªa de Avis y lugar conmemorativo de la batalla de Aljubarrota.Pocos son los espa?oles para quienes la fecha del 14 de agosto de 1385 tenga un significado, pero la derrota del Ej¨¦rcito de Juan I de Castilla frente a las huestes del fundador de la dinast¨ªa portuguesa de Avis comandadas por el santo condestable Nu?o Alvarez Cabral, es a¨²n conmemorada anualmente en Portugal como la m¨¢s gloriosa haza?a de las armas lusas y, sobre todo, como el s¨ªmbolo del irreductible patriotismo portugu¨¦s. La ofrenda floral del Rey de Espa?a al t¨²mulo del soldado desconocido portugu¨¦s de la I Guerra Mundial, en el monasterio de Batalha, es, guardadas todas las proporciones y la distancia hist¨®rica, tan simb¨®lica como las manos unidas de Fran?ois Mitterrand y Helinut Kohl ante el monumento a los muertos de Verd¨²n: el entierro del mito del enemigo hereditario.

Simb¨®lica tambi¨¦n, pero de sentido contrario, es la atribuci¨®n al Rey de Espa?a del t¨ªtulo de doctor honoris causa por la universidad de Coimbra, una de las m¨¢s viejas de Europa, hermanada con la de Salamanca. Ambas fueron distinguidas conjuntamente en 1986 con el Premio Pr¨ªncipe de Asturias a la Cooperaci¨®n Iberoamericana.