Alastair Teeling Smith
La lucha contra el 'apartheid' de un objetor de conciencia
Alastair lleva en la piel algo m¨¢s que tinta blanca. Veintisiete a?os de existencia en Sur¨¢frica y una orden de reclutamiento le han despertado la chispa antiapartheid. Desalentado por la idea de una mili contra negros, y amigo de un buen n¨²mero de subciudadanos de color en el pa¨ªs m¨¢s racista, este universitario ha decidido hacer caso omiso a la autoridad. Se encuentra en Espa?a como secretario nacional de Campa?a contra el Servicio Militar, movimiento de objeci¨®n de conciencia surafricano.
Alastair Teeling Smith tiene la vida un tanto restringida: no puede conceder entrevistas a periodistas, no puede hablar ante m¨¢s de 20 personas ni mantener encuentros a puerta cerrada; tampoco publicar art¨ªculos ni asistir a m¨ªtines contrarios al Gobierno de su pa¨ªs. Por no poder, tampoco puede negarse a engrosar por cuatro a?os las filas del-Ej¨¦rcito surafricano, que ya le ha enviado la tarjeta de reclutamiento. Si lo encuentran, a la c¨¢rcel."Hacer la mili en Sur¨¢frica significa mantener el estado de guerra civil en el pa¨ªs, disparar contra los negros en sus barrios y colaborar con la desestabiliza ci¨®n de pa¨ªses vecinos", cuenta Alastair, que acaba de terminar una gira por Europa para dar a conocer la situaci¨®n de los llamados a filas de su pa¨ªs. "Ahora, a mi regreso, me esconder¨¦ hasta que aguante".
Alastair tiene como apellidos un Teeling de padre surafricano y un Smith de madre brit¨¢nica Nacido en una familia de clase media de Johanesburgo, desconoci¨® la raza proscrita hasta la universidad. "Los ¨²nicos negros que hab¨ªa conocido hasta entonces fueron nuestra criada y el jardinero. ?ramos una familia inglesa t¨ªpica". Fue entonces cuando acudi¨® a Ciudad del Cabo a estudiar Psicolog¨ªa. "En la universidad conoc¨ª a j¨®venes negros y despu¨¦s sus casas, y vi las diferencias. Fue mi primer contacto con el apartheid".
El joven surafricano se arm¨® entonces de valor. En 1985 ingres¨® en la Campa?a contra el Servicio Militar, un organismo que cuenta con unos 1.000 activistas y que ya ha visto a sus primeros l¨ªderes encarcelados. El primero, un muchacho que, despu¨¦s de pasar la primera parte del servicio en Namibia, decidi¨® renunciar. "Ahora somos una organizaci¨®n prohibida, la primera de lucha blanca antiapartheid vetada por el Gobierno racista de Sur¨¢frica en los ¨²ltimos 40 a?os", cuenta Teeling Smith.
El secretario del movimiento surafricano de objeci¨®n de conciencia vive ahora con un grupo de amigos en Johanesburgo, en un cambio radical respecto a su infancia. "En el colegio nos ense?aban que nuestro pa¨ªs era muy rico y envidiado por todos, sobre todo por los comunistas", cuenta y recuerda sin sonrisas que entonces les remataban la lecci¨®n con un canto patri¨®tico. "Entonces nos dec¨ªan que los hombres ten¨ªamos que defender a la patria de extra?os enemigos, y las mujeres, cuidarnos y darnos hijos", asegura el joven surafricano.
Est¨¢ contento con su visita a Espa?a, aunque no habla castellano. "He de reconocer que mi primer contacto con este pa¨ªs fue la lectura de las aventuras de Ast¨¦rix en Espa?a".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.