A la caza de estrellas
Todo se vende en el gran supermercado del cine
KORO CASTELLANO, ENVIADA ESPECIAL, Alguien da la voz de alarma, y al estent¨®reo grito de "?Mastroianni!" la playa entera se lanza a la carrera. Lo que parec¨ªa una apacible ma?ana de domingo tomando el sol en la playa de Cannes acaba de convertirse en un caos vertiginoso. Los ba?istas se abalanzan sobre sus bolsos, se medio ponen una camiseta, empu?an la Instamatic y se lanzan a la caza de la estrella de cine. Todo se compra y se vende en el gran supermercado del cine.
Toman al asalto el lujoso hotel Mart¨ªnez, se cuelan,en el bar, en la piscina, en el hall y, empin¨¢ndose, de puntillas, intentan avistar a la estrella italiana. O a lo que queda de ella.Y es que Mastroianni, igual que Meryl Streeep, Mickey Rourke o Jane Fonda, ha venido a la 42? edici¨®n del Festival Internacional de Cine de Cannes a vender su ¨²ltima pel¨ªcula, Splendor, dirigida por Ettore Scola, y sabe que todo esto forma parte del programa de marketing, del tinglado de la compraventa. As¨ª que, resignado, impecablemente vestido, ocultos los ojos por unas gafas de sol, intenta abrirse paso hasta la piscina del hotel, donde su agregado de prensa le ha preparado una sesi¨®n de fotos. Unos cincuenta fot¨®grafos disparan sus c¨¢maras al mismo tiempo. Detr¨¢s del divo, asomando la cabeza tras los setos, los pap¨¢s suben a hombros a sus ni?os, los ni?os gritan y los gritos atraen a m¨¢s gente todav¨ªa. Y Mastroianni aguanta, impert¨¦rrito, que le tiren de la chaqueta, que le pidan aut¨®grafos y que los fot¨®grafos chillen su nombre para conseguir que les mire y sacarle un buen primer plano. Despu¨¦s tendr¨¢ una comida con periodistas, luego otra sesi¨®n de fotos con los dem¨¢s protagonistas de la pel¨ªcula, m¨¢s tarde un par de entrevistas con la prensa francesa y, para terminar su apretado programa del d¨ªa, asistir¨¢ vestido de esmoquin a la sesi¨®n de gala de la tarde. "Qu¨¦ dura es la vida de los actores de cine", parece pensar mientras prosa.
Y eso que Mastroianni puede considerarse uno de los afortunados. A ¨¦l no le van a encerrar durante dos d¨ªas en una suite de hotel para que reciba a un periodista cada media hora y repita una entrevista que ya se sabe de memoria. A ¨¦l ni siquiera le ha tocado asistir a la rueda de prensa de la pel¨ªcula porque su avi¨®n se retras¨® y no lleg¨® a tiempo. ?l tiene un equipo que filtra las peticiones de los 3000 -periodistas que hay en Cannes y que se mueren Por hablar con ¨¦l en exclusiva. Un equipo que le ahuyenta los moscones y le protege en la medida de lo posible.
Todo vale
En Cannes todo se vende y todo se compra. Es el gran supermercado del cine, un enorme zoco peliculero con infinidad de extras, mercachifies e incluso contrabandistas. Todo vale con tal de vender la pel¨ªcula de turno, el actor del momento, el director de moda. En el mercado del cine, situado en la planta baja del Palacio del Festival, los distribuidores firman cheques por valor de cientos de millones de d¨®lares mientras los productores se frotan las manos.
En los inmensos hoteles Carlton y Majestic tambi¨¦n funciona la compraventa. Cada habitaci¨®n es una oficina y en el hall campean letreros anunciando la situaci¨®n de las grandes compa?¨ªas cinematogr¨¢ficas. Incluso la ciudad de Nueva York ha abierto stand este a?o, poniendo la gran manzana a disposici¨®n de todos aquellos realizadores que quieran filmar en sus calles, tratando de facilitar al m¨¢ximo su tarea. Su oficina ya ha prestado ayuda a la realizaci¨®n de 1200 films. El Instituto Espa?ol de Cinematografla tambi¨¦n tiene oficina para ocuparse de vender los largometrajes patrios que participan en esta edici¨®n: Barroco de Paul Leduc, El r¨ªo que nos lleva de Antonio del Real y El ni?o de la luna de Agust¨ªn Villaronga, el ¨²nico a competici¨®n.
Los pasillos est¨¢n llenos de gente que corretea de un piso a otro cargada de papeles y las fachadas se cubren con enormes carteles de las pel¨ªculas. Los periodistas van de cuarto en cuarto leyendo listas donde figuran los nombres de Hugh Hudson, Ennio Morricone o Peter Ustinov, estrellas que posiblemente puedan ser entrevistadas. De la importancia de los medios para los que trabajen o de la caridad del encargado de prensa de turno depende que se las concedan.
Recibimientos
Los fot¨®grafos lo tienen s¨®lo un poco m¨¢s f¨¢cil. En el departamento gr¨¢fico del festival hay siempre un enorme letrero. En ¨¦l se escriben con rotulador azul las llegadas al aeropuerto de Niza "Bob Lowe, 13,45 horas; Grace Jones, 14,20 horas; Donald Sutherland, 14,50 horas", y as¨ª la organizaci¨®n del festival se asegura de que todos sus invitados tienen el recibimiento que esperan, bien iluminado con el destello de al menos una veintena de flashes.
Y eso que Cannes ya no es lo que era. Antes llegaban las multinacionales, con sus estrellas bien a garraditas de la mano, y no ha b¨ªa terraza en la que un turista medio no se encontrara con un artista de cine tom¨¢ndose una copa. Antes llegaban las grandes distribuidoras y ten¨ªan que hacer turnos en la gran sala de prensa para prestar atenci¨®n por igual a todas sus estrellas. Ahora, a Cannes vienen s¨®lo las compa?¨ªas independientes y los pocos artistas que se avienen a esta feria de entrevistas, ruedas de prensa y estrenos de gala, no dan abasto y sufren la persecuci¨®n de cientos de paparazzi.
Sin embargo, el festival se ocupa de no perder su brillo. Actores y actrices ya decadentes como Yves Montand, Peter Ustinov, Omar Shariff, Anthony Quinn, Sof¨ªa Loren o Alain DeIon han asistido este a?o. Caras bonitas,como Brooke Shields, Bo Derek o Rosanna Arquette, e incluso alguna que otra princesa como la inevitable Carolina de M¨®naco, le han sacado un poco de lustre para convertir al festival en carne de revistas del coraz¨®n. En el camino se quedaron Martin Seorsese, Francis Ford Coppola, Woody Allen, Sean Connery, Peter O'Toole, Alec Guinness y David Lean.
Babelia
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