Un deslucido final
En el concierto que cerraba las fiestas de San Isidro, te¨®rico plato fuerte de un devaluado programa, fall¨® la organizaci¨®n y el sonido. De esta forma qued¨® notablemente deslucida la actuaci¨®n de los dos grupos The Pogues y UB 40, que formaban la columna vertebral de un cartel en el que un grupo llamado Death Paquirri y los Pantojas sustituy¨® al anunciado Tote.En las puertas de acceso al Rock¨®dromo, los cacheos se suced¨ªan, con los agentes de seguridad buscando botellas, botes o cualquier otro tipo de objetos arrojadizos. En el interior, el suelo sin asfaltar de las gradas ofrec¨ªa cientos de piedras, y en los bares, cuando se terminaron los vasos de pl¨¢stico, despachaban la cerveza en sus correspondientes botes. Contradicciones importantes a las que sumar el desfase horario: en las entradas, la actuaci¨®n de The Pogues estaba anunciada para las 9.40, pero el grupo irland¨¦s sali¨® a escena a las nueve en punto, cuando muchos espectadores a¨²n estaban entrando al recinto de la madrile?a Casa de Campo.
The Pogues y UB 40
The Pogues: Shane McGowan (voz solista), Jem Finer (banjo y saxo), James Fearnley (acorde¨®n), Andrew Ranken (bater¨ªa), Spider Tracy (flauta), Philip Chevron (guitarra), Terry Woods (concertina y c¨ªtara) y Darryl Hunt (bajo). UB 40: Astro (voz solista), James Brown (percusiones), Ali Campbell (guitarra y voz), Earl Falconer (bajo), Norman Hassan (percusiones), Brian Travers (saxo) y Mickey Virtue (teclados). Auditorio de la Casa de Campo. Madrid, 21 de mayo.
Horas antes del concierto, la venta anticipada de entradas se cifraba en 18.000, cantidad a la que se deben a?adir las aproximadamente 7.000 que se adquirieron en las mismas taquillas del Rock¨®dromo minutos antes del comienzo del espect¨¢culo. El precio de la entrada era de 1.000 pesetas.
Nada m¨¢s finalizar la breve actuaci¨®n de Death Paquirri y los Pantojas, hicieron su aparici¨®n The Pogues, una banda irlandesa relativamente popular en Espa?a gracias a los bullangueros conciertos que ofrecieron en Bilbao y Barcelona (mayo de 1988) y en Madrid (julio de 1988).
Resultado desigual
Su formaci¨®n no ha cambiado desde entonces, y sus directrices musicales siguen basadas en los sonidos tradicionales de su pa¨ªs. El folk irland¨¦s es la base sobre la que The Pogues trabajan, flirteando a partir de entonces con ritmos m¨¢s cercanos al pop y al rock.El resultado es desigual, dependiendo excesivamente del estado de ¨¢nimo de los m¨²sicos; cuando se divierten tocando todo va sobre ruedas, pero cuando son los teloneros de alguien, como sucedi¨® el pasado domingo, se limitan a cubrir el expediente sin un solo exceso. Una frialdad incompatible con unas formas est¨¦ticas, coreogr¨¢ficas y musicales te¨®ricamente abrasivas.
Shane McGowan, cantante del grupo, no tom¨® en ning¨²n momento las riendas de la actuaci¨®n, desentendi¨¦ndose de cualquier responsabilidad vocal, seguramente por encontrarse bajo los efectos de una aparente sobrecarga et¨ªlica. Entre este desbarajuste esc¨¦nico, y un sonido infernal, discurri¨® el decepcionante directo de una banda que ten¨ªa fama de hacer de sus canciones peque?as fiestas.
A las 11 en punto de la noche, UB 40 interpretaron su primer tema, preludio de un repertorio exasperantemente similar. El reggae es una m¨²sica c¨¢lida, tremendamente directa y espont¨¢nea, f¨¢cil de interpretar, pero dif¨ªcil de transmitir. El grupo brit¨¢nico lo borda estil¨ªsticamente, pero se ve en serias dificultades cuando trata de mantener la atenci¨®n de un p¨²blico que perd¨ªa con facilidad la concentraci¨®n.
Canciones muy trabajadas, cadenciosas y sensuales, arropadas por unas magn¨ªficas voces resultaron masacradas con un sonido horrible, con un eco ensordecedor.
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