Carlo Pozzi

Carlo Pozzi, maestro heladero de 63 a?os, imparte desde primeros de mayo y hasta el pr¨®ximo viernes un curso de fabricaci¨®n artesanal de helados en la c¨¢rcel de Carabanchel, invitado por la Concejal¨ªa de Sanidad y Consumo del Ayuntamiento de Madrid. Vecino del barrio milan¨¦s de Porta G¨¦nova, muy cerca del cual existe un centro penitenciario, Pozzi est¨¢ muy familiarizado con los presidiarios. Un buen d¨ªa pens¨® que con su trabajo y su arte bien pod¨ªa ayudar a algunos reclusos a dejar la mala vida.

"Hay presos que no son delincuentes, sino pobres ignorantes que han ca¨ªdo enga?ados en las trampas de la sociedad, por eso decid¨ª que deb¨ªa hacer algo por ellos". Carlo Pozzi, heredero de una saga de heladeros fundada en 1895, tuvo que jubilarse forzosamente hace cinco a?os, tras sufrir varias operaciones de cadera. Pero este infortunio no dobleg¨® su voluntad ni su personalidad emprendedora.En 1987 dio un curso gratuito de helader¨ªa en la c¨¢rcel de menores de Mil¨¢n, y desde entonces vive con la idea fija de crear una cooperativa de heladeros integrada por presos. "Vivo como un Don Quijote dedicado a esta tarea, que, de hacerse realidad, supondr¨ªa un negocio fabuloso para las c¨¢rceles y adem¨¢s har¨ªa un bien considerable a los reclusos. Los pol¨ªticos de Mil¨¢n apoyan la idea, pero no hacen nada para llevarla a cabo".

Pozzi ya estuvo el pasado a?o en el penal de Carabanchel durante un mes impartiendo gratuitamente un curso de helader¨ªa. Este a?o, gracias a una invitaci¨®n del presidente de los heladeros artesanos de Madrid, Guillermo Castellot, y del concejal de Sanidad y Consumo del Ayuntamiento de Madrid, Leandro Crespo, ha podido continuar sus clases. "Tengo 30 alumnos y hacemos unos 1.000 helados diarios que se consumen en la c¨¢rcel. Me gustar¨ªa que se creara un laboratorio permanente de helados en este centro". Los alumnos heladeros del centro penitenciario madrile?o han pedido ayuda a varias entidades para organizar una cooperativa de helados.

A este azzurri singular su mujer le pide a menudo que abandone sus "tareas de misionero", pero ¨¦l ans¨ªa dejar en herencia a uno de sus nietos una cooperativa heladera de reclusos.

El secreto de sus helados no es otro que el trabajo hecho con esmero y el uso de frutas naturales maduras. Su especialidad veraniega es un sabor de lim¨®n y fresa llamado zabajone, mientras que en invierno prefiere el gianduia, un helado de chocolate, cacao y avellana. "Para m¨ª, el trabajo de la helader¨ªa es como el perfume de las flores, se me sube a la cabeza". Recientemente, Palmiro Cansoli, que dirige una comunidad terap¨¦utica de drogadictos en Santangelo Lodigiano, muy cerca de Mil¨¢n, le propuso crear una helader¨ªa en un castillo de esa localidad, y Pozzi acept¨® sin dudarlo el reto de la nueva aventura. Las aficiones de Carlo Pozzi son el espejo de su curiosa personalidad. Adem¨¢s de los gelatos, le vuelven loco el ciclismo de fondo -en su juventud fue ciclista aficionado y a¨²n lo practica- y los cementerios. "Los cementerios de M¨®dena, Mil¨¢n o G¨¦nova est¨¢n repletos de arte, y no s¨®lo los visito yo, tambi¨¦n los turistas y los ni?os acuden a ellos, porque son verdaderos parques. El de M¨®dena, donde todo el mundo tiene el mismo status y no existen l¨¢pidas fara¨®nicas, es fant¨¢stico".