Ciudad inc¨ªvica
Despu¨¦s de felicitar a la plantilla de su peri¨®dico por la calidad que consigue en todos los aspectos y a diario, paso a relatarle mi inquietud, que ya veo que no es m¨ªa, sino de muchos m¨¢s, por el estado actual de Madrid.El sensible deterioro que ha sufrido la calidad de vida en Madrid, las costosas p¨¦rdidas de tiempo que supone desplazarse de un sitio a otro, la denominada inseguridad ciudadana -que yo personalmente no he sufrido, aun viviendo en un barrio como Villaverde Alto-, las continuas huelgas de los servicios p¨²blicos y los cortes de calles por las de otros sectores, hacen de Madrid una ciudad inc¨ªvica.
En mi barrio veo a muchachos pic¨¢ndose, a camellos pasar droga, al farmac¨¦utico que me cuenta su¨²ltimo atraco, al amigo que le han entrado en casa, y un etc¨¦tera que proporciona miedo entre la gente.
A todo lo expuesto a?ado que no veo a los servicios de protecci¨®n ciudadana por las calles de mi barrio, no quiero decir que no les vea nunca, pero s¨ª que su presencia no es lo suficientemente permanente como para crear un sentimiento de protecci¨®n.
?Qu¨¦ hacer? ?Votar a otros? ?Cambiar de ciudad? ?Nada? Personalmente, ni idea; pero s¨ª les ruego a todos los que viven de y para el ciudadano una mayor responsabilidad y disciplina en su labor- .
Totalmente identificado
con las ideas pol¨ªticas que expone don Alejandro Hidalgo de Caviedes en EL PA?S del d¨ªa 16 de mayo, y asimismo de acuerdo con sus reflexiones sobre la suciedad y anarqu¨ªa de Madrid (anarqu¨ªa en su acepci¨®n peyorativa), deseo terciar en plan recurso de pataleo, siquiera sea en aras de aliviar mi impotencia ante la desidia de nuestros ediles.La suciedad, la mugre y la chapuza ya no se limitan a los barrios perif¨¦ricos. Ahora se siente un viento impregnado de mierda que avanza silencioso y va ganando toda la ciudad. Pintadas y basuras, papeles y pl¨¢sticos, jardines agostados y mendicidad componen un paisaje urbano transido de ordinariez e incultura que no es sino el reflejo de la sensibilidad de nuestros ediles.
El rosario de incurias podr¨ªa resumirse as¨ª:
En Barajas, los taxis se toman a lazo ante la presencia de un guardia que no sabe de qu¨¦ va. Y a horas nocturnas, los taxistas se agolpan en la salida para elegir la carga y la nacionalidad propicias, ante el asombro de los sorprendidos viajeros. A los ofrecimientos de "taxi, taxi" s¨®lo falta a?adir los de "mozo", "pensi¨®n barata", "camioneta para el f¨²tbol".
Los autobuses paran a un metro de la de Salamanca unas camionetas que recogen cajas y cartones ante la indignacera; los taxis, donde est¨¦ o desee el viajero. Ahora empiezan a recorrer el barrio aci¨®n de los automovilistas (son como los antiguos traperos, con el agravante de paralizar el tr¨¢fico impunemente).
Las carreteras de la Comunidad , absolutamente convertidas en escombreras. V¨¦ase Madrid a Boadilla.
En plan de apuesta con un sorprendido amigo catal¨¢n, conduje mi coche desde Atocha hasta los Nuevos Ministerios. Se trataba de hacer sonar el claxon, de saltarse los sem¨¢foros en ¨¢mbar y rojo, de cambiar de carr¨ªl con la sola advertencia del intermitente y de reafizarlo, sobre todo, ante la presencia de los agentes. Un ¨¦xito.
La calle o la carretera son como un basurero que los madrile?os utilizan diligentemente.
Si se argumenta que el presupuesto no llega, propongo un ahorro vendiendo todas las papeleras de la v¨ªa p¨²blica y establecer un acuerdo con bares y tabernas para que el p¨²blico deposite sus inmundicias en las mismas inmundicias de sus suelos. No se notar¨ªa.
La calle o la carretera son como un gran basureEn estos momentos en que parece que el chalaneo de la moci¨®n de censura va a prosperar, les dir¨ªa a los salientes que en lo cotidiano de cada d¨ªa, todo ha sido como una gran mierda. Lo malo es que yo les vot¨¦ y me han dejado sin ese derecho. Claro, no voy a votar a los Arias Navarro, Mayalde, Rodr¨ªguez Sahag¨²n y parentela.-
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