Inv¨¢lidos y h¨²medos
Ib¨¢n / Campuzano, Mendes, MoraCinco toros de Baltasar Ib¨¢n y 2? sobrero de Alcurruc¨¦n, que sustitu¨ªa a un primer sobrero, inv¨¢lido, de Carlos N¨²?ez, todos bien presentados e inv¨¢lidos. Jos¨¦ Antonio Campuzano: estocada corta ca¨ªda (silencio); estocada trasera ca¨ªda (algunos pitos). V¨ªctor Mendes: estocada y dos descabeflos (silencio); pinchazo, bajonazo y descabello (silencio). Juan Mora: estocada corta descaradamente baja (aplausos y tambi¨¦n protestas cuando saluda); pinchazo y estocada corta baja (silencio).
Plaza de Las Ventas, 31 de mayo.
19? corrida de la Feria de San Isidro.
JOAQUIN VIDAL
Los toros estaban inv¨¢lidos, lo cual no constituye ninguna novedad, y h¨²medos, que tampoco. Lo de la invalidez de los toros, podr¨ªa tener remedio; lo de la humedad no, pues, sencillamente, llueve, y a ver qui¨¦n para eso. Dicen que podr¨ªa cubrirse la plaza, y entonces no se mojar¨ªan ni los toros ni nadie, as¨ª cayeran chuzos de punta. Es una maravillosa propuesta: ?que la cubran! Y bien, una vez cubierta, los toros saldr¨ªan enjutos pero seguir¨ªan inv¨¢lidos; de donde se deduce que, cubriendo la plaza, no se acabar¨ªan los problemas de la fiesta.
El problema capital de la fiesta es la invalidez de los toros. Se trata de un misterioso asunto pues resulta que nadie conoce las causas, mientras muchos aficionados conocen el remedio. Acerca de las causas, los taurinos especulan que las ganader¨ªas habr¨ªan rebajado la casta y eso producir¨ªa que rueden sus productos por la arena. Pero hay rica casu¨ªstica que contradice estas argumentaciones. Por ejemplo, vacas lecheras, grey morucha, toros bravos para rejoneo, no se caen nunca. Por ejemplo, los Baltasar Ib¨¢n de ayer ten¨ªan casta y se ca¨ªan. Acerca del remedio, muchos aficionados lo revelan, y van y dicen: "A mi me dan una garrota, me dejen vigilar los chiqueros, y que se muera ese de ah¨ª si se vuelve a caer ning¨²n toro".
El cuarto Ib¨¢n de ayer, ejemplar de irreprochable trap¨ªo, era, a su vez, un inv¨¢lido supino y un excelente toro de casta. A ver qui¨¦n ata esa mosca por el rabo. El p¨²blico protest¨® la invalidez con toda la raz¨®n del mundo y luego protest¨® a Campuzano porque no dejaba quietas las zapatillas cuando el Ib¨¢n acud¨ªa a su muleta. Acud¨ªa al primer cite, pronto, fijo, largo, y fuera por el trap¨ªo irreprochable, fuera por la casta excelente, Campuzano pon¨ªa distancia, con el alivio del pico por un lado, con el alivio del pasito atr¨¢s por otro.
Campuzano tuvo un primer toro boyante y tampoco le tore¨® en sentido estricto. No le protestaron porque llov¨ªa, y a la afici¨®n lo que m¨¢s le importaba en la vida entonces era no mojarse. Sin embargo, cuando consigui¨® acoplar el cuerpo entre los revuelos de paraguas, pl¨¢sticos, chubasqueros, capotes, boinas capadas o sin capar, se integr¨® plenamente en la fiesta. Es decir, que se puso a dar palmas de tango y a pedir "?Too-ro, plas-plas-plas; too-ro, plas-plas-plas". Fruto de esta integraci¨®n plena fue que el presidente devolvi¨® al corral el too-ro inv¨¢lido y el sobree-ro inv¨¢lido que le sustituy¨®. El segundo sobrero tambi¨¦n estaba inv¨¢lido pero ese ya no lo devolvi¨® el presidente, ni los cuatro toros que quedaban, asimismo de perniciosa invalidez.
V¨ªctor Mendes cuarte¨® sin demasiado brillo pares de banderillas a su lote, que result¨® dificultoso, y las respectivas faenas hubieron de consistir en porfiar, consentir, luego esquivar derrotes. En cambio a Juan Mora le correspondieron dos inv¨¢lidos absolutos que pose¨ªan una nobleza rayana en la borreguez, y les dio muchos pases. La calidad contrastada que este torero posee de suyo hac¨ªa concebir la esperanza de que esos pases ser¨ªan exquisitos, pero le salieron mediocres. Juan Mora, convertido en un vulgar pegapases ayer, afiamencaba el tipo, descargaba la suerte, met¨ªa pico, ahogaba embestida, aburr¨ªa al personal.
Despu¨¦s de tanto toro inv¨¢lido, tanto pegapases, tanta pesadez y tanto remoj¨®n a lo tonto, los aficionados cogieron el petate y se marcharon de all¨ª moh¨ªnos. Pero hoy vuelven. Los aficionados deber¨ªan estar en los altares. Con un parag¨¹as, naturalmente.
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