Donde hay solera
Elizondo / Robles, Ortega Cano, CepedaToros de Mart¨ªnez Bizondo, grandes, con mucho peso y de media casta, excepto el 6?, noble. Julio Robles: pinchazo hondo bajo perdiendo la muleta, varias ruedas de peones -primer aviso, con retraso-, pinchazo perdiendo la muleta, pinchazo, otro bajo -segundo aviso-, estocada delantera atravesada y descabello (protestas); pinchazo, espadazo infamante escandalosamente bajo -aviso con retraso- y estocada (divisi¨®n). Ortega Cano. pinchazo, media metisaca y estocada trasera (aplausos); pinchazo y estocada (silencio). Fernando Cepeda: pinchazo trasero bajo a toro arrancado, pinchazo a un tiempo y media estocada escandalosamente baja (silencio); estocada corta baja (oreja). Plaza de Las Ventas, 2 de junio. 21? corrida de la Feria de San Isidro.
La afici¨®n no perdi¨® nunca la esperanza de que llegar¨ªa a ver algo bueno en la larga y aburrid¨ªsima tarde ferial. La afici¨®n sab¨ªa que all¨ª habia solera y por alg¨²n lado tendr¨ªa que surgir. Solera en los toros, aunque estaban saliendo descastados; solera en los diestros, aunque hac¨ªan gala de una vulearidad demoledora. La afici¨®n recordaba el juego excelente que dio, temporadas atr¨¢s, una novillada del hierro Mart¨ªnez Elizondo, y le ten¨ªa concedido cr¨¦dito blando -porque lo merec¨ªa- a Fernando Cepeda, cuyo arte descubri¨® cuando a¨²n era un novillerito desconocido.
Las primera muestra de solera estuvo en el tercio de quites del segundo toro. All¨ª se abri¨® de capa Fernando Cepeda y dibuj¨® unas ver¨®nicas de ensue?o. En ese punto y hora la afici¨®n le renov¨® el cr¨¦dito y el prestatario habr¨ªa podido vivir de sus rentas una temporada m¨¢s, a todo plan. Pero no quiso aceptar tan largo plazo y al sexto toro le hizo una faena enjundiosa, adornada de primorosos ribetes. Cuando a los toreros buenos les salen buenos toros, lo m¨¢s probable es que les hagan faenas enjundiosas adornadas de primorosos ribetes; qu¨¦ quiere que le diga. Y eso ocurri¨®. Salt¨® a la arena el toro asolerado, hizo fusi¨®n con la solera del diestro, y la plaza despert¨® de s¨²bito, atronando ol¨¦s y ovaciones. La solera del toro era casta, la del diestro torer¨ªa, y entrambas recrearon el toreo al natural, qu¨ªmicamente puro; las trincherillas, los ayudados, los pases de la firma y todo el repertorio cl¨¢sico que dio categor¨ªa de arte y de ciencia a la tauromaquia.
Antes que ese toro salieron otros pesad¨ªsimos, amazacotados, inservibles para la lidia, porque no ten¨ªan casta. De ¨¦sa especie era el segundo, que segu¨ªa los enga?os lelo en lugar de bravo, y aprovecharon los tres espadas para hacerle quites. Por chicuelinas Ortega Cano y Julio Robles, Fernando Cepeda las ver¨®nicas dichas, Ortega Cano otras adelantando mucho el capote y acentuapdo la cargaz¨®n de la suerte, con claros prop¨®sitos Competitivos.
Todo el mundo se atrev¨ªa con el toro lelo. Ortega Cano le hizo largu¨ªsima faena, sin vibraci¨®n alguna, pues el toro lelo topaba y luego se quedaba paradito a mitad del pase. Al quinto tambi¨¦n le hizo Ortega Cano largu¨ªsima faena sin vibraci¨®n alguna, porque no se cruzaba para nada, mientras el animalote segu¨ªa la muleta entre tontorr¨®n y distra¨ªdo. Cuanto m¨¢s se esforzaba en componer posturas y en pegar pases, m¨¢s se aburr¨ªa el p¨²blico. A Ortega Cano le falt¨® inspiraci¨®n y sentido de la medida.Por ah¨ª le anduvo Julio Robles, pundonoroso con un boyanc¨®n, decidido con un toro manejable, que a?adi¨® a la embestida pizca de nervio y su correspondiente mala uva. Por ah¨ª le anduvo, ya que tambi¨¦n ten¨ªa el sentido de la medida ausente, y luego lo agrav¨® acuchill¨¢ndo toros de b¨¢rbara manera. La historia del toreo, volumen ¨²ltimo tercio, cap¨ªtulo matarile, sigue una progresi¨®n descendente que va desde el volapi¨¦ a la carnicer¨ªa; desde la estocada en las p¨¦ndolas a la pu?al¨¢ lateral. La ¨¦poca que vivimos conoce el auge de la pu?al¨¢ lateral, muy prodigada hoga?o. El propio Fernando Cepeda culmin¨® as¨ª tanto su voluntarioso trasteo al moruch¨®n violento que sali¨® en tercer lugar, como la enjundiosa faena adornada de primorosos ribetes. Semejante espadazo invalidaba la oreja, y ahora est¨¢ en deuda. Que le ser¨¢ condonada cuando tambi¨¦n aplique a la suerte suprema su solera de torero bueno.
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