Los brit¨¢nicos siguen de espaldas al continente
Los ciudadanos del Reino Unido ven en Bruselas un monstruo burocr¨¢tico acaparador de soberan¨ªa
, La campa?a electoral brit¨¢nica para los comicios europeos transcurre con m¨¢s pena que gloria ante una poblaci¨®n desinteresada que en su mayor¨ªa vive a¨²n de espaldas al continente. Los laboristas plantean la consulta como un refer¨¦ndum sobre los 10 a?os de thatcherismo, mientras los conservadores, incapaces de disimular sus divisiones, concurren con un programa que pretende imbuir a Europa de los valores predicados por Margaret Thatcher. Los dem¨¢s partidos renquean sin esperanzas y aprovechan la ocasi¨®n para fortalecer sus posiciones nacionales.
El brit¨¢nico de a pie ignora en buena medida la votaci¨®n del d¨ªa 15, y el de a caballo tampoco est¨¢ muy interesado en ella. A pesar de todo, el inter¨¦s por lo que ocurre al otro lado del Canal ha crecido con respecto a hace cinco a?os, y de ah¨ª que se espere incrementar la entonces l¨¢nguida participaci¨®n del 33% hasta la cota del 40%.En el Reino Unido no es perceptible una campa?a electoral como tal, y la televisi¨®n, como medio masivo, no le dedica programas especiales. S¨®lo la Prensa de calidad intenta hacer labor docente explicando el funcionamiento de las instituciones europeas y qu¨¦ es lo que est¨¢ en juego a un p¨²blico tradicionalmente sometido a una dieta nacionalista y al que se le pinta Bruselas como un monstruo burocr¨¢tico que quiere adulterar, si no acabar, con todo lo que es brit¨¢nico.
Cuando no hace a¨²n dos meses Jacques Delors adelant¨® su proyecto de crear una uni¨®n monetaria europea, The Dady Telegraph, uno de los peri¨®dicos serios, titul¨®: "Revelado el plan de la CE para eliminar la libra".
Los brit¨¢nicos, junto a los espa?oles, son los ¨²nicos europeos que hablan de Europa como de algo que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de ellos. Pero para los isle?os Europa no tiene los tintes atractivos con que aparece a los ojos de los espa?oles, fuera del sol mediterr¨¢neo. Que "en la loter¨ªa de Dios el gordo es ser ingl¨¦s", de que hablara el imperial Rudyard Kipling, es una creencia muy arraigada entre los brit¨¢nicos.
La desconfianza y el desinter¨¦s tienen ra¨ªces hist¨®ricas y no han sido los pol¨ªticos quienes m¨¢s han hecho por eliminarlos. No hace mucho, el Partido Laborista a¨²n abogaba por la salida brit¨¢nica de la Comunidad, y los conservadores, que introdujeron a Albi¨®n en el redil continental hace 16 a?os, aparecen ahora divididos entre idealistas y quienes ven Europa como una oportunidad para el mundo de los negocios, si bien hay gradaciones entre ambos polos.
Campa?a mortecina
Han sido las invectivas de Edward Heath, adalid del europe¨ªsmo brit¨¢nico, contra Thatcher, partidaria de la Europa de comercio irrestricto, las que han producido las ¨²nicas chispas en la mortecina campa?a para elegir a los 81 brit¨¢nicos del Parlamento de Estrasburgo.
El ex primer ministro conservador se ha sentido en la necesidad de "limpiar la mancha del discurso" pronunciado por Thatcher el pasado mes de septiembre en Brujas y se ha despachado a gusto contra su sucesora, a la que ha acusado de manipular el significado de Europa y de enga?ar a los brit¨¢nicos. "Deber¨ªamos tener cuidado de los pol¨ªticos, que se quejan de la p¨¦rdida de soberan¨ªa. ?Qu¨¦ quieren decir?. Con demasiada frecuencia se refieren a su propio poder y jugar¨¢n la carta de la soberan¨ªa en momentos de dificultades internas para desviar la atenci¨®n", dijo Heath en Bruselas hace unos d¨ªas.
El ex primer ministro tambien acus¨® a su partido de querer amordazarle, y lleg¨® a llamar mentiroso al presidente conservador, en unos intercambios que nada tienen que ver con el modo pol¨ªtico de operar de los conservadores, maestros en saldar las rencillas ¨¢ puerta cerrada.
Los 45 parlamentarios conservadores de Estrasburgo y los candidatos asistieron con desconcierto a esta estent¨®rea fractura de la disciplina partidista, que no hace sino resaltar las diferencias con respecto a Europa dentro del partido.
Ya los europarlamentarios se hab¨ªan manifestado llamativamante en contra de la negativa de Thatcher a integrar la libra en el Sistema Monetario Europeo, del mismo modo que se desmarcaron de las cr¨ªticas a Delors y echaron por la borda al fantasma aireado por Thatcher de la uniformizaci¨®n a que aspira Bruselas.
Heath no cree que sus arremetidas vayan a llevar a los votantes hacia las redes laboristas y lo m¨¢s que concede es que muchos conservadores se quedar¨¢n en casa al no poder ver con claridad en las turbias aguas del conservadurismo. El manifiesto electoral defendido por Thatcher tiene detalladas propuestas "para dirigir Europa en los a?os noventa seg¨²n un programa conservador".
Los conservadores basan su campa?a electoral en la amenaza socialista que representa Bruselas.
"No permitas que el laborismo se cuele por la puerta trasera", dice el principal eslogan de la campa?a, plasmado junto a una foto del n¨²mero 10 de Downing Street, residencia de la primera ministra.
Para Neil Kinnock, estas elecciones suponen "un juicio sobre los 10 a?os de Thatcher" y la primera consulta en serio tras haber concluido la renovaci¨®n de su oferta pol¨ªtica, orientada a ocupar el espacio pol¨ªtico del centro.
La conversi¨®n europea del laborismo es cauta y supeditada a las pol¨ªticas inspiradas por el bruselense palacio de Berlaymont, m¨¢s prometedoras que las de Downing Strect. De ah¨ª la ausencia de detalles en el programa y la repugnancia a aceptar la aprobaci¨®n de la uni¨®n pol¨ªtica o econ¨®mica.
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