Europa

Hay un tiempo para la n¨¢usea y un tiempo para votar. Comprendo cu¨¢ntas razones hay para la n¨¢usea y los pocos impulsos europeos incluidos en la conciencia pol¨ªtica de los espa?oles. Lo comprendo porque Europa no ha dado motivos todav¨ªa para ser tomada en consideraci¨®n pol¨ªtica y sigue siendo en lo fundamental la Europa de los mercaderes.De no estropearse el invento, Europa ser¨¢ una unidad pol¨ªtica o no tendr¨¢ sentido su unidad econ¨®mica incluso antes de que frag¨¹e esa unidad pol¨ªtica. Europa ser¨¢ un evidente espacio social que dar¨¢ una nueva dimensi¨®n a la acci¨®n de los movimientos sociales. Aunque s¨®lo fuera por eso, no hay ninguna raz¨®n para la abstenci¨®n, como no sea instalarse en el regusto de la n¨¢usea.

Estas elecciones parecen propiciar o la abstenci¨®n o el ajuste de cuentas. La abstenci¨®n, como operaci¨®n de castigo generalizada a un juego pol¨ªtico ¨²ltimamente caracterizado por el esc¨¢ndalo. El ajuste de cuentas, como respuesta social a los malestares disgregados, pero coincidentes, que se expresaron el 14 de diciembre.

La abstenci¨®n no es un castigo, es una deserci¨®n progresiva que va atrofiando la m¨ªnima capacidad participativa de los ciudadanos. Precario mundo ¨¦ste, hasta ahora gobernado en Occidente por un presidente elegido a base de abstenciones, y en Oriente, por dirigentes elegidos a base de aclamaciones.

En cuanto al ajuste de cuentas, es leg¨ªtimo. Que cada cual administre el ajuste de cuentas a su gusto o buen entender, pero me atrevo a pedir que alguien vote pensando en Europa. Que alguien vote pensando que el signo hist¨®rico de Europa y su sentido dependen de su correlaci¨®n de fuerzas interior y que est¨¢ comprobado cient¨ªficamente que todos los que ponen en duda la existencia de la derecha y la izquierda son de derechas.