Poes¨ªa de lo abominable
Friedrich Wilhelm Murnau, un alem¨¢n de formaci¨®n aristocr¨¢tica, refinado y culto, que se fug¨® de los altos estudios de historia y filosof¨ªa en la Universidad de Berl¨ªn al polvo de los escenarios cabareteros de la primera posguerra mundial, descubri¨® el cine en el a?o 1919 a trav¨¦s de un filme, El gabinete del doctor Caligari, fundacional tanto en lo que respecta a la tradici¨®n est¨¦tica del expresionismo alem¨¢n como de lo que con los a?os se convirti¨® en uno de los g¨¦neros m¨¢s populares del cine, el de terror.Bajo la mal¨¦fica influencia de este hist¨®rico filme de Robert Wienne, Murnau concibi¨® en 1922 su s¨®rdido, terrible y melanc¨®lico Nosferatu, obra esencial, que dentro del g¨¦nero ocupa el comienzo -y al mismo tiempo la cumbre, pues nunca fue superado- de la parcela dedicada al mito del vampiro humano.
Murnau puso como segundo t¨ªtulo de este extra?o monumento del cine mudo Una sinfon¨ªa de grises. La descripci¨®n del filme que lleva dentro esta idea es insuperable. Concebido pl¨¢sticamente en un violento negro sobre blanco, Nosferatu -proyectado en sala, pero nos tememos que no en su emisi¨®n televisiva, que corroe los matices- est¨¢ compuesto por una riqu¨ªsima gama de grises, encerrados en los extremos envolventes del puro blanco y del puro negro.
Nosferatu, rom¨¢ntica, gris, negra sinfon¨ªa de lo abominable, se inspira en la novela de Bram Stoker y tiene dentro la m¨¢s espeluznante caracterizaci¨®n que el cine ha concebido del monstruo c¨¢rpato, a cargo de la afilada y siniestra composici¨®n del actor Max Schreck. Es sin duda esta la cumbre iconogr¨¢fica del mito, muy superior a la sombr¨ªa humorada de dandy con brillantina que imagin¨® Bela Lugosi, pero que no obstante fue la que prosper¨® en la imaginaci¨®n popular, gracias a los divertidos comienzos que la saga de Dr¨¢cula en los a?os 30, ya en el sonoro, adquiri¨® bajo la direcci¨®n de Tod Browning.
Pero el Nosferatu de Murnau se instala en un estadio superior de la imaginaci¨®n po¨¦tica del terror. Es mucho m¨¢s ¨ªntimo y creible, menos mu?eco de feria, y por ello m¨¢s insoportable y fascinante en cuanto fuente de inquietud. Hoy, el Dr¨¢cula de Lugosi y Browning ha perdido capacidad para estremecer, mientras en el Nosferatu de Schreck y Murnau ha aumentado esa su fr¨ªa y desalmada condici¨®n hipn¨®tica, que nos hace observarlo, despu¨¦s de casi 70 a?os y de decenas de filmes, todav¨ªa de soslayo, como a toda presencia insostenible.
Maldici¨®n
El mito de Nosferatu elev¨® de golpe al joven Murnau -sobre el que la leyenda dej¨® caer una especie de maldici¨®n a partir de este filme, que seg¨²n los augures le condujo a?os m¨¢s tarde a una terrible muerte- a la punta de la vanguardia del movimiento expresionista del cine alem¨¢n de aquel tiempo, herman¨¢ndose desde entonces su nombre con el de Fritz Lang, tan pr¨®ximo y no obstante tan opuesto a ¨¦l.
Una atm¨®sfera viciada, enrarecida, casi espesa, se escapa por las rendijas de las im¨¢genes de esta genial reliquia del primer romanticisnmo negro del cine europeo, que concibi¨® im¨¢genes sin las que hoy no se entender¨ªan las intrincadas ra¨ªces que en el cine alimentan la frondosa poes¨ªa de la atrocidad y del horror, que es uno de los cap¨ªtulos m¨¢s f¨¦rtiles de este arte.
Nosferatu se emite a las dos de la madrugada por TVE-1.
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