Pedrol Rius debe continuar
El pasado d¨ªa 6, el Colegio de Abogados de Barcelona celebr¨® una junta general en cuyo orden del d¨ªa nada figuraba sobre peticiones de dimisi¨®n del Consejo General de la Abogac¨ªa. Quiz¨¢ ello explique que, de un colegio con 10.000 afiliados, s¨®lo concurrieran a la junta unos 300, y es significativo que m¨¢s de la mitad de esos 300 abandonaran la junta a la hora de votar. En tales condiciones nada tiene de sorprendente que de los 131 colegiados que permanecieron, entre los que figuraban componentes de la Asociaci¨®n Catalana de Juristas Dem¨®cratas, el Grupo de Letrados Progresistas y el Grupo de Abogados J¨®venes, votaran en familia las peticiones de dimisi¨®n del se?or Pedrol y de los restantes miembros del Consejo General de la Abogac¨ªa, reiterando las que hab¨ªan formulado en el congreso de Palma de Mallorca, aunque all¨ª las defendieran m¨¢s con gritos que con palabras.Veo ahora en un art¨ªculo publicado en EL PA?S del d¨ªa 14 que los dirigentes de la Asociaci¨®n Catalana de Juristas Dem¨®cratas convierten la opini¨®n de tan reducido c¨®nclave: nada menos que en un "clamor de los abogados barceloneses contra Pedrol".
Aunque formalmente hay un acuerdo de aquella junta general con unas pretensiones de dimisi¨®n, la regla democr¨¢tica se?alaba que tales pretensiones fueran sometidas al ¨®rgano supremo de la abogac¨ªa, que: no es otro que la Asamblea de Decanos de los Colegios de Abogados de Espa?a, cuya procedencia democr¨¢tica y representatividad nadie puede discutir en serio. Esta asamblea es la que ha elegido los miembros del Consejo General y la que podr¨ªa haberles retirado la confianza que les otorg¨® a trav¨¦s del proceso electoral. Pues bien, la Asamblea de Decanos se reuni¨® el d¨ªa 10, examin¨® la cuesti¨®n y por 65 votos a favor y 2 en contra aprob¨® una moci¨®n de confianza al se?or Pedrol y a los miembros del Consejo General. Despu¨¦s de esta rotunda decisi¨®n, adoptada por quien le correspond¨ªa, la legitimidad de la permanencia de los miembros del Consejo General en su cargo constituye cosa juzgada si aplicamos los principios democr¨¢ticos m¨¢s elementales.
Vemos, sin embargo, que quien ostenta en su denominaci¨®n de grupo el honorable t¨ªtulo de dem¨®cratas le guardan muy pocos respetos a la democracia y, despreciando el acuerdo de la Asamblea de Decanos, vuelven a insistir, como si no hubiera pasado nada, en sus pretensiones de dimisi¨®n. Estamos, evidentemente, ante una maniobra de acoso y derribo a quien, como el se?or Pedrol Rius, viene entregando desde hace 17 a?os sus mejores esfuerzos, su indiscutible inteligencia y su eficacia al servicio de la abogac¨ªa. Maniobra que, por cierto, fue anunciada ya en los medios de comunicaci¨®n antes del congreso de Palma.
Asombrados e indignados
Los millares y millares de abogados de este pa¨ªs nos estamos preguntando, entre asombrados e indignados, ?con qu¨¦ t¨ªtulo unos grupos indiscutiblemente minoritarios pretenden imponer sus criterios a la mayor¨ªa de los 70.000 abogados espa?oles y descabezar nuestra organizaci¨®n corporativa?
A la hora de las acusaciones contra el se?or Pedrol Rius se pone de manifiesto su falta de contenido. Y as¨ª se dice en el art¨ªculo que comento que el turno de oficio se paga poco. Pero,?qui¨¦n es el que paga poco?, pues sencillamente los poderes del Estado, que son quienes deciden la cuant¨ªa de aquella remuneraci¨®n. ?Por qu¨¦ entonces los firmantes del art¨ªculo eluden sospechosamente la cr¨ªtica a quienes tienen la decisi¨®n en el asunto y pretenden echarla sobra el se?or Pedrol Rius, que no es m¨¢s que el peticionario que a?o tras a?o viene reclamando un aumento que no llega en las proporciones debidas?
Naturalmente, los ¨®rganos dirigentes de la abogac¨ªa est¨¢n ya trabajando para proponer a quien le corresponde aprobarlas las oportunas reformas de nuestra organizaci¨®n colegial, entre las cuales es de prever una presencia institucional de representantes de las comunidades aut¨®nomas en el Consejo General. Y constituye otro s¨ªntoma de la maniobra que vengo denunciando el hecho de que se pretenda presentar esta futura reforma como la obra de unos grupos renovadores, dem¨®cratas, progresistas y que el oponente sea precisamente el se?or Pedrol Rius, a quien se le niega el pan y la sal.
El firmante del presente art¨ªculo es un abogado de filas, no posee uno de esos grandes bufetes, no est¨¢ vinculado a ninguno de ellos, carece de cualquier afiliaci¨®n partidista y reconoce, como la mayor¨ªa de los compa?eros, que uno de los grandes m¨¦ritos del se?or Pedrol Rius -cuya larga gesti¨®n es l¨®gico que pueda presentar inevitablemente alg¨²n error, como toda obra humana- es la de haber defendido siempre a la abogac¨ªa espa?ola contra cualquier servidumbre proveniente del mundo de la pol¨ªtica y haber sido independiente, cuando tantos han dejado de serlo.
Y para terminar, no recuerdo que ninguno de los firmantes del art¨ªculo al que ahora respondo hiciera o¨ªr su voz cuando el se?or Pedrol se alz¨® con toda decisi¨®n contra el llamado borrador de la ley de Colegios Profesionales, que pretend¨ªa convertir a los Colegios de Abogados en meras dependencias de la Administraci¨®n. Ah¨ª s¨ª que hab¨ªa que invocar la libertad y la democracia. Y los actuales firmantes del escrito permanecieron sistem¨¢ticamente mudos. Como mudos siguieron cuando el se?or Pedrol se enfrent¨® con un proyecto de ley que pretend¨ªa convertir a los abogados en confidentes al fisco y traidores de la confianza recibida de sus clientes.
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