Coros diversos para un mismo vuelo

M. J. O., Desde que en 1958, en el festival de San Remo, los espectadores directos de un Domenico Modugno treinta?ero rompieron su mutismo encorsetado y entonaron junto al italiano la canci¨®n Volare, ¨¦sta dej¨® de pertenecerle.

M¨²ltiples coros se le han sumado desde entonces. A lo largo de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, voces de verbenas estivales, juerguistas con ronquera persistente, veteranos de sue?os imposibles, solistas temblorosos por la primera ducha del d¨ªa, radicales emocionados, donjuanes americanos -Dean Martin-, afamados divos -Luciano Pavarotti-, multiplicaron en progresi¨®n geom¨¦trica una canci¨®n que lleva el camino de hacerse infinita.

Esta noche Domenico actuar¨¢ en el Palau de la M¨²sica de Valencia, dentro de la Trobada del Mediterrani, y seguramente m¨¢s de uno vibrar¨¢ con este hombre. Y tambi¨¦n, seguramente, un nuevo coro de voces que lucir¨¢ vestido de domingo, nostalgia almacenada y chuleta atrincherada con Nel blu, dipinto di blu, entonar¨¢ con todas las de la ley la canci¨®n de todos.

Pero hace dos d¨ªas, en la c¨¢rcel modelo de Valencia y bajo un sol de injusticia, miradas esc¨¦pticas observaban a un Modugno extenuado y sudoroso que intentaba quebrar el desaliento. Y lo consigui¨®. El escepticismo se troc¨® en complicidad y estall¨® y se propag¨® como fuego de artificio, -por algo esto es Valencia-, cuando de nuevo y por en¨¦sima vez el italiano dijo aquello de: "Vuela, vuela, vuela". ?Y hay que ver c¨®mo volaba aquel sorprendente coro!