Abogados: ?fin de un modelo de gobierno?
La din¨¢nica generada por la retirada del llamado sector cr¨ªtico del Congreso de la Abogac¨ªa celebrado en mayo pasado en Palma de Mallorca puede provocar un resultado de cierto relieve hist¨®rico: acabar con el modelo de consenso y de concentraci¨®n que viene imperando en la gobernaci¨®n del Colegio de Madrid- el m¨¢s numeroso e influyente de Espa?a- desde que Antonio Pedrol accedi¨® por primera vez a su decanato en enero de 1974. La obsesiva fijaci¨®n que los grupos de abogados cr¨ªticos parecen tener por la persona de Pedrol, hasta el punto de dar la impresi¨®n de reducir todo su programa de actuaci¨®n a la dimisi¨®n del actual decano del Colegio de Madrid y presidente del Consejo General de la Abogac¨ªa, podr¨ªa conseguir este objetivo pero con el efecto a?adido de llevarse por delante este sistema de gobierno en el que han coincidido durante tan dilatado per¨ªodo de tiempo la derecha y la izquierda de la abogac¨ªa madrile?a. El problema de fondo que se esconde tras esa hipot¨¦tica salida a la actual situaci¨®n conflictiva es si en estos momentos existe una alternativa mejor de gobierno, sobre todo desde una perspectiva progresista en la que te¨®ricamente al menos parecen moverse los grupos de abogados del sector cr¨ªtico.Seria harto simplista achacar lo sucedido en Palma de Mallorca a una p¨¦sima preparaci¨®n del congreso, a insuficiencias del reglamento o a la mala fe y al personalismo de algunos de los protagonistas, aunque de todo ello haya habido. La reacci¨®n airada y contundente de los elementos m¨¢s j¨®venes y activos de la abogac¨ªa espa?ola es la expresi¨®n plastica del malestar incubado por los males que viene arrastrando esta corporaci¨®n profesional desde antiguo y que no han hecho sino evidenciarse seg¨²n ha ido evolucionando en su torno durante los ¨²ltimos lustros la sociedad espa?ola. En sintesis, la situaci¨®n creada podria responder a estos interrogantes:? Hasta que punto siguen siendo v¨¢lidos el estilo y la forma de gobierno que han perdurado con exito durante tantos a?os, y hasta que punto son suficientes en los tiempos actuales las cotas de representatividad establecidas en las viejas estructuras colegiales? ?Tienen las nuevas hornadas de j¨®venes licenciados que llegan a la profesi¨®n cabida en estas estructuras y encuentra su problem¨¢tica la suficiente receptividad?.
La historia de la abogac¨ªa espa?ola de los ¨²ltimos quince a?os, y m¨¢s concretamente la del Colegio de Abogados de Madrid, prefigura en muchos aspectos la general pol¨ªtica vivida en este periodo de tiempo en el pais.
Tres a?os antes de que, desde el marco del Estado, la derecha posibilista iniciase la operaci¨®n pol¨ªtica de la reforma frente a la ruptura, Antonio Pedrol puso en pr¨¢ctica esta misma operaci¨®n en el marco restringido de la abogac¨ªa madrile?a con la aquiesciencia de los grupos de abogados que alentaban la oposici¨®n al franquismo.
Reforma frente a ruptura
Esto fue posible porque Pedrol, elegido por primera vez decano en diciembre de 1973 frente a la candidatura de Joaqu¨ªn Ruiz-Gimenez, apoyada por la oposici¨®n democr¨¢tica al franquismo, asumi¨® desde el primer momento con inteligencia pol¨ªtica la principales reivindicaciones del sector dem¨®crata. Mas tarde, y una vez restaurada la democracia, Pedrol propici¨® una especie de gobierno de concentraci¨®n, que a¨²n perdura, con las principales fuerzas politicas de derecha e izquierda presentes en la abogacia madrile?a.
La paz colegial y el fortalecimiento de las relaciones de la abogacia con el poder pol¨ªtico han sido los principales frutos de esta forma de gobierno. Pero, al mismo tiempo, los pactos por la c¨²spide que la hac¨ªan posible, en alguna medida artificiales, han propiciado el desinter¨¦s y el aburrimiento y reducido a una expresi¨®n m¨ªnima la vida colegial. Si desde la derecha esta situaci¨®n apenas ha sido contestada no puede decirse lo mismo desde la izquierda: hace a?os que la vienen denunciando colectivos de abogados que han ido engrosando sus filas con los llegados la profesi¨®n en las ¨²ltimas homadas, intelectualmente radicalizados y que encuentran el marco de los partidos de izquierda parlamentarios demasiado estrecho para su actividad pol¨ªtico- profesional.
El impacto producido en la propia abogacia y en la opini¨®n p¨²blica en general por los acontecimientos de Palma de Mallorca podria favocerer la b¨²squeda de soluciones satisfactorias para todos. La cuestion est¨¢ en saber si los actuales dirigentes de la abogacia, y a su cabeza Antonio Pedrol, est¨¢n dipuestos a reformar la normativa y estructura colegiales en el sentido de ampliar las bases de representatividad y hacer m¨¢s f¨¢cil el acceso de todos los grupos a los ¨®rganos de gobierno de la profesi¨®n. Se trataria, en definitiva, de democratizar la vida colegial todo lo que es exigible de acuerdo a las pautas hoy vigentes, lo cual seria, por otra parte, el natural y digno remate de la trayectoria iniciada por Pedrol al frente de la ahogacia espa?ola en el ya lejano 1974. Pero, a la vez, habr¨ªa que saber tambi¨¦n si los grupos de abogados criticos est¨¢n dispuestos a participar en esta tarea y a no trasladar al marco profesional cuestiones pol¨ªticas que hoy d¨ªa tienen tratamiento en las instituciones democr¨¢ticas. Su actuaci¨®n en el congreso de Palma de Mallorca parece haber estado animada por una rememoraci¨®n nost¨¢lgica de experiencias valiosas del pasado- en concreto, la protagonizada en el congreso de la abogacia de Le¨®n en 1970pero que nada tienen que ver con la actual situaci¨®n. Ni a Pedrol le debe interesar concluir su actual y seguramente ¨²ltimo mandato al frente de la abogacia con unas elecciones que le asegurar¨ªan el poder con los exclusivos votos de los sectores de la derecha ni a los grupos de abogados cr¨ªticos debiera interesarles tampoco forzar una guerra en la que, a la vez que ellos, ser¨ªa barrida probablemente la izquierda en su conjunto.
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