Mano dura con los sindicatos
La primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, lleg¨® al Gobierno con la promesa de meter en cintura a los sindicatos. No par¨® en barras y en estos 10 a?os ha producido una legislaci¨®n laboral que hace muy dif¨ªcil el activismo sindical. Las actuales huelgas le tientan a estrechar a¨²n m¨¢s el marco legislativo vigente e ?legalizar los paros en el sector p¨²blico.La jefa del Gobierno tiene previsto presentar dentro de unos meses en el Parlamento de Westminster su cuarta ley sobre el empleo. Las tres anteriores quitaron mordiente a los sindicatos, cuyos afiliados deben aprobar en votaci¨®n secreta los llamamientos a la huelga.
Las huelgas de solidaridad son ?legales, los sindicatos no pueden sancionar a sus esquiroles y los empresarios tienen inmediato acceso a los jueces para parar una huelga alegando nimios defectos formales, seg¨²n otras de las restriccciones Impuestas por el Gobierno conservador a la antigua libertad sindical sin barreras.
La proclamaci¨®n de una huelga es un proceso complejo que requiere la firme convicci¨®n de los afiliados.
"No hay gente forzada a la acci¨®n por los l¨ªderes sindicales", dice Norman Willis, secretario general de los sindicatos brit¨¢nicos, hablando de la presente oleada de protestas. "La presi¨®n viene de los trabajadores, que ven su calidad de vida y condiciones de trabajo en peligro en tiempo de creciente inflaci¨®n. Saben que si no se defienden nadie los va a defender".
Thatcher ha declarado que su Gobierno "est¨¢ ahora viendo los medios de parar algunas de las huelgas m¨¢s dif¨ªciles, porque hay ciertos servicios esenciales que se tiene la obligaci¨®n de mantener en marcha"."No descarto ninguna opci¨®n por lo que a las huelgas en el sector p¨²blico respecta", apostilla Norman Fowler, ministro de Empleo, cuyo departamento ya rechaz¨® en 1981 tal idea.
"La ¨²nica respuesta del Gobierno parece ser la de decir que las vigentes leyes no son suficientes para impedir las huelgas y amenaza con ilegalizarla", replica Jimmy Knnap, l¨ªder de los ferroviarios. "Si entramos en ese terreno estaremos asumiendo valores que s¨®lo existen en dictaduras repulsivas".
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