La transici¨®n chilena
EL PACTO para la celebraci¨®n el pr¨®ximo 30 de julio del segundo plebiscito de la transici¨®n chilena, unido a la proclamaci¨®n de los candidatos a las elecciones generales del 14 de diciembre pr¨®ximo, despeja las principales inc¨®gnitas pol¨ªticas de ese pa¨ªs andino, torturado desde 1973 por una de las peores dictaduras de la historia reciente. Chile camina decididamente hacia una transici¨®n pac¨ªfica y negociada en la que el modelo espa?ol est¨¢ en la mente de todos.Los chilenos est¨¢n llamados a votar por segunda vez en menos de un a?o para aprobar una reforma de la Constituci¨®n militar de 1980, la misma que Augusto Pinochet quer¨ªa mantener intacta, "hasta la ¨²ltima coma". Aunque son reformas menores -se suaviza la condena a los grupos marxistas, se elimina la mayor¨ªa militar en el Consejo de Seguridad Nacional, se aumenta el n¨²mero de parlamentarios y se reduce de ocho a cuatro a?os el per¨ªodo presidencial por una vez, entre otras-, lo significativo es que fue pactada por las fuerzas armadas, la derecha que sustent¨® desde siempre la dictadura y la coalici¨®n opositora, en la que se incluyen grupos de izquierda marxista de antigua raigambre. Pinochet y el n¨²cleo duro de oficiales que quer¨ªan mantener el r¨¦gimen intacto debieron ceder a la nueva realidad creada tras su derrota en el plebiscito del 5 de octubre del a?o pasado.
No existe, por tanto, incertidumbre en el resultado del refer¨¦ndum del pr¨®ximo domingo, cuya principal consecuencia ser¨¢ facilitar futuras reformas m¨¢s profundas de esta Constituci¨®n, una vez instalado, en marzo, el nuevo Congreso. La oposici¨®n, jugando sus cartas con inteligencia y realismo, ha admitido hacer de comparsa en este montaje, que legitima una Constituci¨®n que nunca ha aceptado, con la convicci¨®n de que tiene enfrente a un tirano que no vacilar¨ªa en aprovechar cualquier oportunidad para volver atr¨¢s el curso de la historia. Al aceptar el actual paquete de reformas, las fuerzas de oposici¨®n han entendido que es el m¨¢ximo posible bajo las actuales circunstancias en las que ellas ostentan la mayor¨ªa, pero no el poder.
Si todo transcurre de acuerdo con las previsiones, la oposici¨®n arrebatar¨¢ en diciembre el poder en las urnas a un r¨¦gimen que se ha sustentado durante 16 a?os bajo la amenaza de las armas. La unidad y la generosidad de los 17 partidos que componen la Concertaci¨®n para la Democracia -en la que coexisten partidos grandes y peque?os, de derecha liberal y de izquierda marxista, amigos y enemigos en los tiempos de la democracia- ha permitido levantar una candidatura ¨²nica en la persona del l¨ªder democristiano Patricio Aylwin. Este veterano pol¨ªtico de car¨¢cter pragm¨¢tico ha sabido ganar la confianza de la izquierda que particip¨® en el Gobierno de Salvador Allende, a quien los democristianos, con Aylwin a la cabeza, ayudaron a derribar en 1973. Su conducci¨®n abierta y flexible de la oposici¨®n durante el plebiscito de octubre pasado le convirti¨® en el l¨ªder indiscutido del pufiado de dirigentes que han conducido la transici¨®n.
Su principal contendiente ser¨¢ Hern¨¢n B¨¹chi, un tecn¨®crata joven e inexperto cuyo mayor m¨¦rito ha sido conducir la marcha financiera del pa¨ªs andino durante los ¨²ltimos a?os de crecimiento econ¨®mico. Su candidatura, que cuenta con el apoyo expl¨ªcito de Pinochet, es promovida y financiada por el peque?o pero poderoso grupo de grandes empresarios que se enriquecieron en los a?os de prosperidad ultraliberal y que intentan a toda costa mantener sus privilegios. La derecha, que acudir¨¢ dividida a las elecciones de diciembre, sabe que no puede ganar a Aylwin y s¨®lo aspira a mantener el 40% de votos que obtuvo Pinochet en el plebiscito del a?o pasado para intentar, desde el Parlamento y con el aval de los militares, desgastar al primer Gobierno democr¨¢tico chileno tras la dictadura.
Europa occidental y Estados Unidos, seg¨²n se ha sabido ahora, desempe?aron un papel clave en los d¨ªas del plebiscito de octubre al impedir un intento de Pinochet de un golpe blanco destinado a desconocer los resultados de las urnas. Los dem¨®cratas chilenos lo saben y esperan de ellos que se mantengan vigilantes para que nada rompa la delicada trama que han tejido para atrapar al peor dictador de su historia.
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