Placeres compartidos
El realizador franc¨¦s Michel Deville, cuya filmograf¨ªa es parcialmente conocida en nuestras pantallas -Esta noche... o nunca, Adorable mentirosa, Eddie, el ganster, Benjamin, La mu?eca y el bruto, Rafael el libertino, La dama azul, El trepa-, ofrece en La lectrice (La lectora) un buen ejercicio de imagen cinematogr¨¢fica sin renunciar por ello a la palabra mon¨®logos, di¨¢logos, voz en off- ni desvirtuar la base literaria de su gui¨®n. Por si fuera poco, apuesta por el placer que puede desprenderse de la lectura en voz alta, y ensambla con equilibrio la ensofiaci¨®n m¨¢gica y fant¨¢stica que desprenden literatura y cine.
Sin pretensiones
La lectrice (La lectora)
Direcci¨®n: Michel Deville. Gui¨®n: Rosalinde y Michel Deville. Fotograf¨ªa: Dominique Le Rigoleur. Producci¨®n: Rosalinde Deville. Francia, 1988. Int¨¦rpretes: Miou Miou, Patrick Chesnais, Christian Ruch¨¦, Sylvie Laporte. Estreno en Madrid: cine Renoir. (V. O.)
Alejada de pretensiones inte lectualoides, pero sin desme recer la intelectualidad intr¨ªnseca del cine -no siempre re conocida y ahora pasada de moda-, La lectrice entretiene, excita la imaginaci¨®n y hace gala de un humor peculiar te?ido por una bien proporcionada graduaci¨®n er¨®tica. Alejada del discurso petulante, no soslaya por ello dificultades, al presentar dentro de una ¨²nica ficci¨®n cinematogr¨¢fica una doble ficci¨®n: la real y la derivada de las enso?aciones que vive la protagonista, fruto de sus lecturas.La fantas¨ªa del doble juego planteado se basa en el placerque proporciona el acto de leer. Constance, la hero¨ªna de la pel¨ªcula, sufre un proceso de autoidenti fic aci¨®n con la protagonista de la novela que est¨¢ leyendo, Marie, personaje de la ficci¨®n literaria que, llevada por su pasi¨®n hacia la lectura, toma la decisi¨®n de convertirse en lectora a domicilio y hacer de tal ocupaci¨®n su trabajo.
Este sugerente punto de partida -adornado de humor, erotismo y leve pero efectiva dosis de surrealismo, que en su historia central contiene otras muchas- permite a Deville escenificar la lectura de Constance y ceder la palabra a Marie en las lecturas que realiza a sus clientes: p¨¢rrafos escogidos de obras de autores tan dispares como Maupassant, Sade, Carrol, Lenin, Tolstoi, Marx o Prevert, sin eludir el gui?o cin¨¦filo presente en El amante, novela de Marguerite Duras, y pretexto para bromear sobre le nouveau roman, a cuya sombra Resnais y el mismo Robbe-Gri-llet conspiraron para dinamitar el tiempo y el espacio fillinico, ejercicio que, en otro sentido, realiza ahora Michel Deville al desarrollar con ligereza un gui¨®n inspirado en las obras de Raymond Jean, La lectrice -Premio Goncourt 1983- y Unfantasme de Bella B. et autres r¨¦cits.
Estilizada
Austera y estilizada, con un cuidadoso trabajo de fotograria, decoraci¨®n y montaje, este t¨ªtulo permite al cineasta franc¨¦s dirigir en su mejor actuaci¨®n a Mioti Miou -Constance-Marie-, cuya mirada, voz y gesto engatusan al espectador tanto como la propia narraci¨®n que con sabidur¨ªa induce al espectador a soltar las riendas de su imaginaci¨®n.
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