Un general conciliador
Si en 1982, en plena ley marcial, alguien hubiera dicho que el ministro del Interior, general Czeslaw Kiszczak, podr¨ªa convertirse en uno de los art¨ªfices de los acuerdos con la oposici¨®n, los amigos le habr¨ªan mandado a un manicomio, en el mejor de los casos.Kiszczak, miembro del odiado Consejo Militar de Salvaci¨®n Nacional, era entonces jefe del ministerio que hab¨ªa internado a cerca de 20.000 personas y acabado con las esperanzas del pueblo polaco de lograr r¨¢pidamente la democracia y la independencia nacional.
Dos a?os m¨¢s tarde, este mismo general, que ahora tiene 63 a?os, ex alumno de la moscovita Academia Vorosilov, durante largos a?os jefe del servicio de contraespionaje militar, hizo algo que asombr¨® a muchos polacos. Cuando en octubre de 1984, cuatro de sus subalternos mataron al sacerdote Jerzy Popieluszko, Kiszczak, apoyado por Jaruzelski, permiti¨® descubrir y condenar a los autores del crimen, aprovechando esta ocasi¨®n para purgar el Ministerio del Interior, un Estado dentro del Estado.
En los ¨²ltimos meses, el nombre de Kiszczak apareci¨® decenas de veces en compa?¨ªa del de Walesa, con quien presidi¨® las negociaciones de la mesa redonda que mantuvo durante dos meses el Gobierno con la oposici¨®n y que abrieron el camino hacia la actual transici¨®n polaca.
Hace tres semanas, Walesa no repar¨® en elogios de Kiszczak, quien en ese momento era uno de los candidatos al cargo de presidente de Polonia. "Es un hombre que garantiza el cambio y las elecciones libres dentro de cuatro a?os", dijo entonces Walesa del actual primer ministro.
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