Panam¨¢
El d¨ªa 20 de julio, la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) emiti¨® una resoluci¨®n sobre Panam¨¢, aprobada por unanimidad, en la que aceptaba la anulaci¨®n de las elecciones recientemente celebradas en este pa¨ªs y les dec¨ªa a las fuerzas pol¨ªticas y a los ciudadanos paname?os que no cab¨ªa m¨¢s soluci¨®n a los problemas pol¨ªticos del pa¨ªs que la negociaci¨®n entre la oposici¨®n y el Gobierno y la celebraci¨®n de nuevas elecciones.Al d¨ªa siguiente, las tropas norteamericanas estacionadas en las bases del Canal hicieron una impresionante demostraci¨®n de fuerza en la propia capital paname?a: centenares de tanques transitaron por el puente de las Am¨¦ricas, aviones a reacci¨®n surcaron ruidosamente el cielo de Panam¨¢ y varios helic¨®pteros artillados se situaron amenazadoramente sobre la propia sede del mando de las Fuerzas de Defensa paname?as. Y el s¨¢bado 22 volvieron a repetir la exhibici¨®n de fuerza.
Los ciudadanos paname?os no sab¨ªan muy bien a qu¨¦ atenerse. Los partidarios de la oposici¨®n, conscientes de su aplastante victoria en las elecciones, no comprend¨ªan que la OEA aceptase la anulaci¨®n de las mismas y les privase de su legitimidad. Pero tampoco comprend¨ªan por qu¨¦ Estados Unidos, que hab¨ªa votado la resoluci¨®n de la OEA, se librase horas despu¨¦s a aquella extraordinaria demostraci¨®n de su capacidad b¨¦lica, cuyo ¨²nico sentido era dar seguridades a la oposici¨®n, despu¨¦s de su voto en la OEA, y amedentrar al Gobierno, pero que, de hecho, amedrentaba a toda la poblaci¨®n. Y los partidarios del Gobierno, aliviados por la resoluci¨®n de la OEA, tem¨ªan que las tropas norteamericana buscasen un incidente que les permitiese justificar su intervenci¨®n inmediata.
Los dirigentes de la oposici¨®n expresaron inmediatamente su protesta por la resoluci¨®n de la OEA y anunciaron que ellos segu¨ªan siendo los vencedores de las elecciones y no renunciaban a su victoria. Pero tanto la resoluci¨®n misma como la demostraci¨®n militar de Estados Unidos demuestran que las cosas se van a desarrollar por otro lado y que el problema de fondo va a tener que resolverse por otras v¨ªas.La permanencia de Noriega
Este problema de fondo se puede enunciar as¨ª: la oposici¨®n, integrada en la Alianza Democr¨¢tica de Oposici¨®n (ADO-Civilista), gan¨® las elecciones de manera aplastante, pero el objetivo principal de los vencedores era obligar al general Noriega a renunciar a su puesto de jefe de las Fuerzas de Defensa, y el general Noriega sigue ah¨ª. Por otro lado, para los propios sectores del Gobierno -y muy especialmente su principal componente, el Partido Revolucionario Democr¨¢tico (PRD)-, la continuidad del general Noriega es un problema muy serio, porque todas las elecciones que se celebren sin despejar antes este problema se convertir¨¢n en un plebiscito sobre Noriega s¨ª o Noriega no, y ellos perder¨¢n su personalidad pol¨ªtica y su capacidad de acci¨®n como partidos.
Una vez aceptada por la OEA la nulidad de las elecciones anteriores, las posibilidades de futuro son las siguientes: 1) que oposici¨®n y Gobierno sigan como hasta ahora, unos diciendo que Noriega se tiene que ir porque ellos han ganado las elecciones y otros diciendo que no ha habido elecciones; 2) que las fuerzas militares de Estados Unidos intervengan directamente; 3) que la oposici¨®n paname?a organice una sublevaci¨®n popular capaz de hacer dimitir a Noriega; 4) que dentro de las propias Fuerzas de Defensa de Panam¨¢ se produzca un golpe contra el general Noriega; 5) que se produzca un acuerdo entre la oposici¨®n y el Gobierno, o entre sectores decisivos de uno y otro lado, para solventar el problema de manera negociada.
Callej¨®n sin salida
Despu¨¦s de la resoluci¨®n de la OEA, la posibilidad primera s¨®lo conduce a un callej¨®n sin salida. La posibilidad segunda pod¨ªa echar al general Noriega, pero de manera tan traum¨¢tica que la propia independencia de Panam¨¢ quedar¨ªa afectada seriamente y los problemas que luego se plantear¨ªan ser¨ªan mucho m¨¢s graves. Por otro lado, es evidente que los firmantes de la resoluci¨®n de la OEA excluyeron esta v¨ªa y que ning¨²n pa¨ªs latinoamericano puede hoy avalar semejante cosa. La posibilidad tercera es literalmente imposible en un pa¨ªs como Panam¨¢ y con una oposici¨®n que hoy est¨¢ unida contra Noriega, pero que tiene en su propio seno contradicciones pol¨ªticas y sociales muy profundas. La posibilidad cuarta no es imposible, pero poco probable, dado el control que el general Noriega tiene sobre sus propias fuerzas militares. Y si se produjese, no es seguro que facilitase de inmediato un acuerdo con todo el conjunto de las fuerzas pol¨ªticas. La ¨²nica v¨ªa factible, la que de hecho recomienda la OEA, es la de comenzar de nuevo y emprender una negociaci¨®n entre la oposici¨®n y el Gobierno. Su objetivo fundamental es la salida digna del general Noriega de su puesto de jefe de las Fuerzas de, Defensa. Una vez despejado este problema, crear las condiciones para unas nuevas elecciones.
La negociaci¨®n y el acuerdo est¨¢n condicionados, adem¨¢s, por otros factores. Uno de ellos es la profunda crisis econ¨®mica y social en que hoy se debate Panam¨¢. Para amplios sectores de la sociedad paname?a resulta literalmente incomprensible que Estados Unidos haya impuesto un bloqueo financiero que, de hecho, ha arruinado a amplios sectores de las clases medias, ha provocado la miseria de las clases populares y ha puesto un serio interrogante sobre la continuidad de Panam¨¢ como centro financiero internacional y como sociedad de servicios. Son muchos los que creen, tanto en el seno de la oposici¨®n como en el del Gobierno, que Estados Unidos ha utilizado el asunto del general Noriega -con el que colaborar¨® estrechamente durante mucho tiempo, sabiendo perfectamente lo mismo que sabe ahora sobre sus actividades y su personalidad- para fortalecer su propio control del Canal y para desplazar el centro de gravedad financiero de la zona a Miami y otros puntos del Caribe, como las Bahamas o las islas V¨ªrgenes.
Esto ha generado una profunda desconfianza hacia Estados Unidos y ha desconcertado profundamente a amplios sectores de las clases altas y medias, que siempre hab¨ªan visto a los norteamericanos como la garant¨ªa de su propia situaci¨®n econ¨®mica y social. Por otro lado, los problemas sociales de Panam¨¢ est¨¢n hoy latentes y no se expresan en sus verdaderas dimensiones porque todo gira en torno a la cuesti¨®n del general Noriega.
Pero una vez despejada la inc¨®gnita actual, es indudable que estos problemas se plantear¨¢n con gran fuerza y que la cohesi¨®n actual de una oposici¨®n unida contra Noriega se resquebrajar¨¢ porque se deber¨¢n tomar medidas de saneamiento y de estabilizaci¨®n muy duras e impopulares.
Finalmente, no est¨¢ claro el contenido que debe tener una pol¨ªtica nacional e independiente.
Una pol¨ªtica nacional e independiente exigir¨¢ replantearse las bases del futuro econ¨®mico del pa¨ªs. Y exigir¨¢ tambi¨¦n dar seguridad a todo el mundo de que el control del Canal por los paname?os no representar¨¢ un obst¨¢culo para el tr¨¢nsito internacional. Todo conduce, pues, a la necesidad de la negociaci¨®n y del acuerdo. Y por esto los dirigentes de la oposici¨®n y del Gobierno deber¨¢n hacer gala de una capacidad de negociaci¨®n superior a la que hasta hoy han demostrado.
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