Un estreno que no lo fue
La experiencia de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha dejado claro que la dimensi¨®n teatral del espect¨¢culo oper¨ªstico es el elemento m¨¢s flexible y modificable del mismo; se puede reinterpretar, modernizar, releer, subvertir, transgredir, trascendentalizar o incluso esperpentizar. Sobre la escena se han visto desde Wotans con frac hasta Rigolettos reciclados de barman, pero lo que no se puede hacer es esquivar esta dimensi¨®n teatral, salt¨¢rsela a la torera, y esto es lo que sucedi¨® anteanoche en Peralada con Le Villi, una ¨®pera-ballet en dos actos de la que se nos ofreci¨®, y muy bien, el ballet pero no la ¨®pera.Presentada con car¨¢cter de estreno en Espa?a, Le Villi, la primera ¨®pera de Puccini, fue cantada, que no interpretada, por Montserrat Caball¨¦, Bruno Sebastian y Juan Pons en los papeles solistas, mientras que el veterano tenor italiano Giuseppe di Stefano ejerci¨® de narrador de la obra.
Le Villi
De Giacomo Puccini. Con libreto de Ferdinando Fontana. Coreografia: Maya Plisetskaya. Puesta en escena: Ray Barra. Int¨¦rpretes: Montserrat Caball¨¦, Bruno Sebastian, Juan Pons y Giuseppe di Stefano. Bailarines solistas: Maya Plisetskaya y Ricardo Franco. Ballet del Teatro L¨ªrico Nacional La Zarzuela. Orquesta Sinf¨®nica de Madrid y Coro del Festival de Peralada dirigidos por Jos¨¦ Collado. Peralada, 11 de agosto.
Con la excusa de las frecuentes actuaciones del ballet, el escenario, sin ninguna referencia a lo que se estaba cantando, se reserv¨® para las evoluciones de los bailarines mientras los cantantes, instalados en el pasillo que circunda las almenas de la muralla del castillo de Peralada, a unos 20 metros del director de orquesta y a bastantes m¨¢s del p¨²blico -otro error injustificable- y con la seguridad que proporciona cantar con la partitura en la mano, fueron desgranando imp¨¢vidos el rosario de notas que Puccini hab¨ªa escrito para ser interpretadas en escena.
Se busc¨® la soluci¨®n m¨¢s c¨®moda, una soluci¨®n de tal pobreza imaginativa que dif¨ªcilmente puede ser admisible. O¨ªmos a Montserrat Caball¨¦, Bruno Sebastian y Juan Pons pero no a Anna, Roberto y Guglielmo, los personajes de! drama. Dada la ausencia total de acci¨®n teatral, excepto en las partes danzadas, la versi¨®n de Le Villi que se ofreci¨® como mucho puede ser considerada una versi¨®n concertante sui generis y siguiendo el mismo razonamiento se podr¨ªa llegar al extremo de considerar que Le Villi, en versi¨®n esc¨¦nica, la ¨²nica que recoge todos los aspectos de una ¨®pera, a¨²n no ha sido estrenada en Espa?a.
Es una pena que teatralmente se malograra la representaci¨®n pues desde el punto de vista musical alcanz¨® niveles bastante satisfactorios. Caball¨¦, dada su experiencia y sus extraordinarias condiciones podr¨ªa haber rayado a mayor altura, con todo, su interpretaci¨®n de la parte de Anna fue muy notable y aplaudida. El tenor Bruno Sebastian, que se las vio con la partitura vocal m¨¢s exigente, ofreci¨® una actuaci¨®n plausible y s¨®lo le falt¨® aquella punta de verdad que se alcanza cuando se cantan frases como Io t?amo a la soprano en vez de cant¨¢rselas a las estrellas como se vio obligado a hacer. Juan Pons, aunque algo inc¨®modo en el registro grave, cant¨® con suficiencia y autoridad.
Excelente el Coro del Festival preparado por Vittorio Sicuri y muy correcta la actuaci¨®n de la Orquesta Sinf¨®nica de Madrid dirigida por Jos¨¦ Collado, que ofreci¨® una lectura cuidada de una partitura en la que se entremezclaban algunos aciertos, las primeras muestras de aquella rara capacidad de Puccini para construir cl¨ªmax dram¨¢ticos en s¨®lo tres compases, un poco de ruido gratuito, evidentes influencias de otros autores y algunos errores propios de un m¨²sico que alcanzar¨ªa la genialidad pero que en el momento de componer Le Villi s¨®lo contaba 25 a?os.
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