Diplom¨¢ticos en Hungr¨ªa
Con agrado he le¨ªdo el art¨ªculo de Juan Arias publicado el 2 de agosto con el t¨ªtulo Un italiano hizo de c¨®nsul espa?ol en Viena (supongo que quiso decir Budapest). De hecho, hace poco se pu Pasa a la p¨¢gina siguiente
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blic¨® un libro en Hungr¨ªa sobre Perlasca titulado El Wallemberg italiano. No obstante, quisiera subrayar un significativo error en el relato de Arias que dice as¨ª: "A primeros de noviembre de 1944 toda la delegaci¨®n diplom¨¢tica espa?ola dej¨® Hungr¨ªa porque el Gobierno de Madrid no quer¨ªa reconocer al r¨¦gimen nazi". De ninguna manera es esto cierto; la delegaci¨®n diplom¨¢tica espa?ola m¨¢s bien dej¨® Hungr¨ªa por la inminente llegada de las tropas sovi¨¦ticas. Pero este dato carece hoy de mayor importancia -excepto para los historiadores-; lo que realmente importa es que hab¨ªa unas pocas personas, como Wallemberg, Perlasca y ?ngel Sanz Briz, quienes a riesgo de sus propias vidas salvaron muchas decenas de miles de vidas jud¨ªas en el momento m¨¢s necesitado de su historia, y por ello merecen el elogio y respeto de todo el mundo, y en particular el agradecimiento de los jud¨ªos.
Creo que los lectores de EL PA?S deben ser informados de que el pasado 19 de junio la misma alta condecoraci¨®n -los Justos entre las Naciones- que en su d¨ªa recibi¨® Perlasca, le fue otorgada a t¨ªtulo p¨®stumo a la viuda de ?ngel Sanz Briz en la residencia del embajador de Israel, ShIomo Ben Ami, en una convocatoria emotiva (Inocencio Arias y otras personalidades del Ministerio de Exteriores presenciaron el acto; Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez estaba en Irlanda), ya que accidentalmente tres personas de las miles salvadas por ¨¦l residen en Espa?a y as¨ª pudieron personalmente atestiguar de los varios actos heroicos de Sanz Briz, quien desgraciadamente falleci¨® en 1981 como embajador ante el Vaticano y, por tanto, no pudo recibir los honores en vida en vista de que las relaciones diplom¨¢ticas entre los dos pa¨ªses a¨²n no exist¨ªan. Con sorpresa y tristeza constat¨¦ en su d¨ªa que una actuaci¨®n tan ejemplar y humanitaria de un diplom¨¢tico espa?ol no mereciera ni un peque?o art¨ªculo en su peri¨®dico a pesar de que fueron invitados. El nombre de ?ngel Sanz Briz estar¨¢ grabado en nuestros libros para siempre y adem¨¢s en su honor un ¨¢rbol ser¨¢ plantado en la avenida de los Justos, en Jerusal¨¦n, este a?o.-
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