Hermida a la vista
Se podr¨ªa decir que Jes¨²s Hermida es el mejor descubrimiento de la televisi¨®n, o, volviendo la frase por pasiva, que la televisi¨®n es el mejor descubrimiento de Hermida: medio y persona se adaptan el uno al otro con bastante felicidad.Recuerdo haber le¨ªdo por primera vez sus art¨ªculos de peri¨®dicos en los primeros a?os de la d¨¦cada de los cincuenta, en Informaciones, y reconozco, con el masoquismo con que uno confiesa los errores patentes, haberme dicho eso de "este chico no llegar¨¢ nunca a nada". Eran unos art¨ªculos de un curioso sentimentalismo juvenil, con un lenguaje cari?oso que tend¨ªa seriamente hacia la cursiler¨ªa. Cuando le vea esta tarde, a su manera, comprobar¨¦ que es aquel mismo, pero modificado por una iron¨ªa, por una vaga sospecha de sonrisa en una cara generalmente seria, pasado por Estados Unidos en el lenguaje y en la forma de transmitir informaci¨®n, y dotado, sin duda, de una capacidad de comunicaci¨®n que nadie tiene a ese nivel en este pa¨ªs. Y rectifico el error antiguo sobre una base antigua: aquellos art¨ªculos no me gustaban, pero los le¨ªa uno tras otro, arrastrado sin duda por una capacidad de fascinaci¨®n que ya ejerc¨ªa Jes¨²s Hermida: la atracci¨®n por una est¨¦tica enteramente ajena, pero que indudablemente consegu¨ªa su objetivo. La fascinaci¨®n no se ha perdido.
La compart¨ª ayer con pesos pesados del perdido arte de la tertulia: Cela, Gala, Amparo R¨ªvelles, Lalo Azcona; todos con la sonrisa semiamarga del ¨¦xito y el perd¨®n a quienes son sus aguafiestas; la tertulia no cuaj¨® -ya cuajar¨¢- y Hermida sigui¨® teniendo el copyright de la fascinaci¨®n. Ya hay que tener fuerza.
Parte de la fascinaci¨®n se debe sin duda a una personalidad singular, donde la originalidad no se puede confundir con el originalismo -atribuyendo este ¨²ltimo a las personas que se empe?an en ser distintas a la fuerza, y no porque saquen algo de dentro-, pero la parte principal es sin duda la de su profesionalidad y su capacidad de trabajo. Llevar en las manos un magazine o un omnibus, trabajando en directo, es soberanamente dif¨ªcil, aun con un equipo bien adiestrado, y en el adiestramiento de ese equipo est¨¢ tambi¨¦n su trabajo personal.
Llevar este equilibrio d¨ªa tras d¨ªa y no dar m¨¢s sensaci¨®n de tensi¨®n que la que ¨¦l quiera en un momento determinado, y hacer que la improvisaci¨®n parezca algo previsto, es una virtud poco com¨²n. Ayer tenia que citar sus mariposas en el est¨®mago para que el espectador se lo pudiera creer. Otros personajes que son tambi¨¦n animales de televisi¨®n y que est¨¢n vagamente en la l¨ªnea de Hermida, como Tola o como Jes¨²s Quintero -es decir, en una apelaci¨®n a lo sentimental y al inter¨¦s humano, como se dice en la jerga de la informaci¨®n, como si lo dem¨¢s fuese inhumano-, han jugado esencialmente a la bohemia y a que la improvisaci¨®n se viese, se palpase: lo cual tiene su emoci¨®n, indudablemente. A m¨ª, personalmente, siempre me parecieron mejores sus programas que los de Hermida. Pero la exhibici¨®n de Hermida, su car¨¢cter de showman con todos los hilos en la mano, el tono de su voz grave, su leve tartamudeo anglosaj¨®n, su condici¨®n de actor, le han llevado a una cumbre solitaria. Y est¨¢ bien y justamente instalado en ella.
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