Un sainete tr¨¢gico
La cercan¨ªa de El camino a ninguna parte -que es una de las obras fundamentales de la historia del cine espa?ol- pesa y fatalmente da?a a este nuevo filme de Fernando Fern¨¢n G¨®mez. Uno espera sin darse cuenta que esta nueva pel¨ªcula de Fern¨¢n G¨®mez repita la intensa emoci¨®n que conten¨ªan las desoladas im¨¢genes y los pobladores en carne viva de aquel filme estremecedor e irrepetible. Pero esa emoci¨®n no llega, no puede llegar, porque estamos ante una obra de caracter¨ªsticas argumentales muy distintas y formalizada de manera casi opuesta. Si aqu¨¦lla era una tragedia, ¨¦sta es un sainete: un sainete tr¨¢gico, pero sainete.Hay, por ello, mientras se contempla El mar y el tiempo, que borrar poco a poco la pegadiza memoria de su tremenda hermana mayor, para as¨ª poder entrar sin interferencias del recuerdo en el juego a que esta nueva pel¨ªcula de Fern¨¢n G¨®mez juega, que es otro muy diferente del de aqu¨¦lla,aunque provenga de la misma fuente imaginativa. Lo que all¨ª era un poema desesperado y esperp¨¦ntico, escrito con las tintas del horror y del amor, aqu¨ª, en cambio, es, con el comod¨ªn del pesimismo connatural a toda la obra de este cineasta, un trozo de prosa escrito con las tintas del humor y del desprecio.
El mar y el tiempo
Direcci¨®n y gui¨®n: Fernando Fern¨¢n-G¨®mez. Fotograf¨ªa: Jos¨¦ Luis Alcaine. Montaje: Pablo G. del Amo. Producci¨®n: Ion Films. Espa?a, 1989. Int¨¦rpretes: Rafaela Aparicio, Jos¨¦ Soriano, Fernando Fern¨¢n-G¨®mez, Aitana S¨¢nchez Gij¨®n, Mar¨ªa Asquerino, Emma Cohen, Manuel Alexandre, Cristina Marsillach, I?aki Miram¨®n, Eulalia Ram¨®n, Gabino Diego, Fernando Guill¨¦n Cuervo. Cines Avenida, Minicines y La Vaguada.
Despojos
En ambos filmes Fern¨¢n G¨®mez cuenta cosas que probablemente le duelen, porque hace que les duelan a los dem¨¢s. De ah¨ª la sensaci¨®n de verdad que este cineasta imprime en sus fabulaciones y, sobre todo, en los personajes que flotan en ellas. Pero si en el anterior filme su autor se dej¨® literalmente la piel, en ¨¦ste se sit¨²a a una prudente distancia de lo que narra y esto le permite jugar, sin trampa, a dos bandas: mientras ama y eleva a algunos personajes -los que interpretan maravillosamente Rafaela Aparicio, Jos¨¦ Soriano y Mar¨ªa Asquerino- desata un suave pero demoledor desprecio hacia el mundillo de oportunistas y simuladores que les rodean.Unos y otros personajes son igualmente v¨ªctimas, m¨ªseros despojos de una etapa des¨¦rtica y cobarde de la Espa?a contempor¨¢nea, el ¨²ltimo cap¨ªtulo del franquismo, all¨ª donde anidaron y se prefiguraron las sordideces de lujo que hoy son el pan cotidiano de la vida espa?ola. De ah¨ª la el¨ªptica sensaci¨®n de actualidad que emana del filme, en el que es f¨¢cil ver a sus mediocres personajes j¨®venes encaramados ahora mismo en los arrabales con canas del poder.
Esta materia tr¨¢gica es reducida a comedia de viejo estilo madrile?o. Bajo su apariencia ligera e incluso epid¨¦rmica -hay escenas que parecen rodadas con descuido, casi con indolencia -Fern¨¢n G¨®mez introduce cargas de profundidad que poco a poco van otorgando a esa ligereza una inesperada densidad. Y el inocente sainete comienza a proyectar sobre el espectador algunas sombras inquietantes, huidizas e inc¨®modas, un aire enrarecido que se escapa de una amable y graciosa pesadilla, de esas que hacen que la sonrisa se crispe y se haga mueca.
Como siempre ocurre en el cine de Fern¨¢n G¨®mez, lo que importa en El mar y el tiempo, el veh¨ªculo del que el cineasta se sirve para dar forma a sus ideas, es el actor. Los frecuentes descuidos del ritmo de las secuencias y la torpeza en la realizaci¨®n de algunas escenas -por ejemplo, el suicidio del muchacho enamorado- son deficiencias compensadas con creces por la perfecci¨®n y soltura que los int¨¦rpretes dan a sus tareas. Si todos los que componen el reparto act¨²an mejor que bien, algunos -Rafaela Aparicio, Mar¨ªa Asquerino, Soriano y Fern¨¢n G¨®mez- alcanzan la maestr¨ªa sin la menor estridencia, sin esfuerzo aparente, como si respirasen lo que inventan.
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