La reforma inacabada
Ciudadanos y partidos pol¨ªticos afirman que los problemas sanitarios son prioritarios
La figura del m¨¦dico de familia, que sustituye en los nuevos centros de salud a los saturados m¨¦dicos generales de los ambulatorios, es la pieza clave en la reforma del primer eslab¨®n del sistema sanitario: la atenci¨®n primaria. Pero este tipo de profesionales es a¨²n minoritario y han denunciado en repetidas ocasiones que no cuentan con los medios necesarios para cumplir sus objetivos y realizar la labor m¨¢s personalizada que se les pide. Menos de un 30% de la poblaci¨®n est¨¢ adscrita a un centro de salud, el resto sigue dependiendo de los ambulatorios.Tanto el PSOE como el PP y el CDS ofrecen a su electorado la libre elecci¨®n de m¨¦dico como el b¨¢lsamo eficaz para que se recupere la relaci¨®n de confianza necesaria entre m¨¦dico y enfermo De hecho, esta medida, ofrecida ya por el PSOE en las elecciones de 1982, se recoge en la ley general de Sanidad aprobada hace tres a?os . Pero un sector importante de los facultativos ven dificultades insalvables para su puesta en pr¨¢ctica: el m¨¦dico de familia debe estar cerca del domicilio del paciente y muy pocos est¨¢n dispuestos a desplazarse al otro extremo de la ciudad para atender a los enfermos que guardan cama.
"Cuando se anuncia esta medida se omite que la libre elecci¨®n de m¨¦dico supone tambi¨¦n la libre elecci¨®n de enfermo" dice Marciano S¨¢nchez Bayle portavoz de la Federaci¨®n de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad P¨²blica (FADSP) "La realidad es que la elecci¨®n, excepto en el caso de familiares y amigos, se queda reducida a la gente que vive en los alrededores de la consulta. Los ingleses han comprobado que el porcentaje de cambio de m¨¦dico fuera del barrio no llega al 1%. Se pueden producir adem¨¢s casos de discriminaci¨®n porque hay una tendencia a rechazar a los ciudadanos m¨¢s problem¨¢ticos: siempre es mejor tener como paciente a un joven sano que a un anciano enfermo".
Tarjeta individual
La postura de esta asociaci¨®n contraria a la libre elecci¨®n de m¨¦dico porque se pierde la labor de equipo que realizan los centros de salud, es asumida por Izquierda Unida. Esta agrupaci¨®n se compromete a "acelerar y desarrollar la red de Centros de Atenci¨®n Primaria alcanzando en el curso de la pr¨®xima cobertura el ciento por ciento de la poblaci¨®n". Junto a la libre elecci¨®n de m¨¦dico, el PSOE y el PP propugnan tambi¨¦n el cambio inmediato de la actual cartilla de la Seguridad Social por una tarjeta individual que facilite los tr¨¢mites administrativos. La presentaci¨®n de esta tarjeta ha sido anunciada en repetidas ocasiones po
Eduardo Arrojo, presidente del Instituto Nacional de la Salud (Insalud), a lo largo del ¨²ltimo a?o pero ninguno de los modelos ha gustado al ministro de Sanidad. El mal funcionamiento de la Atenci¨®n Primaria repercute directamente sobre los hospitales y vierte en las entradas de urgencia un contingente de enfermos que colapsa la actividad de esos servicios.
Esta situaci¨®n, denunciada por un informe del Defensor del Pueblo en 1988, ha sido reconocida por el Insalud y el ministerio, pero se defienden de las cr¨ªticas que recibe su gesti¨®n afirmando que la saturaci¨®n de los hospitales se debe a que la Sanidad es el servicio p¨²blico m¨¢s utilizado por los espa?oles despu¨¦s de Correos.
Quejas an¨®nimas
Tras el decreto de universalizaci¨®n de la asistencia, aprobado hace un mes, el 98,9% de la poblaci¨®n tiene derecho a ser atendida en los hospiatles p¨²blicos. El Insalud, con 131 hospitales propios, 170 concertados y 149.586 empleados entre m¨¦dicos, ATS, auxiliares y personal no sanitario, representa actualmente el 52% de la sanidad p¨²blica (Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Andaluc¨ªa y Pa¨ªs Valenciano tienen transferidas esta competencia) y gestiona un presupuesto de dos billones de pesetas. Las cifras de la actividad registrada en 1988 arrojan una breve radiografila de la masificaci¨®n: se produjeron 1.868.104 ingresos hospitalarios (1.141.807 programados y 726.297 urgentes). Se atendieron 160.290 partos, 4.147.931 urgencias, 7.947.342 consultas y se realizaron 584.025 intervenciones.
El malestar que manifiestan cotidianamente los usuarios no se refleja, en cambio, en los datos de actividad de los servicios de atenci¨®n al paciente, quiz¨¢ por.que estos son desconocidos para la mayor¨ªa de los pacientes. En 1988 se recibieron 10.357 reclamaciones, de las que fueron contestadas 7.428. Las 2.929 quejas que no han obtenido respuesta se debe a que "probablemente fueron presentadas de forma an¨®nima y no las aceptamos ni, por tanto, investigamos", afirma una fuente del Insalud. La mayor¨ªa de las reclamaciones se refieren a la atenci¨®n hotelera -mala comida, ausencia de toallas o camisones limpios- y a la tardanza en recibir atenci¨®n m¨¦dica.
Responsables del ministerio han anunciado que para solucionar el primer bloque de quejas "habr¨¢ que introducir criterios de gesti¨®n privada en la empresa p¨²blica.
Para solucionar el segundo bloque, el ministro de Sanidad, Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas, se comprometi¨® al iniciar su mandato en 1986 a mantener un clima de di¨¢logo con los m¨¦dicos Y, reducir las listas de espera. Hab¨ªa entonc¨¦s en ellas 88.645 pacientes y el 48,4% requer¨ªan hospitalizaci¨®n. Siete meses m¨¢s tarde el malestar acumulado durante a?os en los hospitales estall¨® en una huelga casi salvaje de cuatro meses y provoc¨® un aumento de las listas de espera.
Actualmente los responsables del ministerio han dejado de dar cifras globales de listas de espera, afirman que han disminuido y prefieren referirse a tiempos de espera. Para lograr ese descenso se ha utilizado como principal medida el incentivar econ¨®micamente a los equipos para que trabajen por la tarde con resultados desiguales seg¨²n las especialidades y las comunidades aut¨®nomas. En el hospital Doce de Octubre, de Madrid, por ejemplo, en el servicio de Oftalmolog¨ªa la espera se ha reducido de 24 l- d¨ªas a 69 d¨ªas.
En cuanto al di¨¢logo con los profesionales todos los sectores consultados se?alan que no se vive un enfrentamiento abierto como en la etapa en que Ernest Llunch era ministro y Ramiro Rivera, actualmente en las filas del PP, presidente de la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial, pero el malestar persiste entre los m¨¦dicos. Parte de los acuerdos que pusieron fin a la huelga de 1987, como el nuevo sistema de guardias, no se han aplicado y la Administracci¨®n ha dejado el Estat-uto Marco fuera de su programa electoral. Sobre ese documento, pieza fundamental de la ley de Sanidad para definir las funciones laborales, deben dar su parecer colegios profesionales y sindicatos. Ante la disparidad de criterios entre ellos parece que el ministerio ha decidido aparcarlo indefinidamente.
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