Espa?a y el S¨¢hara
LA CUESTI?N del S¨¢hara occidental est¨¢ empantana da desde hace meses, sin que se vislumbre una salida razonable, despu¨¦s de que a principios de a?o se sus citaran esperanzas razonables de una soluci¨®n negociada al conflicto. A pesar de las gestiones del secretario general de las Naciones Unidas, de un encuentro tan sorprendente como prometedor entre los representantes del Frente Polisario (FP) y el rey Hassan el pasado mes de enero, de la paulatina aceptaci¨®n por todos de la idea de un refer¨¦ndum, de los proyectos de unidad magreb¨ª que exigen paz en la regi¨®n; a pesar de todo ello, las cosas no avanzan. Antes bien, como pone tristemente de relieve la ¨²ltima batalla ocurrida hace pocos d¨ªas en Guelta Zemmur entre fuerzas polisarias y marroqu¨ªes, retroceden a un punto que ya parec¨ªa olvidado.Es incongruente que Ahmed Bujari, representante del FP para Europa, afirme apenas cuatro d¨ªas despu¨¦s de una sangrienta acci¨®n militar contra fuerzas marroqu¨ªes que la paz pasa necesariamente por la negociaci¨®n. Es muy posible que los representantes pol¨ªticos saharauis y sus militares no encuentren contradictorio preconizar la negociaci¨®n y romper la tregua respetada en la regi¨®n ca5i desde hace un a?o. Ser¨ªa un medio de presi¨®n para obligar a la parte marroqu¨ª a reemprender el camino de las conversaciones. Pero lo cierto es que la iniciativa del FP dif¨ªcilmente ayudar¨¢ a la causa de la paz, por mucho que su acci¨®n encuentre una explicaci¨®n en la desesperante estrategia del rey de Marruecos de ir ganando tiempo a toda costa, postergando indefinidamente el cumplimiento de los acuerdos.
Hassan, a quien la comunidad internacional hab¨ªa ido llevando al reconocimiento de que el refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n saharaui es un paso necesario para el restablecimiento de la paz, se ha movido constantemente en el terreno de las evasivas. Hace un a?o acept¨® sin demasiado entusiasmo un esbozo de plan patrocinado por el secretario general de la ONU -que incluye la asistencia espa?ola, especialmente en la elaboraci¨®n del censo-, s¨®lo para enfadarse con el Gobierno espa?ol y suspender una visita oficial a Madrid cuando ¨¦ste vot¨® a favor de una resoluci¨®n del organismo internacional que iba en el mismo sentido del proyecto. No obstante, a principios del presente a?o, Hassan II recibi¨® a los representantes del FP, tuvo con ellos una larga y cordial charla y les prometi¨®, al parecer, continuar hablando. Poco falt¨® entonces para que los saharauis declararan que Hassan era algo as¨ª como su rey en la independencia. Pero, perdida en un laberinto de sucesivas dilaciones, la segunda entrevista no ha llegado a materializarse.
En el transcurso de la reciente visita de Hassan II a Madrid, don Juan Carlos hizo un prudente llamamiento a favor de una soluci¨®n pac¨ªfica, motivo que invoca Bujari para proclamarle "rey de los espa?oles y los saharauis". Se trata de una met¨¢fora, claro, pero no debe descartarse su valor moral. Espa?a se desembaraz¨® en su momento, no sin ignominia, de su colonia y de sus responsabilidades para con ella. Acaso las circunstancias hist¨®ricas lo hicieron imprescindible. Ello no aminora su responsabilidad hist¨®rica en la regi¨®n: ahora que puede ver las cosas con m¨¢s objetividad, tal vez haya llegado el momento de que el Gobierno de Madrid ofrezca al de Marruecos y al Frente Polisario una reflexi¨®n a tres, de la que podr¨ªa salir una soluci¨®n transaccional. Espa?a prestar¨ªa as¨ª un se?alado servicio a la causa de un Magreb en paz.
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