Nuestra propuesta al mundo
Se?or presidente:?sta es la ¨²ltima vez que me dirigir¨¦ a la Asamblea de Naciones Unidas en mi condici¨®n de presidente de Colombia. No obstante, hoy me encuentro ante ustedes no s¨®lo como presidente de Colombia, sino como ciudadano del mundo.
De la sangrienta tragedia de la II Guerra Mundial naci¨® esta organizaci¨®n con la esperanza de que las naciones, actuando conjuntamente, pudieran evitar que volviera a ocurrir una confrontaci¨®n demencial como la que se dio hace ya 50 a?os.
Los conflictos generados por el dogmatismo ideol¨®gico, la pobreza, la injusticia, las ambiciones desmedidas, y ahora por el narcotr¨¢fico de manera creciente, nos han impedido alcanzar la verdadera paz. (...)
Nosotros, la comunidad mundial aqu¨ª reunida, estamos siendo atacados por una organizaci¨®n criminal internacional, que no respeta el principio de la soberan¨ªa, no tiene patria ni fronteras, y para la cual las leyes no existen.
Para enfrentar ese desaf¨ªo debemos recurrir a los valores supremos que inspiraron la Carta Fundamental de las Naciones Unidas. Si la comunidad de naciones no es capaz de actuar unida ante este flagelo, entonces veremos avanzar sin freno el uso ilegal de las drogas y la violencia que se deriva. Estoy seguro que Colombia derrotar¨¢ a los narcotraficantes. Pero si este esfuerzo no est¨¢ acompa?ado por un compromiso global, no se podr¨¢ lograr la victoria definitiva.
Las recientes manifestaciones de solidaridad y de apoyo hacia Colombia han constituido un gran est¨ªmulo para nosotros en estos tiempos dif¨ªciles.
Como lo dijera recientemente el secretario general de las Naciones Unidas: "El uso y el tr¨¢fico ilegal de drogas es hoy en d¨ªa reconocido como una plaga social que afecta tanto a los pa¨ªses industrializados como a los pa¨ªses menos desarrollados. A pesar de que el esfuerzo por combatir este flagelo se ha intensificado en los a?os recientes, los estimativos sugieren que el valor monetario del tr¨¢fico de drogas es mayor que el del comercio internacional del petr¨®leo, y s¨®lo es superado por el comercio de armas. Es ciertamente preocupante observar que la humanidad est¨¦ tan profundamente involucrada en el tr¨¢fico de la degradaci¨®n y de la muerte".
Los miembros de esos c¨¢rteles criminales [de narcotraficantes] nacieron en diversos pa¨ªses, y muchos de sus l¨ªderes son considerados colombianos. Si bien es cierto que algunos de ellos pueden haber nacido en mi pa¨ªs, d¨¦jenme aclarar: ellos son colombianos s¨®lo de nombre. Ellos no son m¨¢s que fugitivos internacionales. No tienen hogar. Colombia no es su patria. (...)
Colombia est¨¢ al frente de esta batalla. Para nosotros, ¨¦sta no es una guerra de palabras. Muchos colombianos han muerto por su firme compromiso en contra del narcotr¨¢fico. Hace aproximadamente un mes, Luis Carlos Gal¨¢n, uno de los l¨ªderes pol¨ªticos m¨¢s prestigiosos de nuestro pa¨ªs, cay¨® asesinado. Su muerte ha consolidado a¨²n m¨¢s la voluntad de la naci¨®n y ha concentrado la atenci¨®n del mundo en el problema, pero ya hace muchos a?os muchos colombianos como ¨¦l han ca¨ªdo v¨ªctimas del narcotr¨¢fico. Dentro de esa larga lista se encuentran 12 magistrados de la corte suprema, un procurador general de la naci¨®n y un ministro de Justicia. Prominentes miembros del Congreso, jueces, alcaldes, periodistas, miles de soldados, polic¨ªas y ciudadanos colombianos han sido sacrificados por la causa de la democracia.
Despu¨¦s de anunciar el mes pasado las medidas excepcionales contra el narcotr¨¢fico, que fueron decretadas por el Gobierno con base en los poderes del Estado de sitio, los narcotraficantes han continuado e incrementado sus pr¨¢cticas terroristas. Han golpeado a familias inocentes, asesinan indiscriminadamente a transe¨²ntes y personas humildes, y han puesto bombas en las instituciones como el peri¨®dico El Espectador, por su posici¨®n valerosa y vertical contra el delito organizado. Los narcotraficantes, con el prop¨®sito de proteger sus actividades ilegales, pretenden destruir la voluntad del pueblo y debilitar nuestras m¨¢s preciadas instituciones. Esc¨²chenme bien, ellos van a fracasar y Colombia, una de las democracias m¨¢s antiguas y estables de Am¨¦rica Latina, saldr¨¢ fortalecida de esta nueva prueba.
En las ¨²ltimas semanas hemos obtenido importantes victorias. Todas las energ¨ªas del Estado se han orientado a romper la columna vertebral de los c¨¢rteles de la droga. No s¨®lo confiscando y destruyendo muchas toneladas de coca¨ªna. De hecho, las autoridades colombianas incautan cerca del 807. de la coca¨ªna decomisada en el mundo. Pero la ofensiva va mucho m¨¢s all¨¢. Los responsables materiales del asesinato de Luis Carlos Gal¨¢n ya han sido capturados. Miles de sospechosos han sido detenidos y sus propiedades, cuentas bancarias, plantas de procesamiento, equipos de comunicaci¨®n, aeronaves, yates, residencias y fincas, por valor de muchos millones de d¨®lares, han sido decomisados.
Aun as¨ª, todas estas victorias no ser¨¢n suficientes para ganar esta guerra. Por esta raz¨®n me encuentro hoy aqu¨ª. S¨®lo a trav¨¦s de una acci¨®n internacional concertada podemos aspirar a derrotar el flagelo del narcotr¨¢fico. Los c¨¢rteles de la droga nos han declarado una guerra total.
Esa declaraci¨®n de guerra es contra todas las naciones. No existen fronteras para la muerte que genera este sucio negocio, no existe ning¨²n pa¨ªs que se pueda considerar a salvo del terrorismo del narcotr¨¢fico. Ha llegado el momento de que los narcotraficantes tampoco encuentren un lugar en el mundo que les sirva de refugio o en el que se puedan sentir seguros. Para la comunidad de naciones ha llegado la hora de decidirse. (...)Un plan de acci¨®n global Actuando solidariam¨¦nte, como una comunidad de naciones, ¨¦ste debe ser nuestro plan de acci¨®n:
Primero: Es indispensable atacar eficazmente la demanda por drogas ilegales. El consumo de drogas es el combustible que alimenta el narcoterrorismo y que hoy es una de las m¨¢s graves amenazas para las democracias de Am¨¦rica Latina. Aquellos que consumen coca¨ªna est¨¢n contribuyendo a que mi gente sea asesinada por la organizaci¨®n criminal internacional del narcotr¨¢fico.(...)
Cualquier arma o t¨¢ctica utilizada en esta lucha es insuficiente si no se acompa?a de esfuerzos decididos para reducir la demanda. Las utilidades il¨ªcitas son demasiado grandes. Estoy seguro que en Colombia vamos a derrotar a los narcotraficantes. Pero alguien, en cualquier otro pa¨ªs, en alg¨²n lugar, se encargar¨¢ de ese negocio mientras sea tan rentable. As¨ª ocurri¨® con la marihuana. La ¨²nica ley que los narcotraficantes no violan es la ley de la oferta y la demanda.(...)
Segundo: Nuestros esfuerzos para reducir la oferta de coca¨ªna tambi¨¦n dependen de la efectividad de la cooperaci¨®n internacional para detener el comercio ilegal de productos qu¨ªmicos que son esenciales para procesar la droga. Ninguna de esas sustancias es manufacturada en Colombia. Todas entran de contrabando al pa¨ªs. Sin acceso a los precursores qu¨ªmicos indispensables, no existir¨ªan las drogas. Es necesario ejercer una presi¨®n sobre las industrias qu¨ªmicas tan intensa y tan firme como la que se ejerce sobre los campesinos pobres, cultivadores de la hoja de coca.
Tercero: Las armas que utilizan los c¨¢rteles de la droga para intimidar, herir y asesinar a mi pueblo, no son manufacturadas en Colombia. ?stas son adquiridas en el mercado internacional, donde es posible comprar muy f¨¢cilmente y de manera legal inclusive armas muy sofisticadas.(...) No podemos seguir esperando pasivamente mientras ese comercio de la muerte progresa. La adopci¨®n de medidas especiales para reducir y controlar la venta de armas a los narcotraficantes y a los terroristas es indispensable.(...)
Mi Gobierno tambi¨¦n ve con extrema preocupaci¨®n las actividades de mercenarios extranjeros que han entrenado y ayudado a narcoterroristas en Colombia (...). Los acontecimientos sucedidos en Colombia son un argumento contundente y urgente en favor de que esta Asamblea apruebe la resoluci¨®n prohibiendo dichas actividades criminales.
Cuarto: La cooperaci¨®n internacional es esencial para lograr el control del lavado del dinero. Los c¨¢rteles de la droga dependen del sistema financiero internacional para la transferencia de sus ganancias. Adem¨¢s, una significativa porci¨®n de esas criminales utilidades es invertida en las naciones industrializadas, en dep¨®sitos o t¨ªtulos valores, en bienes ra¨ªces y en negocios l¨ªcitos. Si coopera el sistema financiero internacional podremos en corto tiempo lograr grandes avances en la lucha contra los narcotraficantes.
Quinto: Es indispensable que cada pa¨ªs aqu¨ª presente haga los mayores esfuerzos para lograr la pronta ratificaci¨®n de la convenci¨®n de Viena. Dicha convenci¨®n, negociada paciente y cuidadosamente durante muchos meses, provee instrumentos para adelantar acciones espec¨ªficas en diversos frentes, tales como la penalizaci¨®n del consumo, la captura de barcos con droga en alta mar y la confiscaci¨®n de bienes y propiedades.(...) Para que este acuerdo entre los pa¨ªses sea eficaz debe ser ratificado y aplicado por el conjunto de la comunidad de naciones.
Adicionalmente, quiero recomendar a esta Asamblea dos iniciativas multilaterales: la primera consiste en convocar una sesi¨®n especial de la Asamblea General dirigida a discutir todos los aspectos del problema de las drogas -consumo y producci¨®n- y a considerar acciones urgentes como las que hoy estoy proponiendo. La segunda, que quiz¨¢ es la m¨¢s r¨¢pida para lograr avances concretos, consiste en establecer, a nivel ministerial, un grupo internacional de trabajo sobre el problema de las drogas, encargado de coordinar la acci¨®n internacional y de evaluar peri¨®dicamente los progresos obtenidos.
Cooperaci¨®n internacional
Sexto: La fortaleza de la econom¨ªa colombiana es un apoyo fundamental para la estabilidad pol¨ªtica y la vigencia de las instituciones democr¨¢ticas. Por ello es vital la cooperaci¨®n econ¨®mica y financiera internacional.
Quiero afirmar muy enf¨¢ticamente que nuestra econom¨ªa no depende de los ingresos provenientes del tr¨¢fico il¨ªcito de narc¨®ticos. La presencia de ese dinero en Colombia se concentra en actividades especulativas de finca ra¨ªz y algo en el lavado de d¨®lares. Su contribuci¨®n al crecimiento econ¨®mico es marginal. Colombia no es ni ser¨¢ una narcoeconom¨ªa.
Pero a¨²n m¨¢s importante es la adopci¨®n de medidas comerciales que le permitan a nuestra econom¨ªa un mayor acceso a los mercados de los pa¨ªses industrializados y obtener precios justos para nuestras exportaciones.
El mejor ejemplo es el caf¨¦, que es la principal fuente de ingreso para los campesinos de Colombia. El colapso reciente del acuerdo internacional del caf¨¦ significa para Colombia una p¨¦rdida de 400 millones de d¨®lares de ingresos en el presente a?o. Por ello necesitamos el apoyo de EE UU y de otros pa¨ªses para renovar el acuerdo. No podemos hablar en t¨¦rminos ideales de la sustituci¨®n de cultivos de coca por otros productos legales mientras se perjudica la principal exportaci¨®n del pa¨ªs y la fuente de ingresos de millones de campesinos colombianos.(...)
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