Y luego se lamenta
Cuando asiste el p¨²blico a los festejos denominados de banderilleros hay una predisposici¨®n hacia el divertimento. Los toreros comprometidos con estos carteles lo saben y su af¨¢n, lejos de torear y lidiar, viene a ser, en la mayor¨ªa de los casos, el de meros entretenedores. Casi siempre se quejan de apechugar con corridas de poca garant¨ªa de ¨¦xito para el lucimiento que no sea s¨®lo la colocaci¨®n de los rehiletes.Si, como ayer, salen toros de Baltasar Ib¨¢n embistiendo como el quinto y el sexto, no se les oye decir nada a los diestros, y menos se les ve torear so pena de tirar furtivo el trapazo verbenero y gesticular por el ruedo como si los tendidos se cubrieran de chinitos uniformados. Como la afici¨®n y p¨²blico en general en Zaragoza no son chinitos uniformados, tuvieron que aguantar el aburrimiento, se manifestaron en protestas y pag¨® con cierta indiferencia un espect¨¢culo mediocre, tirando a mal¨ªsimo, como el de ayer. Como mucho, se lleg¨® incluso a ofrecer palmas a Justo Ben¨ªtez ante el toro de su despedida; m¨¢s palmas de cumplido que de reconocimiento. M¨¢s discreto estar¨ªa el respetable observando c¨®mo el torero, ante el que abr¨ªa plaza andaba precavido y a la defensiva.
Ib¨¢n / Ben¨ªtez, Soro, Morenito
Toros de Baltasar Ib¨¢n, desiguales de presencia y flojos. Algunos, sospechosos de cuerna. Justo Ben¨ªtez: pitos; palmas. Morenito de Maracay: silencio; palmas con algunos pitos. El Soro: divisi¨®n; silencio.Plaza de toros de Zaragoza, 14 de octubre. S¨¦ptima corrida de feria.
Con Morenito de Maracay, que lleva la vistosidad en sus pares de banderillas cuando del cambio hace gala entablerado, tiene el p¨²blico un afecto especial, que por los piropos que le dedican estriba en el color de su piel. A la afici¨®n verdadera le hubiera gustado ver a Morenito torear, sobre todo al quinto, y no bailar las zapatillas como hizo con harta exageraci¨®n.
Tampoco fue distinto El Soro, torero tambi¨¦n de lamento hacia los toros aviesos que dice ¨¦l que le sueltan. No fue el inv¨¢lido sexto de ayer la fiera corrupia, y menos el gato, en suerte del tercero de la tarde, al que ofreci¨® con la muleta pico del bueno, giros, vueltas y revueltas y un constante ir y venir por la plaza de toros que invitaba al respetable a visitar el bar.
No cortar ni una sola oreja en una tarde de diestros banderilleros, y m¨¢s en una plaza como Zaragoza, ben¨¦vola donde las haya, pone en tela de juicio el quehacer de unos diestros que en el mejor de los casos van haciendo del toreo tajo. Unos lo llaman trabajar; otros, currelo; ayer, los m¨¢s dec¨ªan que andaban los tres de bureo, que raz¨®n ten¨ªan los que vi¨¦ndoles soltaban de continuo el bostezo.
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