La cultura de la resignaci¨®n
Las promesas electorales y los diferentes tonos que est¨¢n empleando los actuales responsables econ¨®micos respecto a los que utilizaban antes de la convocatoria del 29-O son algunos aspectos en los que incide el autor del presente art¨ªculo, para quien el adelanto de las elecciones se justifica en "no tener que arrostrar la impopularidad de unos presupuestos socialmente restrictivos".
La consigna parece ser: no irritar al personal. Pero tras las elecciones, si todo sale como estaba previsto, el gran comunicador se dirigir¨¢ a nosotros a trav¨¦s de la peque?a pantalla, con ese tono del que habla para ni?os de 11 a?os, e intentar¨¢ convencernos de las bondades de unos presupuestos equilibrados y de una estoica austeridad frente a la org¨ªa del consumo. Siempre bajo la pedag¨®gica amenaza de que, si no se logran dichos objetivos, las medidas a tomar ser¨¢n m¨¢s duras. Antes evitar¨¢n utilizar palabras malditas como ajuste durante la campa?a, trivializando el debate pol¨ªtico con cuestiones puramente marginales.La verdad, parece que toman a los ciudadanos por menores de edad. El pase del "digo al diego" se ha elevado a categor¨ªa pol¨ªtica. Las ¨²ltimas declaraciones de los ministros de Trabajo y de Econom¨ªa son un buen ejemplo. La Propuesta sindical prioritaria (PSP) ya no es "para la confrontaci¨®n", como dec¨ªa Chaves en julio, sino que la "PSP se debe estudiar por el PSOE y asumir en parte", dice el mismo Chaves en septiembre. En cuanto al ajuste, hace dos meses se defend¨ªa su supuesta racionalidad, y Solchaga era el principal impulsor de la convocatoria adelantada de elecciones para proceder posteriormente a ¨¦l. Ahora, el mismo ministro considera que quiz¨¢ ya "no sea necesario un ajuste dram¨¢tico". Incluso ha llegado a prometer ?un mill¨®n de puestos de trabajo! Todo vale con tal de ganar las elecciones, desde la manipulaci¨®n de TVE hasta las cifras de paro registrado.
?Qu¨¦ ha pasado este verano para que se produzcan cambios tan radicales en ministros tan cualificados? No es posible que nuestras vidas y la suerte del pa¨ªs pendan del hilo del componente alimentario del IPC de agosto. Aqu¨ª, el ¨²nico hecho significativo es la convocatoria de elecciones anticipadas para el 29 de octubre, para no tener que arrostrar la impopularidad de unos presupuestos generales socialmente restrictivos.
Recalentamiento
Intentemos ver d¨®nde est¨¢ el fondo del problema. ?Hay un recalentamiento de la econom¨ªa o el fracaso de un modelo dependiente y especulativo?
El Gobierno viene a defender el primer punto de vista: la econom¨ªa se ha recalentado, el consumo se ha desbocado y hay que tomar medidas que estabilicen el crecimiento sin poner en peligro algunas magnitudes macroecon¨®micas. En definitiva, viene a decir que se acab¨® la fiesta. Para ello est¨¢ pensando en lo que Josep Schumpeter llamaba la "necesaria ducha fr¨ªa" como medio para salvaguardar los intereses fundamentales del capitalismo a trav¨¦s de recetas depresivas convencionales como la austeridad y el equilibrio presupuestario: m¨¢s impuestos, menos gastos sociales y reducci¨®n de los salarios reales.
Los defensores de esta l¨ªnea de actuaci¨®n olvidan un hecho: para la mayor¨ªa de los ciudadanos, como consecuencia de los altos costes sociales de la pol¨ªtica econ¨®mica, no ha habido ninguna org¨ªa consumista.
La tasa de desempleo sigue siendo el doble que la media de la CE, aunque hay 1,39 millones de parados desaparecidos de las estad¨ªsticas oficiales. Adem¨¢s, lo m¨¢s grave desde el punto de vista de la situaci¨®n del empleo es la baj¨ªsima tasa de actividad que existe en Espa?a, situada en el 49%, por debajo de la de otros pa¨ªses industrializados, especialmente la tasa femenina.
Desde el punto de vista de la calidad del empleo, se observa una gran regresi¨®n, ya que actualmente los contratos de tipo precario han experimentado una progresi¨®n exponencial en los ¨²ltimos a?os: de un 15,6% en 1987 al 26,5% en 1989.
Es especialmente grave la situaci¨®n de los j¨®venes, parados la mitad de ellos y con empleo precario la mayor¨ªa (74%) de los que tienen trabajo, hasta el punto que en materia de empleo joven es sin¨®nimo de precariedad. Como conclusi¨®n, se puede afirmar que la baja calidad del nuevo empleo que se crea le hace especialmente vulnerable ante cualquier embate de la crisis, recesi¨®n o endurecimiento de la pol¨ªtica monetaria o del ajuste.
En relaci¨®n a la protecci¨®n social, el gasto por este concepto se mantiene 9 puntos por debajo de la media de la CE y estancado en un 17% desde 1982, aunque el n¨²mero de parados y el de pensionistas se ha incrementado, respectivamente, en 730.000 y un mill¨®n de personas.
Ello explica que las pensiones contin¨²en, en su inmensa mayor¨ªa (72%), por debajo de un escu¨¢lido salario m¨ªnimo interprofesional. La promulgaci¨®n de la Ley 26/85, de recorte de pensiones, supuso en el per¨ªodo 1985-1987 una disminuci¨®n del 7,4% en las nuevas pensiones. Las pensiones asistenciales tienen un universo de aplicaci¨®n muy reducido y una cuant¨ªa de s¨®lo 20.200 pesetas.
La cobertura al desempleo est¨¢ situada por debajo del 35%, predominando las prestaciones complementarias sobre las de car¨¢cter contributivo y quedando especialmente marginado de la protecci¨®n al desempleo el colectivo (cerca de 1,5 millones) de parados de menos de 45 a?os, incluso siendo de larga duraci¨®n.
El gasto sanitario se ha mantenido pr¨¢cticamente congelado en t¨¦rminos relativos, desde 1982 hasta 1987, en poco m¨¢s del 4% del PIB. Mientras, la poblaci¨®n potencialmente protegida por la sanidad p¨²blica ha aumentado en cerca de cinco millones. Estos datos explican por s¨ª solos el proceso de degradaci¨®n y deterioro del sistema sanitario p¨²blico.
Gasto educativo
El gasto educativo (3,6% del PIB) est¨¢ muy alejado del que se realiza en la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) (6%) y tiene una traducci¨®n directa en una menor calidad de la ense?anza. Los proyectos de reforma del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia (MEC) no contemplan ni de lejos el aumento sustancial del gasto educativo que ser¨ªa necesario, con lo cual la reforma seguir¨¢ esperando.
Por ¨²ltimo, cabe referirse aqu¨ª a la escandalosa situaci¨®n de la vivienda, sector en el que se ha desatado la especulaci¨®n m¨¢s rampante. Valga como dato que en los ¨²ltimos cuatro a?os el precio de la vivienda se ha multiplicado por tres-cuatro veces en las principales ciudades. Ello implica la existencia de enormes dificultades para acceder a una vivienda, ya que, seg¨²n distintos estudios, se estima entre 100.000 y 120.000 pesetas mensuales lo que una familia tiene que destinar a la compra de una vivienda.
En el reparto de la renta se ha producido una regresi¨®n por la pol¨ªtica de ajuste salarial realizada hasta 1986, siendo especialmente notable en 1984. Los sindicatos, desde 1987, hemos venido defendiendo conjuntamente el concepto de mejora real de los salarios, habiendo roto los topes salariales en varias ocasiones. No obstante, ello no ha impedido que haya ca¨ªdo la participaci¨®n de las remuneraciones de los asalariados en el PIB un 4,4%, pasando del 53,2% en 1983 al 49,9% en 1988. Gracias a la pol¨ªtica de ajuste del Gobierno, se ha producido el gran milagro de hacer retroceder los salarios a la situaci¨®n de 1966. Paralelamente, el excedente empresarial ha tenido, aunque de manera desigual, un intenso aumento.
La p¨¦rdida del poder adquisitivo ha sido especialmente notable en el salario m¨ªnimo, especialmente por el incumplimiento de la Ley 8/80 por parte del Gobierno en materia de revisi¨®n salarial.
Cabe hacer especial menci¨®n a la situaci¨®n fiscal, que contribuye a empeorar la distribuci¨®n de la renta. El sistema fiscal espa?ol es de los m¨¢s injustos y regresivos de Europa, toda vez que ni paga m¨¢s quien m¨¢s tiene ni paga todo el mundo, existiendo un elevado fraude fiscal. As¨ª, hay una importante asimetr¨ªa entre la aportaci¨®n de las rentas del trabajo en el IRPF (75% de la base imponible total) y las rentas de capital y otras. El impuesto de sociedades s¨®lo lo paga uno de cada cuatro empresarios. El impuesto de patrimonio es una curiosidad tributar¨ªa que apenas recauda y tiene un tipo impositivo real del 0,4%. Los impuestos indirectos se han disparado en los ¨²ltimos a?os con la aplicaci¨®n del IVA y, evidentemente, repercuten m¨¢s en las rentas m¨¢s bajas. (Una peque?a recomendaci¨®n: hagan ustedes sus declaraciones de la renta antes de votar.)
Las condiciones de trabajo y vida no se puede decir que hayan mejorado precisamente. Un indicador clave a tener en cuenta es la siniestralidad laboral, que en 1988 ha superado el mill¨®n de accidentes laborales, lo que significa un aumento del 45% respecto al a?o anterior. Las muertes, los accidentes y las enfermedades profesionales son uno de los costes sociales m¨¢s graves que se est¨¢n pagando por la crisis y por el actual crecimiento rapaz. Tienen una relaci¨®n de causalidad con la generalizaci¨®n del empleo precario, a lo que hay que a?adir la ausencia de inversiones en esta materia y de una legislaci¨®n actualizada que sustituya a la obsoleta ordenanza de seguridad e higiene del a?o 1971.
Otro fen¨®meno que se ha extendido en los ¨²ltimos a?os es la econom¨ªa sumergida, dif¨ªcil de medir, pero bastante evidente en una serie de sectores y zonas. Hasta la propia CE ha mostrado su preocupaci¨®n por este fen¨®meno, que puede suponer, seg¨²n estudios, entre un 5% y un 30% del producto total. En cualquier caso, es una prolongaci¨®n consentida y estimulada de la econom¨ªa oficial, y desde el punto ele vista laboral significa inseguridad y sobreexplotaci¨®n.
Por ¨²ltimo, son muy preocupantes los niveles de pobreza en Espa?a. Medidos con par¨¢metros de valoraci¨®n comunitarios, tenemos el doble de pobres. Seg¨²n diferentes estudios, el n¨²mero oscila entre ocho y 11 millones. En el umbral del siglo XXI, es uno de los principales problemas de la sociedad espa?ola, ya que significa marginaci¨®n, dualismo y desmoralizaci¨®n social.
Enriquecimiento
Paralelamente, se impone la prevalencia de la ¨¦tica del beneficio y de la especulaci¨®n, donde el enriquecimiento s¨²bito es el paradigma del ascenso social. Tambi¨¦n se propicia la insolidaridad y la fragmentaci¨®n de la conciencia social. Al no tocarse los par¨¢metros redistributivos, se crea la falsa conciencia de que el individuo necesitado no se ha esforzado lo suficiente y es el culpable de su situaci¨®n; de esta manera, se desresponsabiliza al sistema y se culpa al ciudadano, foment¨¢ndose una cultura de la resignaci¨®n ante la alta tasa de paro, la precariedad y la desprotecci¨®n social.
En conclusi¨®n, para corregir algunos indicadores macroecon¨®micos, para mejorar la situaci¨®n de las empresas y recuperar los excedentes empresariales ha hecho falta una enorme agresi¨®n a los trabajadores. La pol¨ªtica econ¨®mica ha generado m¨¢s inseguridad laboral, m¨¢s desigualdades y m¨¢s injusticia social. Por ello, la pol¨ªtica econ¨®mica actual no s¨®lo no es la ¨²nica posible, sino que es la m¨¢s indeseable.
Tambi¨¦n se ha quebrado el discurso econ¨®mico oficial tan cacareado por los chamanes de la econom¨ªa. Se ha demostrado falaz, ya que la ecuaci¨®n ajuste-crecimiento-reparto no se ha cumplido m¨¢s que en las dos primeras variables, y las ¨²ltimas medidas econ¨®micas adoptadas cierran la ecuaci¨®n de nuevo con el ajuste sin haber llegado a repartir. Con ello acaba de perder toda credibilidad la pol¨ªtica de austeridad.
Por todo lo anterior cabe preguntarse: ?org¨ªa de qui¨¦n? Los muchos millones de pobres, parados, pensionistas, trabajadores, j¨®venes y mujeres nunca han sido invitados a fiesta alguna. ?Ad¨®nde se les quiere echar ahora? Tambi¨¦n el consumo ha sido dual y desigual. Desgraciadamente, la solidaridad ha retrocedido y el progreso s¨®lo ha sido para unos pocos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Elecciones Generales 1989
- Renta per c¨¢pita
- Presidencia Gobierno
- PIB
- Pol¨ªtica econ¨®mica
- Sindicatos
- PSOE
- Elecciones Generales
- Indicadores econ¨®micos
- Coyuntura econ¨®mica
- Elecciones
- Gobierno
- Sindicalismo
- Administraci¨®n Estado
- Partidos pol¨ªticos
- Relaciones laborales
- Espa?a
- Trabajo
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica
- Econom¨ªa