24 horas en la cola del Bernab¨¦u
La reventa ha acaparado las entradas del partido Madrid-Mil¨¢n del pr¨®ximo d¨ªa 1
No eran todav¨ªa las diez de la noche del pasado domingo. Treinta y cinco personas permanec¨ªan recostadas en una de las paredes del Santiago Bernab¨¦u en su fachada de la calle de Concha Espina. A las nueve de la ma?ana, antes de que apareciera la Polic¨ªa Nacional, entre esas 35 personas se hab¨ªan incrustado un centenar. La cifra se doblaba a mediod¨ªa. Cuando a las seis de la tarde del lunes se abrieron las taquillas para el Madrid-Mil¨¢n, la reventa estaba en condiciones de acaparar todas las localidades puestas a la venta. Mendigos, prostitutas retiradas, sus chulos, alc¨®holicos, drogadictos y j¨®venes son empleados para hacer el negocio.
El primero de la cola era un feriante. Llevaba una semana apareciendo por all¨ª para hacer valer su privilegiada posici¨®n. El viernes se instal¨® de manera definitiva para ir comunicando a los dem¨¢s reventas que ¨¦l era el primero y que traer¨ªa un grupo de cuarenta personas para comprar entradas. Lo mismo iban haciendo otros reventas. Cada uno fijaba sus posiciones realizando una aproximaci¨®n del n¨²mero de gente que podr¨ªa traer. Y en la cola quedaba un individuo para guardar el sitio. Al fin y al cabo le daba igual pasar el tiempo, noche incluida, en un parque o apoyado en la pared del Bernab¨¦u. Iba a recibir 6.000 pesetas y un bocadillo de vez en cuando. Su misi¨®n era tambi¨¦n la de comunicar al indigente que le siguiera que ¨¦l era del grupo de ?ngel, o quiz¨¢ del Persianas, y que guardaba el sitio a treinta personas.La noche del domingo, ante las taquillas del Bernab¨¦u, una docena de mendigos no ten¨ªa problemas para dormitar, ni cuatro parados para jugar al mus ante las prostitutas retiradas que discut¨ªan con los chulos -"?Ent¨¦rate, que ahora estoy fregando escaleras por 15.000 pesetas!-, j¨®venes que trataban de identificarse unos a otros -Pues si no te conozco de la Direcci¨®n, ser¨¢ de los juzgados"-, drogadictos que esperaban el amanecer para ir a la farmacia -"No queda ni n¨¢ pa que abran la bodega pa las insulinas"- y ex legionarios -"?Y t¨² dices que has estado all¨ª y no la llamas el Tercio?". Nadie habla de f¨²tbol.
En esta imagen del mundo marginado tambi¨¦n ten¨ªa un espacio una veintena de j¨®venes, que pasaban el tiempo oyendo m¨²sica, bebiendo litronas, jugando al trivial, al parch¨ªs o a los dados, haciendo crucigramas y fumando alg¨²n porro. Algunos estudiantes recib¨ªan la visita de sus amigas, ni?as bien, que se llegan hasta all¨ª con su Ibiza negro para pasar las primeras horas de la madrugada con ellos. Forman un grupo compacto porque son muchas horas en las colas. Empezaron a conocerse en las de la ¨®pera. El mexicano que les contrata sabe que los j¨®venes dan mejor imagen en la cola de un espect¨¢culo selecto que los mendigos. Y ahora tambi¨¦n hacen f¨²tbol, toros o lo que sea. Porque 6.000 pesetas, que es lo que cobran, siempre vienen bien. Tampoco tienen que estar todo el tiempo en la cola. Se guardan el sitio unos a otros. Los que pueden dormir fuera de casa hacen la noche y los restantes, el d¨ªa. Y quienes trabajen como mensajeros con sus vespinos tambi¨¦n tienen tiempo para hacer unas cuantas salidas.
Los efectos del alcohol empiezan a sentirse hacia las tres de la madrugada. La mayor¨ªa lleva ya doce horas en la cola y son muchas las botella de cerveza y vino que se han consumido. Adem¨¢s, empieza a hacer fr¨ªo. Los que llevan desde el viernes se tienden sobre colchones viejos. Los j¨®venes sacan sus sacos de dormir. El resto busca cartones. Un grupo organizado se mete en el interior de una furgoneta.
Queda todav¨ªa en pie una veintena de personas, que no paran de dar vueltas por las inmediaciones. Consiguen distinguirse por su forma chulesca de andar y porque visten la moda de hace diez a?os. Son los reventas, los que se ocupan de contratar gente para la cola y de controlarlos. Aunque no dejan tambi¨¦n de ser simples empleados. Porque el jefe, el que proporciona el dinero para las entradas, casi nunca aparece. Los reventas s¨®lo son un eslab¨®n de la cadena, gente de confianza acostumbrada a moverse en los medios marginales y dispuesta a partir la cara a quienes les enga?en. Son tambi¨¦n los que tratan de disuadir a los que van por libre a la cola en busca de dos entradas para ¨¦l mismo. Y que han ido tan pronto que tienen posibilidad de adquirir localidades.
Di¨¢logo de persuasi¨®n
-Chaval, pierdes el tiempo. Vas a pasarte aqu¨ª la noche para nada, porque cuando llegues a la taquilla no va a haber entradas.
- Oiga, si no tengo delante a m¨¢s de 50 personas.
- Y m¨¢s de 500 tambi¨¦n. Lo que pasa es que est¨¢n haciendo pis.
Si el aspirante a conseguir por libre dos localidades consigue convencer al reventa de que no pertenece a ning¨²n grupo nuevo, ni va a meter a nadie en la cola, le podr¨¢n dejar en paz. De lo contrario, empezar¨¢ a sufrir provocaciones. Y la noche es muy larga para aguantarlas.
A las nueve de la ma?ana los reventas empiezan a meter m¨¢s gente en la cola. Llegan tambi¨¦n los primeros ingenuos. Son aficionados aut¨¦nticos o aspirantes a hacer el negocio por su cuenta porque han o¨ªdo hablar de la cotizaci¨®n que alcanzan las entradas de estos grandes partidos. Ven que no hay m¨¢s de 200 personas delarte y se quedan.
La mayor¨ªa no ha advertido que hasta primeras horas de la tarde, con la llegada de familiases y gente pr¨®xima a los reventas, la cola segu¨ªa engordando delante. Cuando la polic¨ªa trata de poner orden, los que estaban a cien metros de la taquilla quedan rezagados hasta doblar la esquina de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Despu¨¦s, al comenzar la venta, no avanzar¨¢n un metro. Mientras guardaban fila de a uno, delante era de a cinco.
Precio m¨ªnimo de una entrada, 10.000 pesetas
El Real Madrid puso a la venta unas 800 localidades de asiento, todas ellas del segundo anfiteatro, para el partido contra el Mil¨¢n. Como todas ya est¨¢n en poder de la reventa, quien quiera ahora una entrada no podr¨¢ pagar por ella menos de 10.000 pesetas, porque al reventa le ha costado las 6.500 pesetas que val¨ªa, m¨¢s las 3.000 que ha pagado al encargado de comprarla.La reventa dispondr¨¢ de unos beneficios de 4,4 millones de pesetas si vende cada entrada a 15.000 pesetas que es, en la pr¨¢ctica, su precio de salida al mercado. Para eso se ha gastado en este partido 5,2 millones en entradas y 2,4 en contrataci¨®n de personal. El empleado de un reve nta reconoc¨ªa que su jefe hab¨ªa sacado limpio medio mill¨®n de pesetas en la feria de San Isidro, y sospechaba que por encima de ¨¦ste exist¨ªa un cerebro de la operaci¨®n, que ser¨ªa quien proporcionase el dinero para la compra de entradas. Este dinero llega al que permanece en la cola s¨®lo minutos antes de estar ante la taquilla.
La entrega del papel se realiza de forma discreta. Lo normal es que el reventa haga salir de la cola al hombre de m¨¢s confianza para darle el dinero, generalmente dentro de un coche, y ¨¦ste luego lo reparta entre el grupo. La polic¨ªa vigila, incluso el lunes impuso la novedad de un sistema para evitar que nueva gente se incorpore a la cola: daba un papelito o apuntaba el n¨²mero del carn¨¦ de identidad al que quer¨ªa salir -siempre para orinar- y despu¨¦s ¨¦ste ten¨ªa que ir al agente a devolv¨¦rselo o a que le borrara el n¨²mero para reintegrarse a su sitio.
Pero la vigilancia policial no era ni mucho menos extrema, porque los reventas continuaron metiendo personas hasta ¨²ltima hora. La complicidad entre los grupos es total, y s¨®lo denuncian a quienes pretenden colarse sin pertenecer a ninguno de ellos. As¨ª controlan de tal manera la cola, que justo cuando ya han pasado todos por taquilla -algunos incluso dos veces porque para eso ten¨ªan un segundo grupo m¨¢s rezagado-, las entradas se han agotado.
El Real Madrid s¨®lo se encarg¨® de la organizaci¨®n de la cola dentro del estadio, con los agentes del servicio de segur¨ªdad que tiene contratado, que permit¨ªan el paso hacia a las taquillas en grupos de veinte personas. De las diez ventanillas que tiene dentro del campo para la venta anticipada de entradas s¨®lo abri¨® dos. De esta. manera las localidades se agotaron en tres horas, en lugar de en 35 minutos.
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