El ministro de Hacienda deja a Thatcher en la estacada
La inesperada dimisi¨®n del ministro de Hacienda brit¨¢nico, Nigel Lawson (57 a?os), gener¨® ayer la mayor crisis pol¨ªtica a que se enfrenta Margaret Thatcher en sus 10 a?os de Gobierno. La salida del canciller del Exchequer fue provocada por la falta de confianza ante la continua presencia junto a Thatcher de su consejero econ¨®mico, sir Alan Walters (63 a?os), cr¨ªtico de su estrategia anflinflacionaria. La dimisi¨®n del ministro forz¨® la de Walters y un reajuste ministerial que afect¨® a tres departamentos ministeriales.
El reajuste ministerial lleva a Hacienda al por tres meses secretario del Foreign Office, John Major (46 a?os), quien es sustituido en Exteriores por Douglas Hurd (59 a?os), el ministro del Interior, cuya cartera pasa a ocupar David Waddington (60 a?os), responsable de la disciplina de los parlamentarios conservadores.La crisis estall¨® a media tarde, cuando Lawson anunci¨® a Thatcher que "una pol¨ªtica econ¨®mica s¨®lo se puede dirigir con ¨¦xito si existe un completo acuerdo entre el primer ministro y el canciller del Exchequer. Recientes acontecimientos han demostrado que ese requisito esencial no puede cumplirse mientras Alan Walters siga siendo su consejero econ¨®mico personal". En esas condiciones, Lawson presentaba su dimisi¨®n. Thatcher se la acept¨® y le manifest¨® que lamentaba que decidiera dimitir sin haber concluido su positiva tarea al frente del ministerio.
La propuesta de Lawson era la ¨²nica posible despu¨¦s de que sir Alan Walters llevara tiempo socavando la credibilidad del ministro en medios financieros. La oposici¨®n hab¨ªa echado continuamente le?a al fuego de esta discrepancia, y poco antes de la dimisi¨®n Thatcher hab¨ªa manifestado en los Comunes su confianza en Lawson, asegurado que contaba con todo su apoyo y que "el consejero aconseja y el ministro decide". Para Lawson, eso no fue suficiente y Thatcher se vio obligada a sustituirle por Major.
La gota que colm¨® el vaso
La gota que colm¨® el vaso de la paciencia de Lawson fue el que la primera ministra no diera muestras de distanciarse de su consejero despu¨¦s de la publicaci¨®n de un art¨ªculo en la revista American Economist en el que Walters volv¨ªa a poner en tela de juicio el mecanismo de intercambio del Sistema Monetario Europeo (SME) La plena integraci¨®n de la libra en el SME, defendida por Lawson como un instrumento adicional de lucha contra la inflaci¨®n, no es buena ni para el Reino Unido ni para la CE, a juicio de Walters, quien escribi¨® ese art¨ªculo hace un a?o.
Para el ministro de Hacienda -uno de los principales inspiradores del thatcherismo, pero que ten¨ªa problemas con Thatcher por la fuerte inflaci¨®n, el d¨¦ficit comercial r¨¦cord, los impopulares altos tipos de inter¨¦s y la ca¨ªda de la libra-, el que la primera ministra depositara su confianza en quien en el pasado hab¨ªa cuestionado en p¨²blico su estrategia econ¨®mica era una desautorizaci¨®n que socavaba su credibilidad.
La oposici¨®n laborista -que est¨¢ sacando gran partido a la delicada situaci¨®n econ¨®mica que atraviesa el pa¨ªs y se encuentra muy por delante del Gobierno en las intenciones de voto aprovech¨® la oportunidad del desbarajuste para asestar un nuevo rej¨®n de castigo al Ejecutivo. Neil Kinnock, que por la tarde se hab¨ªa mofado de una primera ministra que "tiene dos ministros de Hacienda", manifest¨® que la marcha de Lawson es prueba de que Thatcher ya no es capaz de gobernar y debe dimitir.
John Major vuelve a un campo que le es familiar, tras un breve paso por el Foreign Office. Era n¨²mero dos de Lawson en Hacienda hasta su ascenso, pero los mercados financieros, que reaccionaron negativamente a la crisis pol¨ªtica y empujaron fuertemente hacia abajo a la libra, no ven en ¨¦l al hombre capaz de hacer frente a la crisis de confianza a que se enfrenta la divisa.
Los analistas creen que Major no recurrir¨¢ al alza de los tipos de inter¨¦s para proteger a la libra, lo que, unido a su poco entusiasmo por el SME y a la declaraci¨®n oficial de que la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno no va a cambiar, les permite vaticinar malos tiempos para la econom¨ªa.
El estallido de los acontecimientos, que se hab¨ªan venido fraguando desde una entrevista mantenida por la ma?ana por Thatcher y Lawson, sorprendi¨® tanto en la City como en los Comunes, donde los esca?os laboristas eran una fiesta, con gritos de algazara y el canto a voz en cuello del himno Bandera roja, mientras en las filas conservadoras reinaba el desconcierto.
Hurd logra con este forzado reajuste la responsabilidad de un departamento que conoce como la palma de la mano, mientras Waddington sale de las candilejas parlamentarias para ocupar la delicada cartera de Interior.
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