Melodrama a¨¦reo y ¨®pera 'rock'

Que el caldo de cultivo de los j¨®venes cineastas sea la televisi¨®n es una pr¨¢ctica habitual que ya no impone etiquetas, pero cuando a finales de los cincuenta un grupo de expertos realizadores televisivos, como Delbert Mann, Sidney Lumet o Martin Ritt, salt¨® al cine, la nueva ola, cargada de aire fresco y destacado liberalismo, pas¨® a llamarse la Generaci¨®n de la Televisi¨®n.John Frankenheimer es un miembro de esa hornada, de trayectoria zigzagueante aunque notable y, tras la reciente Tiro mortal, con un porvenir todav¨ªa esperanzador.

Realizada en 1969, Los temerarios del aire es uno de sus triunfos, un melodrama modesto, atractivo, con personajes cre¨ªbles y cre¨ªbles frustraciones. Sus protagonistas son un grupo de paracaidistas expertos en exhibiciones a¨¦reas, n¨®madas de ferias y aldeas, y una mujer pasablemente reprimida y provinciana que entrar¨¢ en contacto con ellos y se enamorar¨¢ del. jefe del grupo, un sobrio, excelente Burt Lancaster, de medidos gestos y desencantado mundo interior.

De la misma generaci¨®n de Frankenheimer, procedente igualmente de la televisi¨®n y notable autor de pel¨ªculas de acci¨®n es Don Siegel, de quien hoy podemos ver Tel¨¦fono. No es uno de sus mejores t¨ªtulos, pero demuestra c¨®mo de una trama m¨¢s o menos badal¨ª puede sacarse buen material cinematogr¨¢fico, ideas de puesta en escena e ideas visuales.

De la famosa ¨®pera rock Tommy hizo una delirante adaptaci¨®n en 1975 Ken Russell, que hoy queda como un altar del cine rock de la pasada d¨¦cada. Mucho cuchillo le lanz¨® parte de la cr¨ªtica a Russell por su colorista y chirriante fest¨ªn, pero hay que reconocer que algunos fragmentos -la canci¨®n del psiquiatra Nicholson, la aparici¨®n de Elton John como campe¨®n del pinball, la de la reina ¨¢cida Tina Turner...- poseen una inusitada fuerza, y que el mito Tommy pervive y se goza con gusto.

Por lo que hace a Los caballeros se casan con las morenas, se trata de la secuela de Los caballeros las prefieren rubias. Ya sin Marilyn, pero con Jane Russell, pierde la electricidad que le insufl¨® Hawks, y queda como una comedieta funcional.