El camino hacia la dependencia
Fuerzas de la ONU ultiman los preparativos para las elecciones de Namibia, la ¨²ltima colonia africana
El jefe de la tribu himbal uno de los votantes en las elecciones que el martes comienzan en Namibia y que marcar¨¢n la independencia del pa¨ªs, tiene ya varias mujeres, la m¨¢s joven de ellas de 16 a?os. ?l tiene 78, pero su cuerpo, apenas cubierto por un taparrabos, aparenta ser el de un hombre de 50. Su morada se encuentra en alg¨²n punto de la provincia de Ovambo, en el noreste de Namibia. Es una choza de ca?a y esti¨¦rcol. Cuando el pasto o el agua del pozo se agotan, busca con sus gentes un nuevo lugar y construye otra casa.
Para sorpresa del jefe de la tribu himba, un grupo de extranjeros ha llegado a visitarle. Son miembros de la UNTAG, las fuerzas de la ONU que desde abril recorren Nabimia para supervisar su proceso de independencia. Con andar altivo, el venerable se dirige hacia dos mujeres vestidas con ropas europeas. Ellas en broma le preguntan si re¨²nen condiciones para convertirse en las dos nuevas esposas que buscar¨¢ al comienzo de las lluvias. El anciano, a trav¨¦s de un int¨¦rprete, les contesta que no.Muchos m¨¢s extranjeros han visitado desde entonces el poblado en su tarea de que nadie quede olvidado o apartado del proceso electoral ?que comienza el martes y que marcar¨¢ el camino de la nueva Namibia libre -como favoritos en las elecciones figuran los altos dirigentes de la Organizaci¨®n Popular de ?frica del Suroeste (SWAPO)-. All¨ª donde el terreno hac¨ªa inaccesible el paso de los jeeps, los supervisores buscaron con helic¨®pteros hasta dar con ellos. Siguiendo las indicaciones de jefes tribales, maestros de escuela y religiosos, fueron recorriendo este pa¨ªs para localizar al mill¨®n y medio de personas que lo habitan. El resultado ha sido un censo de votantes superior a los 700.000.
Ahora que su meta es la organizaci¨®n de las mesas electorales, el norte del pa¨ªs, desde la frontera hasta el parque de Etosha, sigue siendo la zona que m¨¢s dedicaci¨®n exige al personal civil y militar de la ONU. Los observadores dicen que es all¨ª donde puede encenderse la chispa que ponga en peligro el proceso de independencia. El punto de mira es la provincia de Ovambo y la franja de Caprivi, un estrecho territorio esta ¨²ltima que, siguiendo el curso del r¨ªo Okavango, forma un pasadizo entre Angola, Zambia y Botsuana. Estrat¨¦gicamente, Caprivi, donde vive el 30% de la poblaci¨®n namibia, constituy¨® un elemento clave para la pol¨ªtica de hostigamiento que el Gobierno surafricano adopt¨® a medida que los reg¨ªmenes blancos situados en sus fronteras fueron derrumb¨¢ndose en los a?os setenta y dieron a luz, en su lugar, pa¨ªses independientes unidos en su oposici¨®n al apartheid.
Ovamboland
Pero el coraz¨®n de Namibia late pol¨ªticamente en Ovamboland. Una sabana de tierra arenosa cubierta de arbustos, que concentra el 50% de la poblaci¨®n namibia y una tercera parte de los votantes censados por la ONU. Casi todos pertenecen a la tribu ovambo. Sus reyes tradicionales fueron aniquilados por los pioneros alemanes que colonizaron Namibia. Sam Nujoma ha colmado este vac¨ªo en los ¨²ltimos 30 a?os como jefe que es de la SWAPO, (Organizaci¨®n de los Pueblos del Suroeste Africano). Los ovambos han constituido el grueso de los gorilas que han llevado a cabo la lucha armada contra Sur¨¢frica, que desde la I Guerra Mundial se ha obstinado en mantener Namibia bajo su administraci¨®n frente a las resoluciones de la ONU.La paz es fr¨¢gil e incierta en Ovamboland. La UNITA, la guerrilla angole?a que lucha contra el Gobierno con apoyo de Sur¨¢frica y EE UU, sigue castigando a la poblaci¨®n civil durante sus incursiones hacia el sur.
?xodo blanco
Los nervios est¨¢n a flor de piel, especialmente entre la escasa poblaci¨®n blanca de la provincia, que se concentra en Oshakati, la capital. No se trata m¨¢s que de un peque?o pueblo seccionado a diestro y siniestro por l¨ªneas de alambrada. Dentro de estos recintos se levantan los edificios p¨²blicos, los bancos, alg¨²n supermercado, la escuela para ni?os blancos y correos. Tras una barrera suplementaria, vigilada por un polic¨ªa, se extiende tambi¨¦n la reducida township blanca. Desde hace algunos meses, los due?os de los chal¨¦s han desaparecido y en su mayor¨ªa han alquilado sus casas a los funcionarios internacionales. Han preferido unirse al ¨¦xodo de los surafricanos, que ten¨ªan en Oshakati una importante base militar. "Aqu¨ª s¨®lo ¨¦ramos unos 350 blancos, casi todos funcionarios del Estado, maestros o personal ligado a las fuerzas militares. Muchos temen que se cumplan los rumores que proliferan estos d¨ªas y que predicen un ba?o de sangre por parte de los negros; por ello, han evacuado especialmente a las mujeres y ni?os hacia la capital, Windhoek". Quien habla es una mujer de 45 a?os que, a pesar de su tez p¨¢lida, se considera una ovambo.Quienes viven en la ciudad, en su mayor¨ªa surafricana, tienen fundados motivos, en caso de incidentes, de ser blanco del resentimiento de la poblaci¨®n negra por haber participado en una despiadada y prolongada represi¨®n. Pero tambi¨¦n hay blancos como ella dispuestos a no abandonar una tierra que consideran suya. Se trata especialmente de los propietarios de las grandes granjas situadas en los l¨ªmites de la reducida civilizaci¨®n de Oshakati. Su situaci¨®n recuerda la de los pioneros del Oeste americano. Sus propiedades constituyen grandes extensiones que las poblaciones bant¨²es aspiran a que le sean devueltas un d¨ªa. Hay que trabajar muy duro para obtener escasos resultados. Pero ellos est¨¢n dispuestos a acantonarse en sus casas y defenderlas con los rifles con los que en estos ¨²ltimos d¨ªas la polic¨ªa, a¨²n bajo la f¨¦rula surafricana, les ha suministrado.
"La mayor¨ªa de ellos son muy conservadores y no se comprometen pol¨ªticamente con ning¨²n partido", explica la mujer de ojos azules. Mientras sus hermanos de tribu obedecen las consignas dadas por algunos miembros de la Administraci¨®n para que "engrasen y tengan preparadas sus armas", ella colabora en la DTA, la principal fuerza rival de la SWAPO en las elecciones. El ¨²nico margen que concede Ovamboland a este partido se halla en las estribaciones orientales y occidentales de la provincia. "Aunque son minoritarios, el voto de estas tribus tambi¨¦n es importante para nosotros", explica uno de los portavoces de la SWAPO en Oshakati. "As¨ª que nos hemos lanzado nosotros a la conquista de los jefes, porque basta convencer a uno de ellos y todos los dem¨¢s le seguir¨¢n. Para ello nos ha sido muy valiosa la colaboraci¨®n de la Iglesia", a?ade al referirse a la confesi¨®n luterana, a la que pertenece la mayor¨ªa de la poblaci¨®n namibia.
El inter¨¦s de la SWAPO es lograr una mayor¨ªa absoluta en el Parlamento en el que se deliberar¨¢n la futura pol¨ªtica y estructura del Gobierno de la Namibia libre, de forma que pueda actuar en solitario frente a los dem¨¢s partidos, especialmente la DTA, que considera defender¨¢ los intereses de Sur¨¢frica. Este pa¨ªs ha sido el casi exclusivo beneficiario del inmenso potencial econ¨®mico del territorio: m¨¢s del 70% de las exportaciones r¨ªamibias son fruto de los ricos yacimientos de diamantes, uranio y otros minerales estrat¨¦gicos que esconde su subsuelo; su otra gran riqueza sor las costas, con los bancos pesqueros m¨¢s ncos del mundo.
La desarrollada red de carreteras y el moderno ferrocarril que cruza las planicies secas de Namibia dibuja con direcci¨®n al sur la realidad de un pa¨ªs que durante d¨¦cadas fue moldeado por Pretoria para ser su quinta provincia. El pa¨ªs que va a nacer no tendr¨¢ otra salida al exterior para sus exportaciones mineras de las que depende enteramente su econom¨ªa, que no sea Sur¨¢frica; la utilizaci¨®n de Walvis Bai ¨²nico puerto profundo del pa¨ªs quedar¨¢ condicionada a partir de la independencia a la voluntad surafricana, que seguir¨¢ manteniendo el control de este enclave al que algunos ya denominan el Gibraltar namibio. Ello constituye una raz¨®n de peso, seg¨²n los observadores, para que, aunque la SWAPO lograra una victoria aplastante, no lleve a cabo en un corto plazo las temidas nacionalizaciones de las minas de uranio y diamantes. Tampoco ser¨¢ f¨¢cil variar a corto plazo la dependencia respecto a Sur¨¢frica en lo que se refiere a las importaciones atrapado entre las tenazas de los desiertos Namib y Calahari, el desarrollo de la agricultura tien escasas posibilidades.
Realidad econ¨®mica
Por el contrario, el nuevo Gobierno namibio tendr¨¢ que hacer frente a la compensaci¨®n del d¨¦ficit presupuestario, que hasta ahora corr¨ªa por cuenta de los subsidios de Pretoria. "La realidad econ¨®mica impondr¨¢ restricciones m¨¢s poderosas a la pol¨ªtica del futuro Gobierno que el logro del n¨²mero de esca?os", explican observadores internacionales en Windhoek. Para muchos, la evoluci¨®n hacia la independencia se prolongar¨¢ a¨²n un largo tiempo despu¨¦s de la proclamaci¨®n del nuevo Estado el pr¨®ximo abril.
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