Edvard Shevardnadze: "No tememos a opiniones divergentes"
El ministro, de Exteriores sovi¨¦tico conversa con el director del peri¨®dico de Solidaridad
Edvard Ambrosevich Shevardnadze, georgiano, de 61 a?os, confirma, con la franqueza y el inconformismo de sus respuestas, que es la expresi¨®n m¨¢s vivaz y cre¨ªble del nuevo liderazgo del Krenilin, un serio pretendiente al papel de viceGorbachov.Pregunta. ?Existe alg¨²n modo especial, georgiano, de ver a Stalin y al estalinismo?
Respuesta. No es posible descargar todo sobre Stalin. No es un problema de un solo individuo, sino de las deformaciones y degeneraciones que se han producido. Todos los pueblos de la URSS se han resentido por igual. Tambi¨¦n se resintieron Leningrado y Mosc¨², la capital, donde, despu¨¦s de un par¨¦ntesis, el primer secretario era Nikita Jruschov. S¨¦ muy bien lo que sucedi¨® en Georgia. Mi padre era maestro. Los funcionarios del Comisariado del Pueblo para Asuntos Interiores (NKVD) le advirtieron que en cualquier momento podr¨ªan arrestarlo. Precisamente entonces, en 1938, se celebr¨® el famoso pleno del Comit¨¦ Central del Partido Bolchevique. La represi¨®n no ces¨®, pero disminuy¨®. Muchas personas fueron liberadas de prisiones y campos. ?Estaban los georgianos orgullosos de Stalin? ?Lo defend¨ªan? Despu¨¦s del 202 Congreso, cuando se desenmascar¨® a Stalin, hubo manifestaciones en Georgia. La mayor¨ªa de los manifestantes eran j¨®venes. Fueron manifestaciones muy dram¨¢ticas. Se usaron las armas, hubo muertos. Es el precio pagado por Georgia al culto de Stalin.
P. Usted es considerado uno de los arquitectos de la nueva pol¨ªtica exterior de la URSS. Quisiera preguntarle sobre la relaci¨®n entre pol¨ªtica interior e internacional. Hace poco usted ha hablado de la composici¨®n del Soviet Supremo. Ha condenado inequ¨ªvocamente la intervenci¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n. ?Har¨ªa el mismo juicio sobre la intervenci¨®n en Checoslovaquia en 1968?
R. Quisiera hacer una observaci¨®n. La definici¨®n de arquitecto de la nueva pol¨ªtica no me gusta. La pol¨ªtica exterior es siempre una continuaci¨®n de la pol¨ªtica interna. ?Por qu¨¦ ha cambiado nuestra actitud en relaci¨®n a las dem¨¢s naciones? Por la raz¨®n de que ha cambiado nuestra actitud en relaci¨®n a nuestro propio pueblo.
No podr¨ªa decir que en tiempos de Breznev reinara un terrible despotismo. Se pod¨ªa trabajar. Algunas cosas ten¨ªan ¨¦xito, y otras no. El que quer¨ªa trabajar encontraba la manera de hacerlo. Por ejemplo, yo. Los hombres que se han puesto a la cabeza de la perestroika no han venido de fuera, de un desierto. Ya en la ¨¦poca de Breznev sab¨ªamos cu¨¢les ser¨ªan nuestros objetivos. En cuanto a Afganist¨¢n, hemos dicho la verdad.Pienso que fue una decisi¨®n equivocada, irreflexiva. No se tuvo en cuenta la situaci¨®n en su conjunto. Hemos remediado el error. Hemos tomado la dif¨ªcil decisi¨®n de retirar el ej¨¦rcito de Afganist¨¢n. Hemos tenido el apoyo de la gran mayor¨ªa de la sociedad, pero hab¨ªa quienes disent¨ªan. Pienso que hemos actuado correctamente.
El de Checoslovaquia es un problema completamente distinto. La decisi¨®n de enviar el Ej¨¦rcito a Checoslovaquia fue tomada en conjunto. Pertenezco a ese tipo de pol¨ªticos que se toman muy en serio las decisiones que se adoptan en conjunto. En particular, aquella decisi¨®n fue tomada en 1968 por los l¨ªderes de los pa¨ªses del Pacto de Varsovia: los primeros secretarios de los partidos y los presidentes de los Consejos de Defensa. Tambi¨¦n fueron llamados por los checos lovacos. Hoy la opini¨®n sobre aquellos acontecimientos puede cambiarse s¨®lo por una decisi¨®n com¨²n.
Es un problema muy complejo, delicado y dificil. Consideramos vinculante el criterio elaborado por la c¨²pula del partido comunista y por el Gobierno checoslovacos. Asumir una postura diferente ser¨ªa un gran error. Hemos abandonado de una vez por todas la pol¨ªtica de imponer nuestros criterios.
La postura de Praga
P. He estado en Checoslovaquia, he hablado con gente distinta. Alexander Dubeek me ha hecho una pregunta ret¨®rica: "Lo que est¨¢n haciendo ahora los compafleros sovi¨¦ticos es mucho m¨¢s radical de lo que hac¨ªamos en 1968. Pero, ?por qu¨¦ no se puede decir abiertamente?".
R. La postura actual de los dirigentes checoslovacos no es diferente de la que ten¨ªan entonces. Nosotros la respetamos. Si hoy, despu¨¦s de todo lo sucedido en Polonia -ha entrado gente nueva en la Dieta y tambi¨¦n en el Gobierno-, yo dijera en Mosc¨² que no vendr¨ªa a Varsovia porque el primer ministro no es comunista, mi actitud no estar¨ªa de acuerdo con las normas m¨¢s elementales de la cultura pol¨ªtica contempor¨¢nea. Es posible que nos guste poco el hecho de que no sean los comunistas quienes gu¨ªen a Polonia, pero respetamos la voluntad del pueblo polaco.
Todo lo relativo a los derechos soberanos del partido, del Estado y del Gobierno es un problema interno del pa¨ªs, y vosotros no deber¨ªais criticar, sino apoyar esa postura.
P. Usted ha dicho que la experiencia polaca es interesante para la URSS. ?Qu¨¦ quer¨ªa decir? ?Se refer¨ªa a los cambios en la esfera pol¨ªtica, o bien al cambio en el campo econ¨®mico?
R. No s¨¦ si me he expresado de manera tan directa. Me parece que he hablado de la cooperaci¨®n econ¨®mica; en ese contexto, incluso, de la cooperaci¨®n con Occidente. Estamos por el desarrollo de las relaciones econ¨®micas con nuestros amigos polacos y con Occidente. Vuestra experiencia de cooperaci¨®n con Occidente tambi¨¦n nos ser¨¢ ¨²til.
P. ?C¨®mo ve en este contexto el retorno a la escena pol¨ªtica de los disidentes de ayer? Por ejemplo, del acad¨¦mico Sajarov, que usted mismo ha citado en la ONU. ?C¨®mo se desarrolla el proceso de reconciliaci¨®n con los adversarios de ayer?
R. El ejemplo m¨¢s espectacular ha sido el de nuestra democratizaci¨®n. No tememos a la gente que tiene opiniones divergentes. Por el contrario, respetamos a aquellos que honradamente manifiestan sus propias opiniones, salvo naturalmente, a los demagogos. Listos son peligrosos tanto para la Uni¨®n Sovi¨¦tica como para Polonia. Considero demagogo a aquel que busca la popularidad a bajo precio.
P. Entre nosotros, ?sabe usted qu¨¦ es el socialismo?
R. ?Y qu¨¦ es el capitalismo?
P. Tampoco lo s¨¦.
R. El socialismo, me lo imagino, es la sociedad ideal.Traducci¨®n: C. Scavino
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