El valor del s¨ªmbolo
EN NUEVA York ha resultado elegido alcalde el candidato dem¨®crata David Dinkins. Y otro dem¨®crata, Douglas Wilder, ha sido designado gobernador del Estado de Virginia. Ninguna -de estas noticias tendr¨ªa mayor inter¨¦s para un peri¨®dico europeo si no fuera porque los dos candidatos victoriosos son adem¨¢s negros. El especial significado de esas victorias, logradas en lugares con una fuerte carga simb¨®lica, convirtieron la jornada en hecho hist¨®rico.Por una parte, es notable que el primer gobernador de raza negra de toda la historia de Estados Unidos haya sido elegido precisamente en Virginia, que fue el coraz¨®n de los Estados confederados esclavis-tas durante la guerra civil norteamericana y que apenas hace 30 a?os cerraba sus escuelas p¨²blicas para protestar contra la forzada integraci¨®n de estudiantes negros y blancos. El hecho cobra una doble importancia si se tiene en cuenta que los votantes de Wilder han sido, sobre todo, los inmigrantes blancos y acomodados que viven en Virginia y trabajan en la capital federal, Washington. Dichos electores han favorecido un programa dem¨®crata en el que el tema m¨¢s disputado ha sido la cuesti¨®n del aborto. A la hora de defender su legalidad sin restricciones (es decir, sin la discrecionalidad otorgada en julio por el Tribunal Supremo a cada Estado para su limitaci¨®n), Wilder ha contado con el apoyo del voto femenino, inesperado por cuanto las mujeres de Virginia se han inclinado por sus derechos individuales antes que por su tradicional conservadurismo.
En el caso de la alcald¨ªa de Nueva York, la victoria de Dinkins representa el triunfo de un pol¨ªtico perteneciente a una minor¨ªa que hace apenas una generaci¨®n encarnaba a la marginalidad total, era el s¨ªmbolo de la pobreza m¨¢s abyecta, de la incapacidad para acceder al famoso sue?o americano de la igualdad de oportunidades en la sociedad m¨¢s avanzada de nuestro tiempo. Hoy (por m¨¢s que en la Gran Manzana, la bolsa de mayor criminalidad y de m¨¢s bajo nivel educativo, siga la comunidad neoyorquina de color), la marginalidad en Estados Unidos ya no es exclusiva de la minor¨ªa negra: se ha extendido como enorme mancha a una ampl¨ªsima capa multirracial que es ya mayoritariamente blanca, pero cuyo fondo ocupan unos nuevos parias, los inmigrantes latinoamericanos. Tienen una larga lucha por delante. Una cosa parece singularmente importante en este contexto: durante la campa?a presidencial del a?o pasado, la voz de la marginalidad estuvo encarnada en otro candidato dem¨®crata, Jesse Jackson. ?El color de su piel? Negro.
En este momento, los alcaldes de Washington, Nueva York, Los ?ngeles, Chicago y Detroit son negros. Pertenecen a un estamento de poblaci¨®n toda -v¨ªa ampliamente minoritario en el pa¨ªs. D¨ªgase lo que se diga, el hecho habla Oor s¨ª solo de la evoluci¨®n de una sociedad a la que se tiene tradicionalmente por racista.
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