La fuerza del mito
En los ¨²ltimos a?os Rudolf Nureyev ha perdido la mitad de su pelo y el 80% de su t¨¦cnica. Verle andar por el escenario -con unas espaldas cargadas que ni siquiera le mantienen derecho en posici¨®n est¨¢tica, ayud¨¢ndose mediante un braceo descontrolado y mirando al suelo como un principiante puede resultar pat¨¦tico. Pero en el teatro, la verdad est¨¢ siempre del lado del mito, no de la realidad, y Nureyev es desde hace tres d¨¦cadas el mito m¨¢s consolidado del ballet mundial.La prodigalidad sin mesura de sus apariciones en cinco continentes durante su ¨¦poca de esplendor, en los a?os sesenta y setenta -cuando devoraba los escenarios con sus nunca hasta entonces vistos grandes saltos- sell¨® un pacto con los p¨²blicos de todo el mundo: venciendo la gravedad liberaba a los dem¨¢s de al menos una parte de su sordidez cotidiana.
Nureyev y sus amigos
Patrocinado por la Fundaci¨®n Helios. C¨®rdoba, Gran Teatro, mi¨¦rcoles 8 de noviembre.
La gira est¨¢ durando mucho y, a los 51 a?os, Nureyev est¨¢ agotado. Si fuera torero, hace bastante tiempo que le habr¨ªa matado un toro. Sigue cosechando inigualables aplausos y sorteando el riesgo de una lesi¨®n porque, aunque cumple con su parte del trato, ya no se arrima como antes.
El grupo de seis amigos con quien se present¨® en C¨®rdoba el mi¨¦rcoles incluye estupendos bailarines de la ¨®pera de Par¨ªs, y el programa ofreci¨® buenas posibilidades de ver una selecci¨®n de interesantes piezas de ballet de c¨¢mara: El gran paso a dos de La bella durmiente, una de las cumbres del repertorio de Petipa que no se presenta con frecuencia suelta, bailada con el requerido empaque y buen gusto cl¨¢sicos. Los dos Balanchine -Chaikovski pas de deux y Apolo- quedaron muy apagados, el primero por la falta de precisi¨®n y limpieza de la pareja solista, y el segundo porque Nureyev, que nunca fue un bailar¨ªn balanchiniano, hace una creaci¨®n a la vez excesivamente personal y t¨¦cnicamente d¨¦bil, con lo que se desvirt¨²a la est¨¦tica del core¨®grafo hasta hacerse irreconocible. Nureyev s¨ª recuper¨® algo de su antigua imagen en algunos momentos de la c¨¦lebre Canci¨®n del compa?ero errante, que B¨¦jart mont¨® en 1971 para ¨¦l y Paolo Bertolucci sobre Mahler, como ocurri¨® tambi¨¦n en la Pavana del moro, de Jos¨¦ Lim¨®n, que cerr¨® el espect¨¢culo, aunque la extra?a falta de expresividad que, en algunos momentos, se apodera del ¨ªdolo -como si le flaquease: m¨¢s la fuerza interior que la muscular-, impidieron que esta significativa pieza de la danza moderna americana cobrara todo su car¨¢cter. El grupo -compuesto por Charles Jude, Evelyne Desvtter,Kenneth Gr¨¦ve, Nathalie Aubin, Sandine Marache y Christine Laudault- bail¨® con br¨ªo el Napoli de Bournonville, y el p¨²blico de C¨®rdoba rindi¨® el debido homenaje al divo, ausente de los escenarios espa?oles -donde contribuy¨® a resucitar la afici¨®n al ballet- desde hac¨ªa muchos a?os.
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