Ren¨¦ Thom, la pregunta por la causa
El fil¨®sofo y matem¨¢tico franc¨¦s dicta dos lecciones en Madrid
Ren¨¦ Thom, miembro de la Academia de las Ciencias francesa, medalla Fields (1958), considerada el equivalente al Nobel en el campo de la ciencia matem¨¢tica, tendr¨¢ hoy y ma?ana una importante presencia en Madrid. En el ciclo Pensadores franceses de hoy, cuyas primeras sesiones se celebran en la facultad de Filosofia de la universidad Complutense, dicta hoy una lecci¨®n bajo el ep¨ªgrafe ?Ha renunciado la ciencia a la comprensi¨®n del mundo? Ma?ana, en el C¨ªrculo de Bellas Artes, dentro del seminario El trabajo humano, se celebrar¨¢ un encuentro con el autor de la Teor¨ªa de las cat¨¢strofes, en el que hablar¨¢ de la tarea del pensador.
Por haber alcanzado a dar inteligibilidad formal a fen¨®menos que hasta entonces carec¨ªan de ella, Ren¨¦ Thom (1923) es, en el sentido usual del t¨¦rmino, cient¨ªfico. Mas por su denuncia de una ciencia instrumentalizadora de reglas que no justifica, por su exigencia de acceso a la causa, Ren¨¦ Thomes, en el sentido radical del t¨¦rmino, fil¨®sofo.
Pregunta. Es usted uno de los cient¨ªficos que con mayor dureza ha rechazado una pr¨¢ctica cient¨ªfica reducida a formulaciones meramente descriptivas y legitimada por su operatividad emp¨ªrica. ?Cu¨¢les son, a su juicio, las exigencias de un modelo cabal de cientificidad?
Respuesta. Ante todo, exigencias te¨®ricas, es decir, exigencias de comprensi¨®n, de acceder a la inteligibilidad del mundo. La ciencia se aparta de ello cuando llega a confundirse con la t¨¦cnica; quiz¨¢s debido a su instrumentalizaci¨®n por los poderes p¨²blicos que controlan las instituciones cient¨ªficas y exigen de la ciencia rentabilidad respecto a intereses que no son los de la cientificidad. Y no estoy hablando de ciencia desinteresada, sino m¨¢s bien de que el llegar a comprender constituye un inter¨¦s en s¨ª.
P. La inteligibilidad global como finalidad ¨²ltima de la ciencia, y hasta exigencia inherente a la condici¨®n de todo ser racional, es un viejo tema aristot¨¦lico. Se ha se?alado (en ocasiones en forma de reproche) que usted es uno de los raros cient¨ªficos que actualmente procede a una aut¨¦ntica restauraci¨®n de la problem¨¢tica aristot¨¦lica. ?Por qu¨¦ Arist¨®teles?
R. Hay razones m¨²ltiples, algunas de ellas extremadamente t¨¦cnicas, que surgieron en relaci¨®n a mi Teor¨ªa de las Cat¨¢strofes y a objeciones que se me hicieron por parte de los bi¨®logos en el sentido de que mi teor¨ªa era excesivamente formalista. Me sent¨ª obligado a ocuparme del problema del sustrato, de la materia, y ah¨ª me vi en el aristotelismo.
P. La materia es en Arist¨®teles una de las causas a las que la exigencia de inteligibilidad, el deseo de verdad, apunta.
R. S¨ª. Y Arist¨®teles ha hecho una contribuci¨®n fundamental insistiendo en el problema de la causalidad y presentando una sutil¨ªsima teor¨ªa que distingue cuatro tipos de causas: material, formal, eficiente y final; este esquema es, por lo esencial, v¨¢lido y puede ser interpretado en t¨¦rminos de la ciencia actual.
P. Lo interesante de su aproximaci¨®n a Arist¨®teles es que no se trata de la actitud de un cient¨ªfico que en sus horas libres se cultiva filosofando. En sus reflexiones puramente cient¨ªficas el v¨ªnculo con Arist¨®teles salta a la vista, y adem¨¢s usted mismo se ha encargado de explicitarlo.
R. S¨ª. He tenido ocasi¨®n de se?alar que la Teor¨ªa de las Cat¨¢strofes restaura el lazo causal hilom¨®rfico o, relativamente a las cat¨¢strofes elementales, que la pareja singularidad-despliegue se vincula al par aristot¨¦lico potencia-acto.
P. Usted ha dicho incluso que se trata de una actualizaci¨®n de tales conceptos aristot¨¦licos. Fertilizando as¨ª la problem¨¢tica del pensamiento griego, usted se distancia de los que se vuelcan sobre los pensadores del pasado con una especie de condescendencia, como si se tratara de adolescentes, aventajados ciertamente, pero no equiparables a los plenamente adultos.
R. ?sta es la cuesti¨®n del progreso, en ciencia como en filosof¨ªa. En cualquier caso, no creo que pueda decirse en general que el pasado es un simple momento hacia mayor verdad. He tenido ocasi¨®n de sostener que desde el punto de vista de la inteligibilidad global no se han dado gran des progresos y que muchas veces cuando se habla de progreso en ciencia se est¨¢ confundiendo progreso cient¨ªfico y progreso tecnol¨®gico.
P. Dar cuenta de lo que se muestra, justificar los fen¨®menos, aparece en su discurso como la finalidad del cient¨ªfico. Pero ¨¦ste era el objetivo mismo del fil¨®sofo en su b¨²squeda de las ¨²ltimas causas y principios. ?D¨®nde, pues, la frontera entre ciencia y filosof¨ªa?
R. Ciertamente, desde el momento en que el cient¨ªfico aborda los fen¨®menos con esquemas impuestos por estructuras te¨®ricas, desde el momento en que no se empantana en la simple predicci¨®n y en la acumulaci¨®n de datos... la interrogaci¨®n filos¨®fica no est¨¢ lejos. Sin embargo, la frontera persiste. Yo dir¨ªa que la matem¨¢tica plantea problemas de car¨¢cter filos¨®fico que no interesan en s¨ª al matem¨¢tico.
P. Usted me dijo en cierta ocasi¨®n que el surgimiento de una interrogaci¨®n real supone una especie de obsesi¨®n que a veces aleja del trabajo emp¨ªrico. ?No tendr¨ªamos aqu¨ª un criterio de la diferencia entre el cient¨ªfico que alcanza los l¨ªmites de la filosof¨ªa y el cient¨ªfico pragm¨¢tico que apunta a la experiencia y pretende que el esfuerzo filos¨®fico, no susceptible de corroboraci¨®n experimental, es, en definitiva, vano?
R. En ocasiones se ha hablado de inflaci¨®n experimental y que la ¨²nica salida est¨¢ en que los cient¨ªficos se entreguen a una aut¨¦ntica reflexi¨®n te¨®rica, pero tambi¨¦n he citado a Heidegger: "La ciencia no piensa... porque el pensar no es objetivo...".
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