Es necesario participar
Los colegios profesionales padecen desde hace tiempo el desinter¨¦s de los colegiados en la participaci¨®n en las elecciones de sus juntas de gobierno, aun cuando en los ¨²ltimos momentos del franquismo, y ante la llamada "que vienen los rojos", se logr¨®, con distintos resultados, revitalizar la participaci¨®n y hacer de ellos unos peque?os cotos de ejercicio democr¨¢tico, con todas las limitaciones existentes.
La transici¨®n pol¨ªtica supone casi un giro de 180 grados en la vida de los colegios profesionales m¨¢s influyentes en la sociedad, abandon¨¢ndose pr¨¢cticamente la participaci¨®n en los mismos y utiliz¨¢ndolos ¨²nica y exclusivamente en su esfera asistencial o en la soluci¨®n de problemas entre profesionales, o entre ¨¦stos y sus clientes, a veces con marcada parcialidad. Esta ya excesivamente larga situaci¨®n ha conllevado, en la pr¨¢ctica, dejar en manos de unos pocos se?ores corporaciones que, en algunos casos, detentan un poder de influencia real en la sociedad, desvertebrando m¨¢s, si esto es posible, la vida asociativa de la misma.
En este estado de cosas, no cabe la menor duda de que ha existido una responsabilidad de los partidos pol¨ªticos, que quiz¨¢ han dejado por comodidad que la situaci¨®n siguiera como estaba, ante el miedo a que estos colegios, y en concreto el colegio de abogados, se convirtiera en un posible foco desestabilizador de la democracia.
En este marco se produce el II Congreso General de la Abogac¨ªa en Palma de Mallorca, que supuso un aldabonazo y una llamada de atenci¨®n, empez¨¢ndose a pensar a distintos niveles que las cosas no pod¨ªan seguir como estaban y que el aislamiento del colegio en el conjunto de la sociedad no deber¨ªa permitirse en una sociedad democr¨¢tica.
El malestar real que aflor¨® no fue otro que la toma de conciencia de la ausencia de democracia en la forma de gobierno de los abogados, no s¨®lo en su direcci¨®n personal sino en las grav¨ªsimas deficiencias del marco jur¨ªdico por el que nos regimos, ley de Colegios Profesionales y Estatuto General de la Abogac¨ªa.
El II Congreso desata una crisis en el Colegio de Madrid y en el Consejo General, ambos dirigidos f¨¦rreamente por Antonio Pedrol, situ¨¢ndole por primera vez en muchos a?os en una situaci¨®n delicada que le obliga a dimitir, y su legitimidad como decano del Colegio de Madrid y como presidente del Consejo General se ha quebrado fuera y dentro de ambas instituciones.
Conviene no olvidar que la crisis final se produce, como ha reconocido el propio Pedrol, por no querer asumir una reforma pactada con las asociaciones del llamado sector cr¨ªtico del Estatuto General de la Abogac¨ªa, donde, entre otros puntos, se ped¨ªa la modificaci¨®n del sistema electoral cambiando el sistema de representaci¨®n mayoritario actualmente vigente por un sistema proporcional que permita la presencia de las minor¨ªas en los ¨®rganos de direcci¨®n de los colegios. De haber accedido a esta negociaci¨®n, le hubiera supuesto haber terminado su mandato al frente del colegio y del consejo con un colof¨®n brillante, al haberse erigido no s¨®lo en lo que ha presumido ser, el pacificador de la vida colegial, sino tambi¨¦n en el democratizador de las estructuras de gobierno y participaci¨®n de los abogados.
En lugar de ese camino, ha optado por convocar elecciones desde una posici¨®n de ventaja y en la creencia de que hab¨ªa posibilidades reales de que el llamado sector cr¨ªtico no iba a ser capaz de aglutinarse en una candidatura que adem¨¢s abarcara todo el espectro democr¨¢tico y profesional del colegio.
Se ha conseguido esa candidatura, con problemas y con la ausencia de algunos compa?eros que han entendido que no se puede participar en estas elecciones por no ser democr¨¢ticas y suponer la participaci¨®n una legitimaci¨®n de las mismas y de Antonio Pedrol, que se garantiza de esta manera el triunfo.
Lealtad
No compartimos esa visi¨®n, creo que la mayor¨ªa de los abogados. Porque ser¨ªa dif¨ªcilmente entendible que despu¨¦s de haber propiciado una crisis no fu¨¦ramos capaces de competir democr¨¢ticamente aun cuando se haya de estar de acuerdo en la cuestionable naturaleza democr¨¢tica no s¨®lo del sistema de elecci¨®n, sino de la lealtad de la convocatoria. Porque propiciando la abstenci¨®n se vota a Pedrol, que, estamos totalmente convencidos, aunque ahora se convierta en adalid reformador, no va a democratizar las estructuras colegiales y, lo que muchas veces se olvida, las del consejo general, afectando en consecuencia el resultado de estas elecciones a todos los colegios de las distintas nacionalidades y regiones, algunos de ellos esperan expectantes el resultado para plantear o no cuestiones que pueden suponer un desmembramiento innecesario y da?oso a nivel estatal, recordando la declaraci¨®n del Colegio de Abogados de Barcelona de antes del verano.
Porque creemos que es necesaria la participaci¨®n en todos los niveles de la sociedad, ya que de esta manera se contribuye al fortalecimiento del sistema democr¨¢tico, y aun perdiendo la candidatura unitaria encabezada por Manuel Jim¨¦nez de Parga, cosa que no va a ocurrir, se sabr¨¢ que hay un sector cuantificado del colegio que no apoya la gesti¨®n de Pedrol y que se va a convertir en oposici¨®n vertebrada, leal, pero inflexible, para conseguir la democratizaci¨®n del colegio y presionar para que los abogados, como corporaci¨®n, exijan y contribuyan a la mejora de la Administraci¨®n de justicia y, en definitiva, para aportar nuestro trabajo en la conquista del Estado social y democr¨¢tico de derecho que nuestra Constituci¨®n de manda.
Conservar o renovar
Se ha te?ido por Pedrol a esta candidatura de politizada, afirmaci¨®n que seguro que produce la radical repulsa de todo el colectivo de abogados, ya que se lanza como una cr¨ªtica a la credibilidad de una candidatura la presencia en la misma de personas pertenecientes a grupos pol¨ªticos, convirtiendo el compromiso en arma arrojadiza, y adem¨¢s por una persona que ha pactado con todos los partidos del arco parlamentario para mantenerse y reforzar su poder, pretendiendo hacer creer a un colectivo pensante que el profesional carece de ideolog¨ªa o que si, por ejemplo, apuesta por la defensa del poder econ¨®mico, no est¨¢ ejercitando un compromiso pol¨ªtico. Siendo los colegios profesionales ¨®rganos de participaci¨®n social y colectiva, siempre ser¨¢n pol¨ªticos, sean conservadores de una situaci¨®n o renovadores y populares de una situaci¨®n m¨¢s avanzada, que es lo que dial¨¦cticamente se est¨¢ debatiendo: el conservadurismo como opci¨®n pol¨ªtica profesional o la renovaci¨®n y el cambio democr¨¢tico para el futuro de una corporaci¨®n pol¨ªtica y profesional.
La abstenci¨®n, supone en esta convocatoria una llamada a la no participaci¨®n en la vida de las instituciones, en alg¨²n caso defendida, creemos que contradictoriamente, por algunos sectores que se han destacado notablemente en la participaci¨®n en el colegio desde una posici¨®n cr¨ªtica y en momentos que, como antes hemos se?alado, pr¨¢cticamente hab¨ªa dejado de existir. Al igual que parece poco discutible que la abstenci¨®n de sectores cr¨ªticos a la gesti¨®n de Antonio Pedrol supone concederle el voto e identificarse con los sectores menos comprometidos, m¨¢s desidentificados de la vida colegial, que choca frontalmente con ese compromiso cr¨ªtico del que dimana su abstenci¨®n.
Se podr¨¢ perder, se podr¨¢ ganar, pero situarse fuera del juego democr¨¢tico, por muy desigual que ¨¦ste sea, es perder parte del compromiso. De quien gane o de quien pierda siempre habr¨¢ responsables identificados y comprometidos. De los que no participan, siempre quedar¨¢ el vac¨ªo de su falta de compromiso y la interrogante de su responsabilidad. Ante estas distintas situaciones, prefiero apostar por el compromiso participativo, renovador y democr¨¢tico, con el derecho a perder y ganar, pero con La conciencia de que "tenemos que participar".
Cristina Almeida es abogada y diputada de Izquierda Unida por Madrid.
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