El gran comunicador
"No quiero que nadie se vaya del teatro pensando que la danza es algo demasiado fino, o demasiado retorcido, o demasiado intelectual, o demasiado anticuado, o demasiado nuevo para ellos Quiero que el p¨²blico disfrute contemplando mis danzas". Aplic¨¢ndose durante 30 a?os en hacer realidad esta doctrina, Alvin Ailey (1931-1989) convirti¨® a su compa?¨ªa en la m¨¢s popular de Estados Unidos y la m¨¢s conocida fuera.En ?frica, donde el Departamento de Estado le mand¨® de gira en 1967, era un ¨ªdolo; en Leningrado, la meca del ballet cl¨¢sico, le tributaron una hist¨®rica ovaci¨®n de casi media hora cuando se present¨® all¨ª en 1970. Y en el Palacio de Congresos de Madrid -donde el Alvin Ailey American Dance Theater se present¨®, en el marco del Festival de Oto?o, el 14 de octubre de 1987- el entusiasmo se desbord¨® de tal manera que el p¨²blico termin¨® invadiendo el escenario para abrazar a los bailarines.
La prematura muerte de Ailey -el viernes, en Nueva York, a los 58 a?os- deja hu¨¦rfano a ese inmenso p¨²blico de todo el mundo cuyas ganas de vivir se despertaban con los bailes que, como Revelations (1960), Blues suite (1958) o el penetrante Cry (1972), eran un homenaje a la experiencia art¨ªstica y humana del pueblo negro americano.
Sure?o de Tejas trasplantado de ni?o al gueto negro de Los ?ngeles, Ailey era un adolescente negro sin futuro cuando una tarde, a finales de los a?os cuarenta, entr¨® en una escuela de danza "persiguiendo a una chica guapa". El profesor result¨® ser Lester Horton, un Influyente maestro de danza moderna que hab¨ªa estudiado los bailes ¨¦tnicos de los indios americanos, recibido influencias asi¨¢ticas y formado una peque?a compa?¨ªa de teatro-danza en la que Ailey se integr¨® pronto, y a la que, a la muerte de Horton, en 1953, dirigi¨® durante alg¨²n tiempo.
T¨¦cnica cl¨¢sica
Ya en Nueva York, Ailey complet¨® su formaci¨®n con Martha Graham, Hanya Holm, Doris Humprey y Charles Weidman, inici¨¢ndose tambi¨¦n en la t¨¦cnica cl¨¢sica con Karel Shook. Su estilo y el de la compa?¨ªa que fund¨® en 1958 se form¨® a partir de todas estas influencias: un movimiento fluido, amplio, sensual, basado en una proyecci¨®n de la energ¨ªa hacia afuera que da a sus figuras una presencia esc¨¦nica f¨ªsica y emocional de gran fuerza.Como core¨®grafo, Ailey nunca busc¨® innovar o sorprender, sino recoger -de la experiencia negra- y transmitir al p¨²blico esa experiencia dignificada por el teatro. Colabor¨® con Duke Ellington (con el que hizo The river para el American Ballet en 1970) y con muchos otros artistas negros, pero su fuente de inspiraci¨®n no se paraba ah¨ª. Entre sus muchas coreograf¨ªas se encuentran, por ejemplo, la Misa de Bernstein y las Gymnopedies, de Satie, junto con La casa de Bernarda Alba, Danzas corales de Britten y Feast of ashes sobre m¨²sica de Surinach.
Ailey fue de los primeros directores de compa?¨ªas de danza moderna que no tuvieron empacho en invitar a otros core¨®grafos a trabajar para ¨¦l, tanto si eran negros, como Katherine Dunham o Pearl Primus, pertenecientes a la tradici¨®n moderna, como Jos¨¦ Lim¨®n, Ana Sokolow, Paul Sansardo o Charles Weidman. Alvin Ailey -que tuvo tiempo de estudiar lenguas rom¨¢nicas- ten¨ªa "obsesi¨®n por la historia", y como su contempor¨¢neo Robert Joffrey, fallecido hace dos a?os, estaba empe?ado en hacer de su compa?¨ªa un verdadero museo donde viviera la tradici¨®n coreogr¨¢fica, en este caso americana.
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